Lo que pensamos de los brasileños y no es cierto

MARINA ESTARQUE

YES

PAULINO VILASOA

02 may 2016 . Actualizado a las 05:05 h.

Cierra los ojos. ¿Qué imaginas cuando piensas en Brasil? ¿Playas, calor, caipiriñas y samba? Claro, tenemos todo eso, pero seguro que puedes ir más allá de los tópicos. ¿O no? ¿Qué lengua hablan los brasileños? ¿Cuál es la capital del país? Haz un esfuerzo, porque este año, con las Olimpiadas en Rio de Janeiro, se va a hablar mucho de Brasil. Si no quieres pasar vergüenza, haz caso a esta brasileña. 

Bailamos salsa todo el día

¡Qué va! Los brasileños no suelen bailar salsa, salvo en clases de baile, donde puedes aprender tango o flamenco. La salsa es un ritmo más caribeño, quizás más exótico para nosotros que para los españoles. Yo, por lo menos, nunca he visto a una pareja bailando salsa en mi vida, ni siquiera con un par de maracas. De hecho, si buscas «maraca» en Google Brasil, lo primero que te sale es la página web de Maracaná, nuestro estadio de fútbol más conocido.

Todos somos cariocas 

Descubrí recientemente que, fuera del país, se utiliza «carioca» como sinónimo de brasileño. ¿Qué te parecería si un extranjero se refiriera a todos los españoles como madrileños? ¿Raro, verdad? Pues nos pasa lo mismo. Cariocas son las personas que nacen en la ciudad de Rio de Janeiro, que tiene alrededor de seis millones y medio de habitantes, mientras la población de Brasil excede los doscientos millones. Aunque Rio sea el rostro más conocido del país en el extranjero, Brasil tiene una diversidad cultural impresionante, que va mucho más allá de la «ciudad maravillosa».

Pero samba sí

No exageremos. Es muy fácil encontrar a brasileños que no les gusta ni bailar ni escuchar samba. Tampoco es algo que se nace sabiendo. Es como decir que todos los españoles saben bailar flamenco. Yo, aunque sea de Rio de Janeiro, donde la tradición de la samba es fuerte, no sé moverme bien en este ritmo. Aprender a «sambar» es siempre uno de mis propósitos para cada Año Nuevo, pero todos los carnavales hago lo mismo: muevo el esqueleto sin ninguna clase.

Buen tiempo siempre 

Esto puede ser verdad para Rio de Janeiro, donde suele hacer calor todo el año. Hay incluso una broma entre los brasileños de que, si hace 20 grados en Rio, los cariocas estrenan sus bufandas y botas. Es la única oportunidad de vestir las ropas de invierno y ponerse «elegantes como los europeos». Pero eso no vale para todo el país. En el sur de Brasil, cerca de la frontera con Argentina y Uruguay, puede hacer mucho frío. En Urupema, una de las ciudades más heladas del país, la temperatura media anual es de 14 grados y puede llegar a 14 bajo cero en invierno, cuando suele nevar. 

Poca ropa

Por lo que vemos en las playas y en el carnaval, podríamos pensar que los brasileños viven en una cultura muy liberal, en la cual la desnudez no es un tabú. Nada más lejos de la realidad. De hecho, una mujer que se ponga a hacer topless en la playa puede ser incluso detenida, porque la práctica es considerada «atentado al pudor» en Brasil. Sí, una contradicción gigante cuando vemos las mujeres en hilo dental (microtanga) en las playas, o con tan solo pintura corporal y un «tapasexo» en los desfiles del Sambódromo. Brasil sigue siendo un país muy machista, o sea que, si eres mujer y caminas por la calle con faldas o shorts, probablemente te enfadarás con las miradas incisivas y los piropos agresivos del macho brasileño.

Bikini y chanclas, nuestro uniforme diario. No es para tanto. En las ciudades donde hay playa, sí que es posible ver a la gente caminando por la calle en bikini y chanclas. Pero lo más común es que se pongan una camiseta o un vestido sobre el bañador cuando salgan de la playa. Así, si no estás completamente mojado y con arena hasta las rodillas, puedes incluso ir a restaurantes o de compras. Pero ten en cuenta que cuanto más alejado estés de la calle principal de la playa, más raro será que estés en bikini y chanclas. Por otro lado, si estás en São Paulo, la mayor ciudad del país y donde no hay playa, ese tipo de ropa solo es adecuada para el club o la piscina de tu casa.

Pinta de brasileño

Eso es casi una contradicción de términos. Somos tan diversos en apariencia que, cuando nos dicen «no tienes pinta de brasileño» nos quedamos perplejos. Desde la colonización del país, en 1500, se mezclaron indígenas, los únicos considerados nativos, europeos y africanos, y es que, según algunas estimaciones, Brasil recibió más de 4 millones de esclavos de este continente. O sea, un brasileño puede ser blanco, negro, indígena. ¿Pero sabes también que podemos tener los ojos rasgados como los japoneses? Pues sí, en el siglo XX, recibimos a muchos inmigrantes del país oriental y hoy tenemos la mayor población japonesa del mundo fuera de Japón: alrededor de 1,5 millones de personas. Podemos incluir también en esa lista libaneses, bolivianos, haitianos, sirios y otros más. No está nada mal, ¿verdad? 

Hablamos brasileño 

No, no y no. Te lo juro, no existe una lengua brasileña. Hablamos portugués, así como el país vecino de España y sus excolonias. No son lenguas distintas, cambia solamente el acento y algunas palabras. Es el mismo caso de Estados Unidos y Australia, donde se habla inglés, no americano o australiano. ¿De acuerdo? Tampoco hablamos español, como muchos extranjeros suelen pensar. Y, si vamos a eso, la capital de Brasil no es Buenos Aires, que queda en Argentina. Ni tampoco Rio de Janeiro o São Paulo. Es aún más fácil, la capital de Brasil es? ¡Brasilia! 

Somos el país del fútbol

Después de la traumática derrota del 7 a 1 de Alemania en el último Mundial, celebrado en nuestra casa, creo que el título de país del fútbol fue definitivamente destrozado. Una pausa para secarme las lágrimas. Hace tiempo que vemos señales de que nuestra superioridad en el deporte es cosa del pasado. Según un ránking de la consultoría Pluri, del 2014, Brasil está como 15.º en ocupación de sus estadios. Alemania, Inglaterra y España son los países del mundo con las mayores medias de público en los partidos. El deporte sigue siendo el más popular en Brasil, pero eso no quiere decir que tengamos un talento natural para el fútbol. Muchos no sabríamos qué hacer con una pelota aunque nuestras vidas dependiesen de ello.

Somos muy simpáticos

Bueno, eso sí tiene algo de cierto. Los brasileños solemos ser alegres, simpáticos y afectuosos. Nos gusta recibir turistas y enseñar las buenas cosas de nuestro país a los extranjeros. Pero cuidado. Eso no significa que no van a engañar a un turista e intentar venderle algo más caro solo por ser gringo (como llamamos a los de fuera, principalmente los que tienen pinta de venir de países ricos). Tampoco significa que vas a recibir el mejor servicio del mundo en los hoteles, transportes y restaurantes. Pero ojalá vengas a Brasil, pasarás un buen rato con esta gente tan acogedora.