El futuro de la pesca pasa por su control

Antón Lois AMIGOS DA TERRA VIGO@TIERRA.ORG

VIGO CIUDAD

XOAN CARLOS GIL

La concienciación del consumidor, clave para forzar medidas de protección

12 dic 2016 . Actualizado a las 10:36 h.

Garantizar el futuro de la pesca y los pescadores, como decíamos la semana pasada, no es sencillo, pero tampoco imposible. Todo es ponerse y afortunadamente existen muy cerca ejemplos reales y contrastables. Tenemos justo delante dos lugares excelentes en los que desarrollar reservas marinas en las que tímidamente ya existe una protección que, a efectos prácticos, es poco más que de papel.

La primera, 180 kilómetros mar adentro, es el banco de Galicia, un área marina declarada en 2014 lugar de interés comunitario. Se trata de una inmensa montaña submarina fundamental por su biodiversidad para el aumento de la productividad en toda la zona, incluso con influencia costera. Es imprescindible limitar la presión pesquera en ese inmenso vivero natural que abastece y garantiza la pesca a su alrededor.

Pero no es necesario irse tan lejos. Si existe un espacio del que no paramos de hablar, y presumir, son las Cíes. Paradójicamente, se olvida que el 85 % de la superficie protegida del parque nacional es su zona marítima. A los científicos les gusta investigar, pero son felices cuando ven aplicados los resultados de sus investigaciones.

Un ejemplo concreto de entre muchos: conocemos las principales zonas de cría de pulpo, que coinciden con una pequeña parte de esa zona teóricamente protegida ¿Por qué no dejamos de pescar allí? Evitar su captura en apenas una milla marina garantizaría la sostenibilidad de la especie para su pesca en un centenar de millas del entorno.

¿Quién puede oponerse a esto? No tenemos que irnos lejos para ver los resultados de una correcta gestión aplicada a una reserva marina, tanto para la pesca como para los pescadores. Lira-Carnota fue, precisamente por iniciativa del sector, la reserva pionera en Galicia. Es un excelente lugar para tomar como ejemplo.

Paralelamente la pesca sostenible debería certificarse, y existen instrumentos para ello. A pesar de sus defectos, que los tiene, un primer paso es el sello MSC (Marine Stewardship Council). Dicho estándar está diseñado para evaluar si una pesquería está bien gestionada y es sostenible.

Tenemos cerca ejemplos. Se aplica ya con buenos resultados en la pesca de navaja en Bueu. Inevitablemente, aplicar estos criterios lleva implícita la limitación de capturas, justamente para hacerlas sostenibles. ¿Cómo compensar a los pescadores? Todas las encuestas muestran que los consumidores aceptan pagar un poco más por un producto si se garantiza su sostenibilidad. Tan sencillo como una ecoetiqueta que explique que así se contribuye a la sostenibilidad de los recursos pesqueros y el futuro de sus trabajadores.

Eslabón clave

En el último eslabón de la cadena estamos los consumidores, socorrida coartada para la pesca destructiva. Al menos deberíamos ser conscientes de las consecuencias de nuestras decisiones, y para eso el primer paso es informarse. Justamente, pasado mañana se cumplirán dos años de la entrada en vigor del reglamento de la organización común de mercados (COM 0416) que regula el etiquetado del pescado fresco.

En dichas etiquetas tiene que figurar la denominación comercial de la especie y su nombre científico; por ejemplo, el famoso bonito del norte es un nombre comercial que no corresponde a ninguna especie concreta y de merluza existen ocho especies diferentes. Se debe especificar si el pescado es fresco o descongelado y si proviene de acuicultura o bien de captura. En este caso, deben indicarnos la zona concreta en la que fue capturado.

Aquí las lagunas son más importantes pues la críptica denominación FAO 27 quiere decir que su besugo, de Galicia y fresquísimo, por supuesto, pudo ser capturado en cualquier sitio entre Gibraltar y Nueva Zembla (Rusia). Por eso debemos exigir que en el etiquetado figure el lugar concreto y exacto de captura.

Finalmente, la etiqueta tiene que indicarnos el método de pesca utilizado. Esta información es la que nos permitirá elegir entre las artes de pesca más sostenibles y selectivas o las más destructivas. Exijamos un etiquetado completo, es un derecho y un deber. No es lo mismo un anzuelo que una red de arrastre en la que cabría, holgadito, el edificio del Concello, Praza do Rei incluida.

El lema ahora, tanto de la FAO como del propio puerto de Vigo es el crecimiento azul, aunque no tenga mucho que ver lo que proponen unos y otros. Es bonito, pero lamentablemente se trata de un oxímoron. Ambos términos se contradicen. Si queremos garantizar un futuro azul, o verde o el color que sea, todo pasa inevitablemente por el decrecimiento.

O eso o cambiamos de planeta, porque el nuestro tiene límites y ya hemos superado muchos de ellos.