José Sacristán: «Pobre del que piense que la experiencia es un grado»

YES

CEDIDA

Veterano entre los veteranos, Sacristán sigue al pie del cañón. Recién estrenada «Toro», en la que hace de malo malísimo, sigue con «Velvet» y subido a las tablas del teatro. Setenta y ocho años y más de medio siglo de carrera le avalan. Ya lo dice él: «Yo soy memoria»

23 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Pepe -sí, así es como más gracia le hace que le llamen- responde al otro lado del teléfono sin hacerse esperar mucho. Con el segundo pitido, resuena la voz radiofónica de un Sacristán que sigue con la misma potencia de siempre. A estas alturas ya ha perdido la cuenta de las películas que lleva a sus espaldas, pero lo que no ha perdido de vista es a aquel chico de Chinchón que un día fue: «Echo mano de él cada vez que me pongo delante de una cámara», asegura. ¿Cuál es su receta para mantener el ritmo a sus 78 años? «Estoy entrenado para subirme al tranvía en cuanto pase», responde. Y se ha subido a unos cuantos.

-¿Jose, José o Pepe?

-Cómo tú quieras. Si me llamas Pepe me mato más todavía [se ríe].

-«Toro», tu película número.... ¿llevas la cuenta?

-No, ciento y algunas. No te sé decir exactamente cuántas.

-Interpretas al patriarca, que has dicho que «tiene poder y lo ejerce. No solo poder económico sino poder moral»... ¿Te identificas en tu vida real con esa figura?

-No, afortunadamente, es un malo malísimo. No he tenido nada que ver ni he tomado referencia ninguna de nadie próximo a mí ni a media, ni a corta ni a larga distancia. Es un sujeto que está ahí, una de las cosas que me gustó de esta historia es que son personajes perfectamente reconocibles en un territorio geográfico, político, económico, social y moral. Pero vamos, ¡no tiene nada que ver conmigo ni muchísimo menos!

-Más de cien películas en cincuenta y cinco años de carrera. ¿Una vida demasiado frenética?, ¿se ha quedado algo por el camino?

-No, que yo sepa, no. No sé, siempre se quedan cosas en el camino, quién va a presumir de tener una vida absolutamente plena. En este caso suelo mirar para atrás y no reconozco en estas cosas que se han ido quedando nada irreparable. Todo no se puede atender ni abarcar, pero digamos que las cosas que se han quedado por el camino formaban parte de lo previsto.

-¿No te has permitido un parón?

-No, ha sido todo seguido. Nunca me ha faltado trabajo y en un principio había que aceptar lo que venía. Y no me avergüenzo ni reniego absolutamente de nada de lo que he hecho, al contrario, les estoy cada vez más agradecido a todos los que confiaron en mí. Pero luego, a partir de poder elegir, la verdad es que nunca me ha faltado trabajo.

-Parece que estás en forma, ¿sigues sintiéndote como un toro?

-Hombre, tanto como eso no [se ríe]. Pero bueno, será cosa de los genes de Chinchón, de los ajos de allí. No creo que haya una fórmula, de todas maneras sí te digo que sigo manteniendo la ilusión por el trabajo como el primer día. Algo debe de significar eso.

-Siempre te has mantenido cercano al público haciendo cosas muy diversas, ¿ha sido casual o has puesto un empeño especial en la variedad de formatos?

-Yo he estado disponible, pero la iniciativa nunca ha partido de mí. He procurado, eso sí, estar al loro para que cuando pasara el tranvía subirme a él. Hay compañeros y compañeras que hacen sus propios proyectos, pero yo nunca he tenido compañía ni he producido películas ni nada. He estado, pues eso, disponible. Entrenado para subirme al tranvía en cuanto pasase.

-¿Alguna vez te has tirado de las orejas por haber rechazado algún papel?

-No, no se ha dado el caso.

-¿Y te ha quedado una espinita con alguno que te gustaría interpretar?

-Uy eso sí, hay muchos, pero no es algo que me quite el sueño porque lo que vengo haciendo de unos años a esta parte es algo que yo elijo y estoy encantado con ello. Siempre hay más cosas por ahí, pero no me quitan el sueño.

-Te has sabido adaptar muy bien a los tiempos. Repasando la parrilla en el 96 estabas en la tele y en el 2016 también. Lo mismo ha sabido hacer Concha Velasco, con la que coincides en «Velvet».

-Mañana mismo (hace unos días) rodamos juntos otra vez, sí. Estoy encantado de la vida de volver a ver a Concha, como supuso volver a trabajar con Ángela Molina también en Velvet. Es una gozada porque son compañeras a las que quiero y admiro profundamente.

-Sigamos con los nuevos tiempos. ¿Hay algún actor joven en el que te sientes reconocido?

-Hay muchos, y muchos que lo hacen muchísimo mejor. En este oficio, pobre de aquel que piense que la edad, la experiencia, es sin más el grado. Hay gente que se ha muerto de vieja haciéndolo igual de mal que el primer día y gente joven que viene demostrando que esto se hace bien. Yo me reconozco en montón de chavales que están empezando y que lo hacen bastante mejor.

-Con 78 años y en activo dónde va la jubilación... ¿No la contemplas?

-No, mientras esté uno más o menos disponible y en forma, y sobre todo mientras me siga divirtiendo con mi trabajo, aquí estaré.

-¿A estas alturas te preocupa que llegue el día en el que te dejan de llamar?

-No me lo planteo. Si se da el caso, afortunadamente la bombona de butano está pagada y puedo quedarme perfectamente en mi casa.

-¿Te sientes reconocido?

-Sí, totalmente. Sin género de dudas.

-No te voy a pedir que escojas una, pero si te tuvieran que recordar por una película, ¿cuál dirías?

-Una no te podría decir. Sería un agravio comparativo desde La familia y uno más hasta la última, que está a punto de estrenarse, todas -y claro que las hay mejores y otras que son bastante malas-, son mis películas.

-En una ocasión dijiste que el momento de ir a rodar tu primera película fue el más feliz de tu vida. ¿Se ha vuelto a repetir? ¿Ha habido algún otro momento que compita con ese?

-Bueno, de mi vida no. Ese ha sido el momento más emocionante de mi carrera profesional, fue la leche. En la vida ya han pasado otras cosas.

-Hablando de la vida, con todo lo conocido que eres tú sabemos muy poco de la tuya. ¿Es una puerta que no abres?

-Claro, es que me parece obsceno. Bueno, allá cada uno ¿eh?, que yo no me meto en la vida de nadie. Que cada uno maneje su vida como le dé la gana. Yo soy actor y a partir de ahí, por mi trabajo todo lo que se pueda, pero mi vida es mi vida y ahí se ha acabado. Ahí no entra ni Dios.

-¿Qué fue para ti Alfredo Landa?

-Nos encontramos en el año 60, cuando empezábamos. Era como un hermano para mí. Si no hubiese coincidido con él yo hubiera tenido mi carrera, pero lo que no habría tenido es a uno de los amigos más queridos de los que he tenido la suerte de disfrutar.

-¿Te reconoces en aquel chico de Chinchón que se mudó a Madrid? ¿Qué permanece de él?

-Todo, todo. Procuro no descuidarle ni perderle de vista. Bueno, todo no porque con los años sería un tarado si uno pensara que el tiempo no ha pasado. Pero le tengo una fidelidad total y cada vez que me pongo delante de una cámara o salgo a un escenario yo echo mano del crío que fui. Y pobre de aquel que pierda de vista al crío que fue. Le tengo un gran respeto, un gran cariño y me llevo muy bien con él.

-Está claro que eres fiel a tu pasado.

-Yo soy memoria, y entre otras cosas creo que no se trata de ir tampoco mirando todo el rato hacia atrás porque te pegas con las farolas y también hay que mirar hacia delante. Pero yo soy incapaz de dar un paso hacia delante sin saber muy bien de dónde vengo. Eso lo tengo muy presente. Yo sé que le debo un agradecimiento permanente a todos los que han confiado en mí. Olvidarlos sería una cosa indeseable.

-¿Se hacen mejores películas ahora?

-Nunca ha habido época en la que se hayan hecho mejores ni peores películas. Es cierto que ha cambiado el soporte, han cambiado las tendencias y ha cambiado la influencia. Las salas de cine se transforman, se cierran, se convierten en otra cosa. El producto ahora lo ves a través de Internet, a través de un móvil. Eso ha modificado la ceremonia, el rito de la asistencia a la sala. Se ha desacralizado.

-También influirá el precio de la entrada y el 21 % de IVA, ¿o no?

-De todas maneras lo del precio del cine la gente se lo gasta en gambas, no nos engañemos. En gambas, en ir al fútbol o en otras cosas. El 21 % a quien le joroba vivo es a nosotros, porque es lo que te descuentan.

-¿Seguimos sin móvil e Internet?

-Sigo igual. Me lo puedo permitir porque lo tiene mi mujer, que es quien me lleva la agenda. Si no, no tendría más remedio que claudicar. Yo no tengo móvil y eso de Internet no sé ni cómo funciona. No lo digo por nada raro, simplemente por comodidad. No tengo nada en contra de los móviles porque sería una cosa de troglodita, pero tengo otras que hacer y no tengo móvil ni pienso tenerlo.