Si no bailas bien... no me caso

YES

PACO RODRÍGUEZ

La temporada de bodas está llenando las escuelas de danza de parejas sin sentido del ritmo que buscan ayuda par a no pasar un mal tragao durante el baile nupcial.

23 may 2015 . Actualizado a las 05:20 h.

Para los clásicos está el tradicional vals del Danubio Azul o alguna versión más moderna como puede ser el Delilah de Tom Jones. Los más atrevidos tiran de sus amigos para preparar divertidos flashmobs con los que dejar boquiabiertos a todos los asistentes. Pero, ¿qué pasa con los recién casados que están sordos de un pie (o incluso de los dos)? Cada vez son más las parejas que recurren a la ayuda de profesionales para preparar el baile nupcial, y conseguir así que sus escasas habilidades en el mundo de la danza pasen desapercibidas con una coreografía adaptada a sus necesidades que convierta las previsibles risas en algún que otro aplauso. 

La bailarina y coreógrafa de la escuela World Dance Center de A Coruña, Nuria Rodríguez Dieste, recomienda al menos dos meses de ensayos con una clase semanal para preparar una coreografía que luzca y sorprenda a los invitados, aunque reconoce que «todos trabajan mucho más rápido de lo que creen, y una vez que se pierde el miedo y la vergüenza, las parejas se sueltan y los pasos fluyen con facilidad». 

Pero no todo es mover los pies y seguir el ritmo que marcan los coreógrafos en las escuelas. Allí todo es más fácil. La clave para que el baile sea un éxito es practicar en casa hasta interiorizarlo por completo y asimilar cuanto antes que en pocas clases ninguna pareja se convierte en Eleanor Powell y Fred Astaire. «Es necesario tener tranquilidad y seguridad en los pasos. Y aunque se equivoquen, solo ellos conocen la coreografía, así que mientras no pongan muecas, se rían o se queden parados, podrán salir del paso perfectamente», asegura Nuria.

MÚSICA Y A BAILAR

Cuando te pasas meses preparando cada mínimo detalle para tener una boda perfecta, elegir la primera canción para bailar ya como marido y mujer no suele ser tarea fácil. Lo más frecuente es recurrir a un tema que les resulte especial o que les evoque algún buen momento que hayan pasado juntos. Los hay que tratan de sorprender a sus padres y deciden bailar la misma canción que ellos el día que se casaron. Y algunos, los más osados, incluso quieren sentirse como en una película y se atreven con la coreografía por excelencia en el mundo del cine: la de Dirty Dancing. Eso sí, hacer el salto final ya queda bajo su responsabilidad. Cualquier ayuda es poca para los que tienen dos pies izquierdos. Pero en este caso recurrir a Google o a los tutoriales de Youtube no parece la mejor idea. Y puede que yendo a clases se despierte en ellos el bailarín oculto que llevan dentro y de ese modo, lo que empezó casi como una obligación, se convierta en una afición común hasta que la muerte les separe.