Aliño para la ensalada intergeneracional

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

XOAN CARLOS GIL

Niños acompañados de adultos aprenden juntos en los cursos que imparte la veterana cocinera viguesa Montse Alonso

17 abr 2017 . Actualizado a las 09:44 h.

Desde hace un par de años, adultos y niños se reúnen alrededor de la cocina con un doble afán. Divertirse y aprender juntos son los motivos principales que les lleva a participar en los cursos intergeneracionales que se imparten en el aula de cocina de Afundación del centro social de Vigo. En este caso, Montse Alonso es la que ejerce de maestra para todos. Ya curtida en otras lides, la viguesa se acercó a la gastronomía desde el aspecto didáctico y profesional, aunque lleva toda la vida con los fogones cerca. «En mi vida laboral he trabajado en muchos sectores, pero lo de la cocina llegó de último», cuenta. Cocinaba en casa «y experimentaba en plan autodidacta» teniendo a su familia como cobayas, encantados de ejercer de catadores, «aunque también he hecho muchos cursos, pero como más he aprendido ha sido practicando».

Hace siete años, su trayectoria dio un vuelco al quedarse sin trabajo, y otro más cuando le propusieron dar unas clases de cocina en una asociación. Así empezó una etapa vinculada a la enseñanza gastronómica, que continuó con cursos en entidades y varias oenegés. «Me empezó a gustar de tal manera que ahora estoy totalmente volcada», indica.

Ahora, su objetivo es transmitir sus conocimientos de forma sencilla y clara. Que sus alumnos adquieran el gusto de cocinar con cariño y si es posible, con placer, y no complicarles la existencia con retorcidas recetas que hacen que el aprendiz abandone a las primeras de cambio. La cocinera reconoce que buena parte de sus conocimientos culinarios los heredó de su madre, «que era muy buena cocinera», pero ha ido sumando referencias. «Empecé con la repostería porque me gustaba mucho, pero lo que más me interesa es la cocina creativa, los platos basados en recetas tradicionales e ingredientes básicos, pero dándoles una vuelta para hacerlos más atractivos».

En su opinión, la cocina tampoco tiene tantos secretos. Partiendo de un buen producto, no hay problema. «Para el día a día no es necesario echarle tanto rollo como los chefs famosos. Lo que importa en este caso es que al abrir la nevera sepas sacar partido a lo que tienes. Y con lo que menos te imaginas, puedes preparar una comida riquísima», asegura. «Y hay que cuidar mucho la presentación y la limpieza», añade.

Montse Alonso suele dar clases en organizaciones como Cáritas o Cruz Roja, donde buena parte de su alumnado llega de otros países. Montse reconoce que el intercambio de saberes es mutuo. «Yo les enseño y a la vez aprendo muchísimo. Es lo primero que les digo: ‘Vengo a enseñar lo que yo sé y a aprender lo que vosotros me enseñéis’». Y se atreve con todo. «En casa ya están curados de espanto. Hago todo lo que se me pasa por la cabeza y todo lo pruebo antes en mi cocina», explica.

En Afundación imparte diferentes cursos, desde nociones para principiantes hasta cocina mexicana, pero entre sus favoritos están los intergeneracionales, que da para niños acompañados de adultos. «Lo planteamos como un juego en que los chavales se sueltan y los mayores hacen de pinches supervisan labores que pueden resultar peligrosas, como cortar o meter las cosas al fuego. Todos participan y los niños te aportan muchísimo porque son muy espontáneos», asegura. También les sirve para experimentar con los sabores. «Se animan a probar cosas que en principio, no les gustan». Y cuenta una anécdota reciente protagonizada por un chaval que le advirtió de su escasa amistad con las espinacas. «Pero me preguntó: ‘¿Se pueden comer crudas? Voy a probarlas. ¿Sabes? Creo que me está gustando’», recuerda.

Los niños, de entre 6 y 14 años, se implican y participan en todo el proceso, que incluye fregar y recoger. En cada sesión elaboran un plato salado y uno dulce. En el último tocó hacer bocatas de berenjena con jamón y queso y brownies de chocolate y nueces, que se llevaron a casa, orgullosos.