El Celta se hace mayor ante el rival más incómodo

Lorena García Calvo
lorena garcía calvo VIGO / LA VOZ

DEPORTES

BENITO ORDOÑEZ

Solo la falta de intensidad a la hora de defender el balón parado empañó su papel

21 sep 2014 . Actualizado a las 11:01 h.

El sinsabor del empate ante la Real Sociedad se lo sacó ayer el Celta con la igualada del Calderón. Porque el punto que los de Berizzo lograron ante el Atlético de Madrid es de los que saben a gloria. Primero, por la entidad del rival, y segundo, por la dosis de sufrimiento que exigió. La pausa que le faltó a los célticos ante los de Arrasate, la encontraron frente al vigente campeón de Liga en un duelo en el que a Berizzo no le tembló el pulso a la hora de amontonar defensas con los que arropar a un Sergio Álvarez cuyas intervenciones fueron merecedoras de una ovación. Eso sí, el balón parado empañó el trabajo celeste.

El once

La hora de Hernández y Mallo

Berizzo anunciaba cambios, y cumplió. El argentino necesitaba un sustituto para Nolito y decidió que era hora de que Pablo Hernández tuviese protagonismo. No le fue mal al argentino, que protagonizó la jugada con mayúsculas del partido al marcar de tacón. Ovación para el internacional e incredulidad entre la parroquia colchonera. El otro cambio céltico llegó en el lateral derecho, donde Berizzo priorizó a Hugo Mallo en detrimento de Jonny. Para el de Marín era su primer partido oficial del curso, mientras que el de Matamá, tras tres titularidades, entró desde el banquillo.

El sistema

Corregir a tiempo

El Celta inició el partido como si el cambio de Hernández por Nolito fuese hombre por hombre, pero pronto se dio cuenta Berizzo de que la velocidad y el desborde del gaditano no son los argumentos que aporta el argentino sobre el césped, por lo que tiró de pizarra, reclamó a Orellana para la izquierda y encomendó al Tucu una parcela más centrada. El Poeta, un comodín en los últimos metros, se responsabilizó sin dificultades de esa banda zurda. Peor lo pasaron los vigueses en ese carril a la hora de defender, puesto que en el arranque la banda izquierda del Celta fue una vía de agua que a los de Berizzo les costó lo suyo tapar.

Adaptación

Las necesidades mandan

El Celta supo contrarrestar las armas del Atlético de Madrid. Consciente de que la presión y la velocidad de los del Cholo podían chocar con su fútbol raseado y en corto, decidió alternar su juego bonito con los balones largos que Sergio enchufaba al espacio del extremo izquierdo. Con el marcador favorable, los de Berizzo se crecieron exponiendo su versión combinativa, aunque el segundo tiempo exigió un planteamiento más práctico que, en esta ocasión, sí cuajó.

Balón parado

La asignatura pendiente

Pasan los partidos y cambian los entrenadores, pero la asignatura del balón parado sigue sin aprobarse en el Celta. Miranda y Godín fueron los encargados de desnudar las carencias del equipo en esa tarea. En el primer gol el central colchonero entra solo para rematar, y en el segundo Godín cabecea sin complicaciones ante un Celta demasiado blando a la hora de defender y saltar. Ante un rival como el Atlético de Madrid, capaz de solventar los partidos por la vía rápida en el juego a balón parado, ser poco expeditivos se paga muy caro, y a los vigueses les faltó sangre a la hora de defender la estrategia.

El tempo

Y el equipo encontró la pausa

La pausa que el Celta no supo poner ante la Real, la exhibió ante el Calderón. El equipo supo ralentizar el juego, bajar las revoluciones al Atlético, y sufrir. Berizzo tomó medidas desde el banquillo, y sus jugadores sobre el césped. Un punto colectivo con sabor a triunfo.