Un cuadro con poso real

Mili Méndez

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RAMON LEIRO

REGALO PARA JUAN CARLOS I Este artista de Sanxenxo pintó la catedral de Santiago con el tinto Barrantes como paleta. El propio rey emérito pidió que le llevasen el lienzo a Madrid.

10 oct 2015 . Actualizado a las 05:45 h.

Durante una cena Abel Barandela se quedó absorto observando las tonalidades que adquirían los posos del vino que salpicaban el mantel, y ese día decidió aprovechar los matices que le brindaba el caldo para desarrollar su propia técnica artística. Pinta con vino. Él utiliza el tinto y su preferido es sin duda uno de la zona, el tinto Barrantes. «Tiene más cuerpo, es como más espeso, y su pigmento es más potente», explica. Sus cuadros pronto llamaron la atención en su ayuntamiento, Sanxenxo, y ya expone en varias galerías. Lo que nunca se imaginó es que hasta la propia Zarzuela se iba a rendir ante sus pinturas. «Por ahora todavía no sé dónde lo va a colocar el rey emérito», bromea. Un cuadro gemelo al que sujeta para la foto es el que se ha llevado don Juan Carlos I a Madrid. Cuando lo vio y le explicaron de dónde procedían los tonos entre burdeos y rojizos de la estampa no pudo evitar exclamar: ?¡Es vino!?. Sin embargo, Abel se queda con otra anécdota. ?Reconoció las torres de la Catedral de Santiago al momento?, resalta. Amante de las regatas, en septiembre el rey participó en una en la localidad pontevedresa y este fue el regalo que escogieron para despedirlo. 

 «La verdad es que me alegró mucho cuando me llamaron para comunicarme que habían elegido un cuadro mío», cuenta. ¿Un suvenir más? Todo parece indicar que no, porque don Juan Carlos pidió expresamente que no se lo enviaran por valija. Su amigo y responsable del Club Náutico de Sanxenxo, Pedro Campos, quedó encargado de llevárselo en persona. «Por lo que me dijeron los que estuvieron esa noche con él, supongo que quiso evitar que sufriera algún tipo de daño», comenta Abel. Estas Navidades serán las segundas en las que Felipe VI dé el discurso de Noche Buena pero, ¿y si vemos la pintura en la pared del despacho durante la retransmisión en la televisión? «Eso sí que sería una gran sorpresa, ¡tendría que llamaros si ocurre!», sonríe. 

La obra en cuestión es una panorámica de la catedral compostelana con dos manos en el primer plano. Una sujeta un pincel y otra una cunca. Dos de las pasiones de su autor. «Siempre me hizo ilusión que una de mis pinturas pudiera decorar alguna institución, pero nunca que llegara a Juan Carlos I», confiesa. 

PENSÓ EN UN VELERO

No obstante, el artista explica que la catedral no fue la primera opción: «Aunque en un principio barajamos la idea de un velero, por la afición de don Juan Carlos a la vela, con esta otra pintura creo que representamos de forma más global a Galicia», apunta. Contar con un miembro de la Familia Real entre sus admiradores no está mal, aunque su técnica de la enopintura le ha dado más alegrías. «Bodegas de La Rioja o de Valladolid, y también productoras de Ribera del Duero me han enviado cajas de vino a casa», cuenta. Uvas de graciano, garnacha? en su estudio Abel va experimentando. «Para que la tinta que deja el vino aguante tengo que tratarlo. Dibujo sobre papel-tela, que imita la textura del lienzo. Una vez aplicado el vino esparzo acrílico. Oxida y deja unos tonos sepia, como vintage. Después lo fijo todo con laca y por último lo rocío con un poco de látex líquido», describe. Aunque empezó pintando como un hobby, en su agenda ya tiene varias exposiciones anotadas. Para inspirarse le sirve cualquier objeto o paisaje de su entorno, bien aderezadas con unas pinceladas de tintorro.