Una firma de Vigo aplica tecnología de visión artificial para empacar sardina

Soledad Antón García
soledad antón VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

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Hermasa prevé tener el prototipo en el 2018 y comercializar la máquina en el 2019

25 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Adelantarse al mercado y apostar por equipamientos que la industria conservera va a demandar en el futuro. Esa es la filosofía de cabecera de Hermasa, cuyos responsables confirman que la empresa «vive de inventar nuevas máquinas». Es lo que ha convertido a la compañía viguesa en uno de los referentes del sector en el mundo. Hasta tal punto que, según se recoge en su página web, «si tuviéramos que colocar en el catálogo las banderas de todos los países donde tenemos clientes parecería una asamblea de Naciones Unidas».

Siguiendo esa línea de anticipación de la que presumen, están trabajando en el desarrollo de una máquina que realiza de forma automática el llenado de las latas de sardina. Podrá aplicarse también a otras especies pelágicas como el jurel o la caballa. «Es algo que no existe y que dará respuesta a la demanda del sector», afirma el director comercial de Hermasa, Adrián Carril, que explica que se trata de un proyecto en el que se incorpora la visión artificial, una tecnología que ya vienen empleando en otros proyectos que han revolucionado la industria conservera, como ha sido el caso de la máquina clasificadora de atún.

Carril subraya que Robicos, que es como se denomina el proyecto, cuenta con un presupuesto de 1,8 millones de euros. Cuenta con la colaboración de Anfaco y Aimen y completan el panel de socios Pescados Rubén, Megodeza y Conservas Selectas de Galicia. «En la actualidad las latas de sardinas se llenan de forma manual, lo que reduce la eficiencia en hasta 30 puntos en comparación con el método robótico que estamos desarrollando», señala Carril, que añade que será una máquina pionera en el mundo. La previsión es disponer del primer prototipo a principios del 2018. «En el 2019 debe ser ya una realidad en el mercado», sostiene.

El principal objetivo de Robicos es obtener conservas de peces pelágicos con una calidad premium a lo largo de todo el año con una mínima variabilidad en el proceso.

Carril confirma que Hermasa está trabajando en otro proyecto revolucionario del que evita dar datos, «dado que hay otros socios implicados y nos debemos al compromiso de confidencialidad». Sí anticipa que está relacionado con la búsqueda de nuevos materiales y nuevos continentes para envasar el atún. «Aunque estamos arrancando, tiene que estar finalizado este año, así es que el resultado se verá muy pronto en el mercado», dice.

Uno de sus logros más notables en el sector del atún, en este caso en colaboración con la empresa Marexi, ha sido el desarrollo de la primera máquina del mundo clasificadora de atún. Separa las unidades no solo por especie, sino también por peso.

Con una plantilla de 50 personas, Hermasa factura 10 millones de euros al año. Desde su fundación en 1941 ha registrado más de 70 marcas y patentes. En la actualidad cuenta con 10 patentes en vigor.

«En el mundo no hay conservera que no tenga una máquina hecha en Galicia»

Adrián Carril, director comercial de Hermasa, subraya que la investigación no es un departamento más de la empresa, sino que la I+D alcanza cada rincón de la compañía. Añade que en buena medida es lo que les ha garantizado abrirse un camino de cierto éxito en el mercado, también en el internacional. «No hay conservera en el mundo que no tenga una máquina hecha en Galicia», afirma. Recuerda que la firma exporta a 63 países, incluido Tailandia que es el primer productor de atún del mundo. «Y apenas hace un mes empezamos a vender en Maldivas».

De hecho, recuerda Carril que la carrera de internacionalización ha sido meteórica en los primeros 16 años del siglo. «En el 2000 las exportaciones representaban un 60 % del total de la facturación, en tanto en el 2016 el porcentaje alcanzó el 95 %». Eso no significa que desatiendan en el mercado nacional, lo que ocurre es que en parte por su madurez y en parte por la crisis, la inversión en maquinaria no fue su mayor prioridad. Carril subraya que lo importante no es el número de unidades que fabrican, sino la capacidad de crear productos nuevos que revolucionan la manera de trabajar en el sector.