Un juzgado de Vigo es el primero de Galicia que ya no imprime papeles

e. v. pita VIGO / LA VOZ

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Primera Instancia 11 recibe al fin los medios que se anunciaron hace seis meses

25 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El sueño de la oficina de papel cero se ha cumplido en Vigo. El juzgado de primera instancia número 11 de Vigo es el primero y único de Galicia, según ha comprobado la red de delegaciones de La Voz, que ha eliminado el 100 % del papel de las mesas de trabajo. Todo se hace por medios telemáticos: los expedientes llegan por correo electrónico o por la intranet judicial Lexnet, se consultan en dos pantallas y la resolución se reenvía por Internet. Se acabaron los voluminosos tomos que había que fotocopiar cinco veces para las partes.

La puesta en marcha de este proyecto pionero en Vigo se demoró 6 meses por falta de los medios anunciados y solo se desbloqueó hace unas semanas, cuando los funcionarios vieron cumplida su demanda de disponer de una doble pantalla por mesa. Había quejas porque solo contaban con un único visor en el ordenador que abrían y cerraban para consultar datos o trasvasarlos al expediente. Era un caos, los funcionarios seguían imprimiendo, se sucedían las averías y fallos y el propio juzgado se planteó abandonar el proyecto porque hasta la firma digital daba más trabajo.

Pero todo cambió cuando los técnicos de la agencia tecnológica Amtega de la Xunta colocaron a principios de mes un visor junto a un ancho monitor en cada puesto de trabajo. De repente, el doble dispositivo disparó el ahorro de papel. Dejaron de imprimir documentos «salvo cuando es inevitable entregar en persona una notificación», dice un trabajador. Fuentes jurídicas certifican que «este juzgado ya no imprime papel. Es el único de Vigo».

Los funcionarios ya no necesitan copias para consultar los documentos porque los ven en el visor de apoyo. Un empleado hace saltar el ratón de una pantalla a otra como por arte de magia pues los monitores están interconectados. Otras oficinas usan una pantalla dividida por la mitad.

En el primer visor, a modo de atril, el administrativo consulta el documento en formato PDF y localiza los datos que le interesan. Luego, teclea la información en el segundo monitor, el usado para cubrir resoluciones o expedientes. «Antes se imprimían 400 hojas y ahora dos», admite un funcionario. Las mesas de las oficinas y las estanterías, antes repletas de voluminosos expedientes, quedan ahora vacías. Un empleado muestra una carpetilla que solo contiene una hoja impresa. El resto del procedimiento está escaneado en PDF y almacenado en el servidor judicial.

A mayores, el programa pionero de papel cero también es ensayado por el juez de instrucción número 4 de Vigo, Juan Carlos Carballal. Él y su letrada judicial ya firman de manera digital y «estamos muy satisfechos, ya no firmamos en papel. Hay fallos puntuales que se solucionan satisfactoriamente». Carballal admite que la eliminación del papel «va a ser paulatina. Será necesario actuar en coordinación con las fuerzas de seguridad, Imelga y Fiscalía. No existe una fecha fijada de eliminación total de papel. Estamos contando con la buena disposición y colaboración activa de todos ellos», dice el magistrado. El uno de marzo empezará a notificar vía Lexnet con la Fiscalía, con un período de carencia donde compatibilizarán la notificación además en papel «para ir probando el sistema».

La automatización de la burocracia judicial agranda la brecha digital

La automatización de la burocracia también ha llegado a la Justicia de la mano de Internet. Ahora no hay ventanillas en las que un funcionario diga «Vuelva usted mañana» sino que el abogado o el procurador acceden desde su bufete al sistema Lexnet para presentar su demanda o denuncia y le salta una alerta que le avisa de que se ha caído el servidor y que no puede enviar el documento porque excede la capacidad de la línea. Son los nuevos gajes de la digitalización de la justicia.

El hito logrado por el juzgado de primera instancia número 11 de Vigo, seguido de cerca por el de instrucción número 4, supone un antes y un después porque es un paso sin retorno para abandonar la cultura analógica del pasado siglo XX. Ahora, una demanda circula por las redes sin llegar a materializarse nunca en papel. El juez incluso la puede consultar en su tablet desde su casa y fuera de su horario laboral. Los procuradores alargan sus jornadas para reenviar por correo las sentencias que el juzgado ha insertado en su buzón de Lexnet.

A medida que la oficina judicial se transforma en un ente virtual, también se agranda la brecha digital entre los litigantes que pueden pagarse un acceso a Internet y enviar cómodamente sus demandas por correo electrónico y quienes carecen de conexión a la red o no tienen conocimientos básicos de informática. Aún es posible llevar un pleito impreso en papel a un tribunal pero hay que justificar por qué se entrega en ese formato y presentar una copia escaneada en USB. Es el precio del progreso.