Las muertes por violencia de género disparan las consultas a la Rede de Mulleres

María Jesús Fuente Decimavilla
maría jesús fuente VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

m. moralejo

En lo que va de año ya son más del doble las mujeres atendidas y el número de servicios prestados con relación al 2016

07 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El incesante goteo de muertes de mujeres por violencia de género registradas en distintos puntos de la geografía española ha hecho saltar todas las alarmas. La Rede de Mulleres Veciñais contra os Malos Tratos ha sido la primera en percibir la preocupación existente entre la población femenina de Vigo y su área metropolitana. Lo demuestran los doscientos servicios que ha llevado a cabo tan solo en los dos primeros meses de este año. La cifra supone más del doble que la del mismo período del 2016, cuando registró 72 servicios.

También el número de mujeres atendidas fue muy superior en lo que va de año, como demuestran las 72 que pasaron por las dependencias del Casco Vello frente a las 33 del pasado año entre enero y febrero. En todo el 2016 atendió a unas doscientas mujeres en ochocientas ocasiones.

Entre los motivos que hacen de este servicio uno de los más eficaces del área de Vigo figuran sus casi veinte años de experiencia y la rapidez en la atención.

«Hay que destacar que se atiende al momento y que la mayoría llega sin cita. Debemos de ser las únicas que atendemos al momento, sin tener que pedir cita previa, y si la situación lo requiere, estamos dos horas y pico con una persona», comenta Rosa Fontaiña, portavoz y coordinadora de la Rede.

Entre los servicios que presta están los acompañamientos a diferentes espacios, como juzgados, centros sanitarios, oficinas de los cuerpos de seguridad y, en general, a gestionar todo tipo de trámites, e incluso a las propias casas de las mujeres para ayudarlas a recoger los enseres.

«Si no denuncian más es, muchas veces, porque conocen a otras que lo han hecho y los resultados han sido muy malos. Hay que preparar a los profesionales de los juzgados, que, en general, no están bien formados en estos temas. Te puede tocar un abogado sin sensibilidad y estás perdida. Y no me refiero solo a los de oficio», apunta Fontaiña. No cree que este asunto se les haya ido de las manos a los políticos, porque, dice, «de las manos no se va algo si no se ha mostrado interés, y no veo que se empleen a fondo. Nosotras llevamos casi dos décadas con esto y no nos consultan para informarse y ver qué está pasando. Cuando hay un asesinato empiezan a decir si había denuncia o si no la había. ¿Qué importa en ese momento? Es un asesinato».

La portavoz de la Rede pone en duda la eficacia del 016. No cree que una mujer que está pasando una crisis se ponga a contar su vida por teléfono. «Nunca le encontré utilidad, solo es publicidad. Que me digan los resultados. No los hay. Las mujeres nos dicen: ‘Hablamos y ¿para qué? Acabamos antes llamando directamente a la policía’».

En caso de que la denunciante sea extranjera y no hable español, se suma un problema más, el de la traducción a la hora de la declaración y del juicio. La Rede lleva años solicitando mayor profesionalidad en este sentido para evitar tergiversaciones. Pide también formación específica sobre violencia de género para los traductores profesionales.

En la actualidad el número de mujeres extranjeras maltratadas ha descendido de forma considerable. El motivo es, sobre todo, el regreso a sus países de origen. Es el caso de las africanas. En la actualidad, la población femenina extranjera víctima de violencia de género procede en su mayoría de Perú, Brasil, Colombia, Paraguay y Portugal.

La media de edad de las mujeres atendidas se sitúa entre los 31 y los 50 años.

Lo habitual es que las más jóvenes sufran acoso a través de las redes, lo cual no impide que lo padezcan también de forma directa, según reconoce la Rede de Mulleres Veciñais contra os Malos Tratos. Creada en 1998 ligada a la Federación de Asociaciones de Vecinos, en el 2003 se independizó de la anterior y se constituyó como organización de mujeres.

Al principio se reunía en cafeterías y en las casas de sus asociadas hasta que el Concello les cedió un local en el centro cívico de la calle Oliva, en pleno Casco Vello.

El personal del que dispone (psicóloga, abogada, trabajadora social, administrativa) es discontinuo al corresponder al plan de empleo del Concello, excepto la abogada, que es del programa de cooperación de la Xunta.

Cuando se acaban los contratos, la Rede sigue funcionando y atiende igual, mañana y tarde, aunque en ese caso, con dos personas. Nada que ver con las cinco trabajadoras que tiene en este momento y que no dan abasto.

El empeño ha permitido a la entidad salvar todos los obstáculos, hasta el punto de ser una de las tres redes que han logrado mantenerse en España, de las creadas en su misma época.