Las dos caras de la moneda

Lorena García Calvo
lorena garcía calvo VIGO / LA VOZ

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Agencia LOF

El moañés convierte en oro todo lo que toca mientras el italiano peregrina por el Celta sin reencontrar su pasado

27 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Un abismo. Esa es la distancia que hoy por hoy media entre Iago Aspas y Giuseppe Rossi, y que quedó patente en El Molinón, donde el moañés fue capaz de hacer en un puñado de minutos lo que al italiano se le resistió en 78. Poner orden en el ataque, generar ocasiones y marcar. Esa es la diferencia.

El currículo de Rossi está repleto de partidazos y éxitos. Sin embargo, en el Celta no se está viendo al futbolista resolutivo que maravillaba en otros tiempos. La falta de continuidad no le ayuda, pero más allá de eso, lo que la temporada está mostrando es que el atacante no logra exprimir sus oportunidades. Combina acciones deliciosas con un tránsito apagado por los terrenos de juego que poco o nada tiene que ver con la energía que desprende Iago Aspas.

El moañés hoy por hoy es su antítesis. Cada vez que pisa el verde el Celta se ve más seguro y sabe qué tiene que hacer: confiar en él. Frente al Sporting de Gijón ejerció una doble función. Ante la falta de ideas que asolaba el centro del campo hasta la entrada del Tucu, asumió la tarea de creador. Retrasaba su posición para generar él mismo ataques que hacían que todo el frente ofensivo céltico se enchufase. Metió una marcha más al grupo y aportó una claridad de ideas que hizo creer en la remontada.

Pero, además de esa creatividad ofensiva, Iago pone esfuerzo y colabora en defensa como si fuese un zaguero más. «Iago juega y hace jugar», describía ayer Berizzo. Algo que le cuesta a un Rossi que no tiene el físico de su compañero y que es metido en el área donde aporta su mejor versión. Mientras el moañés hace gala de versatilidad y lo mismo puede servir de punta que de banda o enganche, el genio de Rossi se concentra en el área pequeña, aunque cada vez le cuesta más exponerlo. Y esa es una gran diferencia. Iago está viviendo un idilio con el gol y el italiano está desangelado en esa faceta. En el caso del moañés, los goles llegan de todas formas. Incluso en falta, como su gol de ayer. Y en los últimos ocho días, lleva tres, a Osasuna, Shakhtar y Sporting.

Tomando como referencia la Liga, Aspas firma un promedio de un gol cada 118 minutos de juego. Lleva trece en 21 contiendas y entre Europa League y Copa del Rey su cuenta se va ya a los 18 goles. Rossi, con 583 minutos en la competición doméstica, solo logró marcarle al Espanyol -un gol clave-, en Copa se animó ante el Valencia el 12 de enero -y desde entonces no ha vuelto a marcar- y en Lieja fue él el encargado de marcar el único tanto celeste. Números bastante pobres para un delantero con muchos mimbres, pero que se ha ido quedando sin confianza con el paso de las jornadas. Posiblemente asumir que es el tercer delantero del equipo no es una situación sencilla para un jugador de su calibre.

En repetidas ocasiones ha subrayado Eduardo Berizzo la profesionalidad que define a Rossi, esforzado en cada entrenamiento y que no cuestiona las decisiones del entrenador. Una actitud loable que Giuseppe no consigue completar con goles. Lo que se demanda a los atacantes y les redobla la confianza.