Tu perro no es un bolso

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LLEVARLO EN BRAZOS ES PELIGROSO para él, porque se convierte en un ser acomplejado, y para los demás, porque puede desarrollar un miedo que le empuje a morder a la mínima.

14 may 2016 . Actualizado a las 13:06 h.

Por mucho que se suban a las pasarelas los perros no son bolsos, o no deberían serlo. Y cuando se tratan como tal sufren mucho y pueden hacer sufrir aún más, porque se descompensa su carácter. El adiestrador canino Octavio Villazala asegura que a un can que se lleva siempre en brazos se le quita la autonomía, se le niega la educación y se le inculca una sensación de apego con su dueño totalmente enfermiza: «Pasan a ser estrellas fugaces, una prolongación de su amo y sufren mucho cuando no están en sus brazos, porque desarrollan un hiperapego emocional que no es bueno», cuenta. Eso no quita que de vez en cuando se puedan dar caricias a canes pequeños como los que pasan por el bar Guarisnais de la calle Taxonera, de Ferrol, que se ha declarado pet friendly, es decir, los chuchos no solo pueden entrar en este local, sino que son recibidos con una tapa gratis. «Siempre habrá agua y una galleta para ellos», cuenta Teresa Rañal (en la imagen de al lado) sobre una iniciativa de la que sus primeros beneficiarios son sus dos mascotas. «Por supuesto que no se puede llevar siempre a un perro en el colo, no aprenderían ni a cruzar la calle», apunta.

Un perrito que va por la calle a varios metros del suelo siente su voluntad anulada de la misma forma que si a una persona la pasease un gigante lejos de tierra firme. El resultado final son reacciones histéricas -hasta peligrosas- cuando se topa en una situación comprometida. Les sucede a muchos perros de raza pequeña, que ladran y tienen un mal comportamiento cuando se les acercan personas y otros animales. «La razón es que no están socializados, no es casualidad que les pase a los perros más propensos a llevarlos como perros bolso, lo hacen porque se sienten totalmente inseguros y han aprendido que una persona u otro perro suponen una amenaza para ellos, cuando no debería ser así», apunta Villazala.

HUMANIZARLOS

Las personas que cogen a sus mascotas para cruzar la calle o para liberarlos de un encuentro con otro can se arriesgan a que los perros sean hipersensibles y reaccionen mal. «Después puede pasar que cuando muerdan a alguien se les culpe por ello, cuando la culpa es de la educación, o realmente, la falta de educación que han recibido», precisa un adiestrador que, sin embargo, asegura que se puede reeducar a la mayoría de estos canes, aunque en buena parte de los casos son los propietarios los que deben aprender a cuidar y relacionarse con los animales. Villazala y muchos veterinarios pasan muchas horas alertando sobre los peligros de tratar a los canes como humanos: «Esto sucede cuando se le trata como a un peluche y no se le brindan sus necesidades de manada, como jugar con otros perros o pasear por el suelo y seguir sus instintos. Cuando las personas humanizan a sus perros, es decir, solo se concentran en darles caricias, entonces pasan por alto todas sus necesidades de animal, es una forma de maltrato».

El adiestrador de Fusco, el can de palleiro que es protagonista del famoso anuncio de Gadis, concluye que el afecto constante pero sin reglas ni límites va en contra de sus instintos. «Está bien, ellos disfrutan de los mimos y los cuidados, pero para que sean perros felices y equilibrados necesitan satisfacer sus otras necesidades». Y explica que la receta para un can feliz y equilibrado pasa por ejercicio -muchos paseos y juegos-, disciplina -siempre debe tener claro que el amo manda- y, por supuesto, afecto.

 CURSOS DE REEDUCACIÓN

No todo está perdido para un perro bolso, se pueden curar sus traumas con cursos como los que se imparten en Montegatto y sobre todo con mucha paciencia, porque las conductas mal aprendidas tardan en olvidarse tanto por parte de los dueños como por parte de las mascotas.

En estas clases se trabaja para cambiar la actitud y para generar nuevas situaciones en las que todo el mundo esté más cómodo. Lo ideal es llegar a una situación en la que el perro es autónomo, aunque se sienta tremendamente feliz cuando vea entrar a su dueño por la puerta. «Los perros con hiperapego sufren un estrés por separación muy profundo y lo pasan fatal», apunta Octavio. Aprender a andar por la calle al lado de sus dueños y siguiendo sus instrucciones será más seguro para todos, por ejemplo, acudirán a una llamada en lugar de escapar: «Tienen que reaccionar a la orden que les damos y nunca, nunca se puede tirar de la correa sin avisarlos antes con lo que queremos hacer».