Emporium es una exposición que deberían ver obligatoriamente todos los vigueses. Pocas veces es posible resumir de una forma tan evidente mil años de historia. Con el comercio como eje central, aunque siempre en el escenario portuario, la exposición permite situar al espectador en los albores de la proyección internacional de Vigo.
La llegada de aquellos fenicios, que eran capaces de hundir sus naves antes de que el rival conociese sus rutas comerciales, supuso una bocanada de modernidad para los habitantes de estas tierras. Comenzaron a conocer manufacturas que ellos no podían soñar. La visita anual del fenicio a los castros de encuentro de Toralla y Muíño do Vento debió de ser tan esperada como hoy en día lo es Papa Noel para los niños.
El Verbum acoge un recorrido expositivo talonado por una serie de piezas espléndidas, fruto de los últimos años de actividad arqueológica en la ciudad. Esa actividad tan molesta para algunos promotores, pero tan beneficiosa para el común.
Desde el Concello de Vigo se ofrece la posibilidad gratuita de seguir el recorrido con audioguías o, en el caso de grupo previamente inscritos, con guías profesionales, como la que el domingo pasado se enorgullecía de la historia viguesa, tantas veces negada desde el exterior de la ciudad pero también desde el interior.
Así que anímense. Verán por qué muchos bajos del Areal necesitan emplear bombas de achique. O sabrán que la alameda actual estaba sumergida por las aguas hace dos mil años. Además, les saldrá gratis porque los vigueses no pagan. ¿Quién da más?