Paco León: «Prefiero tocar teta que tocar tela»

ANA MONTES

YES

BENITO ORDOÑEZ

El Luisma «buenrolloso» de Aida no para. Tras «Embarazados», Paco León se sube a bordo de «Kiki, el amor se hace» como director y actor en una divertidísima travesía por curiosas filias sexuales que tampoco él conocía.

08 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

En mayo estará en el Teatro de la Zarzuela en La Gran Vía y acaba de terminar el rodaje del thriller 7 años. Pero lo suyo siempre será la comedia, «algo natural, inherente a mí». Cuenta Paco León que esta película es intencionadamente sensible porque lo que más le conmueve es la gente y sus pasiones. Más cuando sus personajes buscan el placer en pareja coqueteando con filias sexuales tan peculiares como la dacrifilia, elifilia, somnofilia y harpaxofilia. En esta búsqueda, el director de Carmina o Revienta cree que los tabúes se deben derribar, haya o no sexo con amor, y marcando en la pantalla la línea del buen gusto.

-Kiki te ha quedado muy divertida y sensible.

-Es pretendido. El reto era llevar un tema sórdido como las filias sexuales a un terreno casi romántico sin perder la espontaneidad. Abordamos muchas texturas dentro del tono de la comedia con personajes complejos y con complejos. Y como la línea del buen gusto cada uno la tiene en un sitio, yo he marcado la mía propia. Espero que la gente la comparta.

-Hablando de sensibilidad, ¿qué te toca a ti tu corazoncito?

-Me gusta mucho la gente, me conmueve. Todas las pasiones humanas me tocan el corazoncito.

-Hablas de filias no muy conocidas. ¿De dónde las sacaste?

-Esta película es un encargo, un remake de otra australiana que ya hablaba de muchas, pero nosotros adaptamos el guion e hicimos otra película. Hay muchas filias que no conocía: casi mil. Hay de todo. Gente que se excita con personas altas o pasando frío o ¡hasta con las faltas de ortografía!

-La sorda en la película se excita tocando seda. ¿A ti qué te gusta tocar?

-Hombre, el tacto de la seda está bien, pero mejor es la piel. Prefiero tocar teta que tocar tela [risas].

-¿Crees que hacemos más el amor de boquilla o no?

-Hay gente que folla mucho y otra que no. Pero importa la calidad, no la cantidad. El sexo sin amor está muy bien pero el sexo con amor, que es de lo que trata la película, es una pasada. Aquí se reivindica como el lenguaje del amor, el amor grande y el amor pequeño: el afecto. No hace falta estar completamente enamorado para echar un polvo pero sí que haya cariño, afecto.

-¿Cuáles son los secretos para no aburrirse en pareja?

-Hay que estar muy pendientes de las necesidades de cada uno y de cómo cambian. No se puede dar todo por hecho. Por mucho que conozcas a una persona, en un año se convierte en otra. Hay que estar atentos.

-Así que la sal y la pimienta de una sana relación sexual serían?

-Saber qué es lo que a uno le gusta, le pone, buscarle lo que le erotiza. Y luego compartirlo y saberlo jugar en pareja.

-¿Dejamos de decir pequeñas y grandes verdades a la pareja cuando nos acomodamos en una relación?

-Depende de las parejas. Pero es tan bueno tener tus espacios de complicidad como tus espacios de intimidad.

-Otro tema que tratas es que se sufre mucho sin sexo.

-No te creas. Podemos verlo en la trama de Candela Peña y Luis Callejo, donde ella no ha tenido orgasmos desde que se casó, aunque no lo vive mal. Quien no ha probado nunca el jamón, no lo echa de menos, pero cuando lo prueba? [risas]

- En la cama, ¿tres son multitud?

-No, no tiene por qué. Tres, si se entienden, pueden ser hasta pocos. Y el máximo depende del tamaño de la cama [risas].

-¿Por qué confesaste en enero espontáneamente tu bisexualidad a Bertín Osborne en su programa?

-Se confiesan los pecados y yo no confesé nada pecaminoso. No suelo hablar de mi vida privada, pero tampoco tengo ningún problema con ella. Si surge el tema, como surgió, con naturalidad se puede hacer. La mayoría de la gente ha agradecido el qué y el cómo. Sois los medios los que engrandecéis todo esto. Yo he practicado esta libertad que todos tenemos porque tiene que haber una tolerancia a la diversidad. Hay tantas sexualidades como personas y hay que dejar de escandalizarse.

-Tú siempre haces reír pero... ¿qué es lo que no te hace ninguna gracia?

-Las sorpresas, los sustos y que la gente haga mal su trabajo no me hace ninguna gracia. Yo tengo mis momentos de jiji, jaja, como todos. Pero, en general, soy bastante seriote.

-¿Cómo te ves evolucionando en la dirección?

-Llevo tres películas como director y no sé cómo seguirá. Pero como actor sí tengo planes. Para mí la comedia es algo natural, inherente a mí y yo creo que voy a seguir haciendo comedia de mil y un tipo. Me gustaría seguir profundizando en este estilo de comedia mía, muy mixta, con muchos ingredientes melodramáticos y de thriller, porque es la forma natural que tengo de ver las cosas.

-¿Te ves almodovariano en «Kiki»?

-No lo tengo como referente. Para mí el referente siempre es la realidad, que en esta película es fresca y no amanerada. Pero he crecido con Pedro Almodóvar y su cine y soy súper fan. Cuando me otorgan ciertas similitudes me halaga y a la vez me avergüenza porque él es un genio y yo estoy haciendo solo mis pinitos. Almodóvar y yo no estamos en la misma liga.

-¿Cómo llevas estar a un lado y otro de la cámara?

-Ha sido la primera vez que me he dirigido a mí mismo. Pensaba que sería más complicado, pero ha sido fluido y nada psicótico cambiar de papel. Dirigía como director y compañero, y veía desde dentro cuando una toma era buena o no. Hay gente que está más por fijarse en si sale feo que en otras cosas, pero yo voy viendo y sé corregirme sobre la marcha.

-¿Hay algo que seas capaz de perdonarle a Luisma?

-Le perdono todo. Hasta el coñazo que me dan los fans lo agradezco mucho. Es entendible. Luisma me ha dado mucho más de lo que me ha quitado. Es luminoso y buenrolloso, tierno y optimista. Todo lo comparto y se lo doy a los personajes. Y a Luisma también.