Las anulaciones de bodas religiosas se disparan

María Jesús Fuente Decimavilla
María jesús fuente VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

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El cambio de tendencia en la diócesis de Tui-Vigo coincide con el primer año de la reforma del papa Francisco que incluye casos de gratuidad y agilidad en el trámite

09 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Hacía casi una década que las anulaciones de bodas religiosas no experimentaban un ascenso como el que ha tenido en el 2016. En este año la diócesis de Tui-Vigo resolvió veintiuna nulidades, casi el doble que en el 2015. Fuentes del Tribunal Eclesiástico relacionan el incremento con el motu proprio del papa Francisco para abreviar los procesos y tramitarlos de forma gratuita. «Las personas que tienen dinero pagan y cuando justifican que no lo tienen, abonan la mitad o nada, dependiendo de los ingresos», indican las mismas fuentes.

La puesta en marcha del nuevo procedimiento hace poco más de un año provocó un aluvión de consultas, muchas de las cuales se quedaron en eso. Del centenar de personas que se interesaron por la tramitación en el 2015, solo una docena se animó a llevar adelante la anulación matrimonial, la segunda cifra más baja de la década.

En principio, muchos ciudadanos interpretaron la decisión del papa como café para todos y pensaron que no tendrían que aportar un euro por la gestión.

El presidente del Tribunal Eclesiástico de la diócesis de Tui-Vigo, Juan Carlos Sendón, aclaró, que tal como había matizado con posterioridad el papa Francisco, las parejas que disponen de medios pagan los 1.500 euros que cuesta el procedimiento en Vigo para compensar con aquellas que no pueden. La aportación varía en función de cada diócesis.

En principio, el papa pretendía que el coste gravitara en la Conferencia Episcopal o el obispado. En el caso del Tribunal Eclesiástico de Tui-Vigo, si lo gestionaba gratis para todo el mundo, se veía en la tesitura de tener que afrontar por su cuenta los gastos de material, oficinas, abogado, psicólogo y psiquiatra, aunque fuera con una retribución mínima.

Una de las cifras más altas de anulaciones se registró en 1999, cuando se tramitaron 56. Por el contrario, la más baja tuvo lugar en el 2013, con solo 11.

Desde el 2010 las nulidades fueron cayendo en picado, tal vez como consecuencia de la crisis económica. El presidente del Tribunal Eclesiástico lo achaca también al menor número de bodas al optar muchas parejas por vivir juntos sin casarse, como demuestra el descenso también de los matrimonios civiles.

Otra de las razones, dice, puede estar en la fe, al alejarse la gente cada vez más de la religión y no darle importancia a la situación moral. «Hay tantas rupturas y parejas de hecho que parece normal y habitual», destacaba Juan Carlos Sendón a propósito de la evolución.

La causa más frecuente es la incapacidad para asumir las obligaciones

Las causas que pueden llevar a la nulidad matrimonial son múltiples, pero hay unas que se repiten con mucha más frecuencia.

Inmadurez. La mayoría de las demandas tienen su origen en la inmadurez o dependencia psicológica de uno de los cónyuges de otra persona como el padre, la madre o un amigo. También es frecuente la incapacidad para asumir obligaciones

Simulación. Se casan sin asumir aspectos tan importantes como la indisolubilidad.

Brevedad. La brevedad en la convivencia conyugal es un motivo que puede ser tramitado por la vía breve.

Aborto. El aborto para impedir la procreación también figura en la lista de causas. Hay parejas que se casan con la idea de no tener hijos y se lo ocultan a la otra parte.

Infidelidad. Aunque la infidelidad en sí mima no es motivo de nulidad, si lo es la existencia de una relación extraconyugal en la época de la boda o inmediatamente posterior, la promiscuidad o conducta libertina.

Es suficiente con que una de las partes presente la demanda en el tribunal

Para solicitar la nulidad matrimonial a la Iglesia hay que acudir al tribunal eclesiástico de la diócesis donde se celebró la boda. En el caso de Tui-Vigo, se encuentra en la sede del obispado en A Guía. Un experto en derecho canónico hace una valoración inicial sobre la viabilidad del proceso. Es suficiente con que una de las partes presente la demanda, aunque la otra no esté de acuerdo. Si no hay recurso de alguna de las partes, no es necesario recurrir a un segundo tribunal, como sucedía antes. El obispo es juez único en los casos más claros. Tarda un año y prosperan el 90 % de solicitudes.