Cocidos «take away»

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

xoán carlos gil

La opción para llevar triunfa en el local que lleva Maruxa González  junto a su madre, de la que heredó la receta

13 feb 2017 . Actualizado a las 12:25 h.

Estamos en plena temporada del cocido y, en Vigo, las oportunidades para disfrutar del calórico menú no son pocas. En todos los barrios de la ciudad hay algún bar en el que el cocido forma parte del menú, si no todos los días, sí alguno de la semana. En algunos es ya una tradición de larga historia, como la del Nuevo Derby, al que no le queda mucho para cumplir medio siglo. Allí, el cocido es sagrado los jueves y los domingos y su ubicación en pleno centro (Urzaiz, 21) lo convierte en una opción a mano. La competencia la tiene cerca, ya que desde hace un par de años el Mesón Peregrinus (Urzaiz, 5), también tiene cocido exactamente los mismos días. No muy lejos, en la calle Perú (a unos metros del Sireno), está el Mesón El Águila, que al igual que los anteriores apuesta por jueves y domingos.

En cambio, otros locales concentran la oferta en una sola jornada. Muy céntrica es también la ubicación de la Taberna A Mina (San Vicente, 8), que elige los miércoles para avituallar a los adictos, como Casa Soutomayor (Manuel Núñez, 8). En O’ Rincón, en la misma calle, prefieren los jueves.

En el caso de A Taberna de Ponty, que lleva Maruxa González junto a su madre, Mary, el día es el sábado. Maruxa era la responsable de O Pontillón, en Castrelos, pero generaba más ajetreo del que podía sobrellevar, así que optó por cerrar y buscar un local más pequeño y manejable. El negocio, que se encuentra en pleno barrio de O Calvario (Dr. Carracido, 44), a un par de calles de la peatonal, tiene colas a la puerta. La opción take away tiene un éxito espectacular. «De hecho despachamos más por esta vía que en las mesas, más que nada porque tenemos pocas mesas. Hay gente que lo reserva ya de una semana para otra», cuenta. El cocido para llevar se transporta en modo enxebre. «Trae la pota y te lo llevas», anuncian en su página de Facebook. Y no es por ahorrar ni por ecología. Según explica, se trata de una razón práctica. «Todavía no hay en el mercado ningún táper que sirva para que te lleves el cocido a casa y llegue en condiciones. He probado de todo, pero no funciona. Por eso, lo mejor es la pota», advierte.

El cocido que hacen Maruxa y su madre, que se reparten las tareas en su establecimiento, lleva oreja, morro, rabo, lacón, lengua, pollo, chorizo cebollero, patata, verdura, zanahoria y garbanzos. «Antes, en O Pontillón, le poníamos cacheira, pero los clientes de esta zona lo prefieren sin ella», explica. La ración cuesta 10 euros, «y da de sobra para dos», indica añadiendo que, aunque el sábado es el día fijo para este menú, a veces lo hacen otros días de la semana. «Lo que nos dice todo el mundo es que nuestro cocido tiene el punto de cocción perfecta», afirma.

La viguesa lleva 14 años en el sector de la hostelería y reconoce que todo lo que sabe sobre cocina se lo enseñaron en casa. «Aprendí de dos grandes maestras, mi madre y mi abuela», admite. «Así que lo que hago es fundamentalmente comida casera, aunque de vez en cuando me apetece innovar. Y lo que es más importante es la frescura de los ingredientes en todo lo que hacemos», asegura.

En la otra punta de la ciudad está la dueña del Ponte Deva. El mesón, en Pintor Colmeiro, 10, tiene cocido los domingos y también existe la opción de llevárselo a casa. De hecho, frente al centro de salud el tráfico aumenta a la hora de la comida y de los coches no para de bajar gente con una olla entre las manos.

En Vigo, la ruta del cocido nos lleva también al Metropol, un clásico ubicado en el número 40 de la calle Areal, donde se puede degustar todos los jueves y sábados. Tampoco hay que olvidarse de un local que lleva el cerdo como emblema del negocio. Se trata de Central Pork, en el 40 de Vía Norte. Cerca del mar también es posible encontrar restaurantes que lo añaden a su carta mientras el frío aprieta. Es el caso del Mar del Plata, en la avenida de Samil, 21, al lado del Museo Verbum, o el Muiño do Vento, que, aunque es famoso por sus callos, también lo hace.

Nombrarlos a todos es imposible, una tarea tan ingente como dar cuenta de una bandeja del plato estrella del invierno.