Y si no hay disco... ¿adonde?

YES

Santi M. Amil

DEL PASEO AL BOTELLÓN No hay término medio. Los chicos de 15 años pasan de dar una vuelta hasta el burguer a irse de botellón y de pubs. Así, sin anestesia. Y todo porque las sesiones de tarde de las discotecas desaparecieron de golpe y plumazo. Ellos mismos nos cuentan cuáles son sus planes.

30 may 2015 . Actualizado a las 09:26 h.

Qué difícil es tener 15 años. Aún no son lo suficientemente mayores como para hacer de su capa un sayo, pero tampoco son los niños que sus padres siguen viendo cuando les miran. Por si esto fuese poco, las hormonas les invaden y sienten que nadie les entiende. Con este panorama solo quieren ver delante a sus amigos. Y no podemos reprochárselo. Pero, padres del mundo, ¿sabéis lo que hacen cuando no estáis con ellos? Si el tema os interesa ?y apostamos algo a que sí? acompañadnos en este recorrido pandillero por Galicia. Y si eres de 15 también, porque esto te importa. Y mucho. Empecemos por el plan de tarde.

Elena, Raquel, Paula, Fátima, María e Iria son seis jóvenes ourensanas que este año cumplen 17 años. Se conocen desde pequeñas, ya que son compañeras del mismo colegio. Los fines de semana es tiempo de ocio para ellas y, como explican, elegir es fácil porque la ciudad les ofrece muy pocas cosas que hacer con su edad. En Ourense existen varios sitios de reunión para jóvenes de esta edad, aunque dos son los más habituales. Están el centro comercial y el parque de San Lázaro, este último un clásico de la juventud ourensana desde hace varias décadas. «Solemos quedar en una cafetería del parque, pedimos algo de beber y hablamos de nuestras cosas», explican. Además, y como el presupuesto a estas edades es el que es, aprovechan los lugares donde tomar un pincho es más barato. «Aquí a partir de las siete dan  de forma gratuita con la consumición patatas con salsa y pinchos variados, por eso estamos aquí, aunque a veces vamos a tomar una hamburguesa al centro comercial, a ver tiendas de ropa y poco más».  Sin embargo, las seis han encontrado otra manera diferente de pasar el tiempo libre y dedican la mañana de los sábados a acudir al comedor social de Cáritas para echar una mano.

DE CENTRO COMERCIAL

Pero el rey indiscutible de las quedadas de los adolescentes sigue siendo el centro comercial, una tendencia que se replica en toda Galicia, desde Narón a Lugo, Pontevedra o Santiago. Eso sí, los chicos de ahora reservan el cine para un día excepcional porque lo suyo es ir de tiendas y al burguer. Como en todo, hasta en esto hay bandos. Sin ir más lejos, en A Coruña la juventud se divide entre los que van al centro comercial anexo al palacio de congresos Palexco ?Los Cantones Village? y los que se pasean por otras zonas del centro como el Parrote. Los grupos que van al centro comercial son más «de pijerío», como dice Paula, la chica de 15 años que ilustra nuestra portada junto a su grupo de amigas. La misma que nos revela la existencia de una nueva denominación para las chicas que van a Los Cantones Village: las palexqueras. Las que no lo son, como ella, se dedican a pasear y tomarse algo por las calles del centro de la ciudad. «En el Burguer King de la Marina los sábados por las tardes no se entra», asegura. Como el resto de jóvenes de este reportaje, nota que no pueden disfrutar de otro tipo de ocio porque «no hay ninguna discoteca de tarde».

En eso están de acuerdo todas las pandillas, incluso las que son de planes más alternativos que se escapan de las compras y las tardes de centro comercial. Aquí encuadran Espo, Sanz, Pablo, Roi, Javi, Iago, Marina y Kiko. Suelen quedar los viernes o los sábados, «cuando no hay clase», y la mayor parte de las veces se encuentran en la coruñesa plaza de Pontevedra, donde hacen skate y hablan de sus cosas. A no ser que llueva, porque en ese caso cuentan que cambian de escenario y se refugian bajo los soportales de la plaza de María Pita. Sus tardes son más alternativas que las de otros grupos, eso está claro. Pero no se resisten a la llamada discotequera. «Si hubiese sesión de tarde sí que iríamos a bailar. Nunca estuvimos en una, pero siempre lo pensamos», aseguran. Pero, ¿qué hacen entonces los adolescentes? Pues salir de noche. En tan solo un año, que suele ser el que transcurre en el salto de los quince a los dieciséis, estos chicos pasan de pasear por el centro a irse de botellón. Sin término medio.

DE COPAS A LOS QUINCE

Estos chavales nos dicen que empezaron a salir por la noche a los quince. Sí, a los quince. Y que muchos tienen a sus padres esperándoles con el coche en marcha a las 2.30 de la madrugada para devolverlos a casa. Pero ahora tienen dieciséis, así que la mayoría se quedan ya hasta las 3.30 o 4. Su plan nocturno se resume en dos fases bien definidas: primero toca ir de botellón a los Jardines de Méndez Núñez, y a eso de las 2 llega la hora de trasladarse a los bares del Orzán. Y es allí donde surge el problema. Son menores de 18, así que no es fácil entrar.

?VAMOS A LA CAZA?

Esto se lo saben muy bien Laura y su pandilla, que narran sus salidas nocturnas como una auténtica odisea. «El botellón empieza a las 12», cuenta esta chica de 16 años que dice que los de su grupo cenan en casa y luego se van a los jardines armados con la bebida. «Después vamos para el Orzán, a la caza, a ver dónde nos dejan entrar», indica Laura resignada, ya que «solo nos dejan entrar fijo en un bar que es cochambroso, y luego en un par de ellos más. Si vamos con los de 18 hacen un poco más la vista gorda».

Pero las inclemencias no se terminan ahí. «En el botellón nos morimos de frío, sobre todo las chicas, y acabamos destrozadas de los pies de estar tanto tiempo de pie con los tacones», apunta la chica, que no obstante matiza que, pasada la barrera de la primera impresión, se deshacen de todo el glamour y sucumben a la comodidad. «A las dos de la mañana ya te da todo igual, te pones la cazadora y las bailarinas y ya está», dice Laura. Para ella eso de tomarse una copa sentaditos al calor «es un lujo. Ahora te dan la paga y no puedes gastarte tanto en un día. Con el botellón por dos euros puedes beber lo que te apetece», cuenta. La joven aplica esta misma norma económica a sus planes de tarde. «Por eso tampoco vamos casi nunca al cine, porque es carísimo y solo vamos cuando es una película de esas que no te puedes perder». Con esta limitación solo les queda la coca cola y el pincho, pero hay calles que no pisan. Por ejemplo, en A Coruña no van a la de la Estrella, una de las más emblemáticas y llena de locales, «porque allí va la gente mayor». No vaya a ser que se encuentren con sus padres y la liemos. Pero no solo de ciudad se vive en la adolescencia.

KILÓMETROS PARA IR AL CINE

En los jardines Noriega Varela de Viveiro hace un frío un pelín peleón, brrrr... pero se soporta. Primavera loca loca. Al otro lado de la ría están los multicines, cerrados el año pasado, que a los más cinéfilos causa llorera. Y justo en la boca de la desembocadura del Landro, hace más de una década, hubo hasta discoteca con horario de tarde. Todo un lujo, pensará un grupo de jóvenes para los que, confiesan con cierta resignación, el sinónimo de juerga es pasear, tomar algo, más paseo, otra visita a un local... y así, hablando de lo divino y lo humano. «Outras veces vamos á casa de algún de nós a ver unha peli», señalan. Pero bueno, ¿dónde quedan mis modales? Les presento: Raquel Gómez, Carla Liz, Patricia Cordal y Bruno Rivera, generación de 1998 y 1999.

La ausencia de cine es una faena, pues les obliga a hacer kilómetros hasta Lugo o A Coruña. Tengo ante mí, además, una fan fan fan de ?Star Wars?. «Quedan 200 e pico días para a estrea da saga. ¡Teño o contador posto no móbil!»,  cuenta Carla, que en sus ratos de ocio comparte pasión por la gimnasia con Raquel. Adrián Ben, campeón de España en atletismo, no está en la charla pero trasladó una queja a su pandilla al saber que iba a salir en el YES: «Non hai pistas de atletismo en Viveiro e hai que entrenar polo paseo». «Nos falta un lugar como un bar para jóvenes, que haya gente de nuestra edad», lamentan. Bruno recuerda que este año le pidieron el carné en un pub y no entró: «Por min cumpría os dezaoito xa». «Claro, nas cidades nun centro comercial os xoves xa teñen cines, tendas, salas de xogos, bar para a xuventude...», dicen.

Pero tranquis, ahora llega el  ansiado verano. «Mi hija en verano es otra persona. ¡Naseiro por fin!», dice la madre de una de las chicas. Es que es el ?top ten? de las romerías. Fijo que ya están poniendo el contador en el smartphone. 3, 2, 1...