Cuando la bici es tu transporte diario

María Jesús Fuente Decimavilla
maría jesús fuente VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

m. moralejo

Cada vez más vigueses acompañan a sus hijos al colegio y van al trabajo sobre dos ruedas

12 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La falta de carriles bici sobre los que poder circular con seguridad no impide que cada vez sean más los vigueses que se atreven a utilizar la bicicleta como medio de transporte. Las infraestructuras específicas se sustituyen por aceras, zonas peatonales, calzadas, caminos y todo lo que haga falta con tal de evitar el volante. El único requisito es circular con cien ojos. Es lo que hacen numerosos padres que acompañan a sus hijos al colegio, empleados que acuden a su centro de trabajo o, simplemente, que van a cualquier recado.

Los padres. Pedro Fernández acompaña a sus hijas al colegio García Barbón. «Vivo en la plaza de Compostela y trabajo enfrente, en una consignataria. Me viene bien ir en bici, en diez minutos las dejo», comenta. A medida que se ha ido ampliando la familia ha ido implantando nuevos sistemas para no cambiar de vehículo. «Ahora tengo tres hijas de 11, 10 y seis años. No las llevo a todas sentadas, me hice unas planchas y pueden ir de pie. Ahora llevo a una sentada, a otra de pie y a la siguiente remolcando, como si fuera un patinete. A las niñas les encanta y a mí también, porque no cojo el coche y ahorro tiempo. Y si no llueve mucho, paragüitas», explica.

Lleva haciendo esto muchos años. De hecho, nunca llevó a su hijas al colegio andando. Por el camino se encuentra a un par de padres más como él, con el mismo vehículo. Y eso, reconoce, que no era de bicicleta, nunca hizo ciclismo, pero de esta forma hace deporte casi sin querer.

Sobre los problemas a los que se enfrenta durante el recorrido, no duda que hasta ahora ha tenido suerte. Las aceras del Areal son grandes y le facilitan las cosas. A veces se encuentra a la policía, pero le ven con las tres niñas y no le dicen nada. Suele ir con tiento.

El profesor. José Manuel Suárez lleva la afición por la bici en la sangre. El presidente de la asociación A Golpe de Pedal no podía acudir al trabajo con otro medio de transporte. Cada día coge su casco y la bicicleta y se dirige al Colegio Miralba (Jesuitinas) donde imparte clase. Es el mejor ejemplo para sus alumnos. Lleva más de quince años utilizando la bicicleta para ir al trabajo y ha tenido algún susto que otro, como por ejemplo cuando alguien abrió la puerta de un coche sin mirar y acabó dando con sus huesos en el suelo.

Conoce a mucha gente que, como él, va en bici al trabajo. Por ejemplo, a Citroën, o al colegio, circulando por la acera con miedo. Por lo menos, dice, tienen mérito y los niños lo van a trasladar a su vida adulta.

«Quizás en los últimos años la bici está más de moda y se visualiza, estamos más presentes y nos respetan un poco, pero aún hay que avanzar, sobre todo aquí. Igual es que nunca hubo un planteamiento serio», apunta.

De momento cree que la bicicleta sigue siendo para muchos un estorbo y está convencido de que es cuestión de paciencia y de convivencia.

«Tenemos que estar segregados de los peatones, ellos están más desprotegidos y tienen su propio espacio. Es más positivo situarnos en la calzada con velocidades de 30. En otras ciudades, como Barcelona, lo pusieron con los peatones y fue un desastre», añade José Manuel Suárez. Cree factible que los ciclistas tengan su propio espacio con señalizaciones y campañas de seguridad vial.

Para trabajo y ocio. Susana Trezado lleva dos años desplazándose de casa al trabajo en bicicleta, o lo que es igual, desde Sanjurjo Badía hasta A Pedra. «Como es un camino cortito lo llevo muy bien. Si tengo que hacer recados a sitios que no están lejos, por ejemplo al centro, también la llevo», indica. Por las tardes o fines de semana la utiliza para recorridos más largos como deporte y va hasta Bouzas, Panxón o Chapela. Y en verano, se traslada a la playa.

«El tráfico es lo peor. Por el Areal es más tranquilo, pero para ir a la playa es más complicado», dice. Las zonas que ve más peligrosas son Beiramar y Coia, porque hay demasiado tráfico y circula muy rápido. En esas zonas le gustaría que se separaran los coches de las bicicletas.

La mayoría de los conductores de coches la respeta, pero alguno la adelanta demasiado cerca o le mete presión para que apure y se pone nerviosa o va más rápido.

Su recorrido más habitual para ir al trabajo es por Sanjurjo Badía, García Barbón, Isaac Peral, Areal, continúa por Montero Ríos hasta el Náutico y sube por A Laxe hacia A Pedra. Al llegar al trabajo pone un candado a la bici y la deja fuera. En casa la sube al balcón. No tiene miedo de que se la roben, pero reconoce que si tuviera una bicicleta mejor, sí que se preocuparía y tendría más cuidado.

Sobre los aparcamientos para bicis, cree que por el centro de la ciudad se han puesto bastantes y cita las inmediaciones de la calle del Príncipe, de la Porta do Sol y del Náutico.

Como al resto de personas amantes de este medio de transporte, le gustaría circular tranquila por la ciudad y contar con el respeto de los conductores de coches para eliminar el temor que producen algunos viales.