Una despensa que se puede agotar

Antón Lois AMIGOS DA TERRA VIGO@TIERRA.ORG

VIGO CIUDAD

m. moralejo

La acuicultura no solventa el problema de la sobreexplotación de la pesca

05 dic 2016 . Actualizado a las 09:39 h.

«Duerme, vuela, reposa… también se muere el mar». Lo escribía Federico García Lorca y lo recordábamos el viernes en la presentación de Hijos del Océano, el libro de Javier Teniente que muestra las mieles y las hieles de la pesca artesanal en el mundo. Con la excusa de sus excelentes fotografías hablamos de la pesca, de quienes pescan y del mar que les une. Siendo Vigo el principal puerto pesquero de Europa, al que llega pesca procedente de todo el mundo estamos en un lugar privilegiado para una visión local y global de lo que está pasando.

Si para empezar pensamos que solamente en el 2015 en nuestro puerto se descargaron más de 739.000 toneladas de pescado, la cosa invita a pensar que era cierto lo que nos contaban de pequeñitos en el colegio, que el mar es la despensa inagotable de la humanidad. El problema radica en que algunos de aquellos pequeñitos, vendidos ahora a la patronal, nos pasamos al sector docente y tenemos que contarles a las nuevas generaciones que despensa sí, pero ya no inagotable. Asegura la FAO en su último informe que en el 2014 le sacamos al mar más de 167 millones de toneladas de pescado. Demasiados para que lo soporte. El 31 % de las reservas pesqueras mundiales están sobreexplotadas, es decir, que ya se captura más pescado del que el mar es capaz de reponer. El 59 % están plenamente explotadas al límite de su sostenibilidad y solamente el 10 % son explotadas por debajo de su capacidad de regeneración.

La conclusión es demoledora: en el 90% de las zonas de pesca mundiales ya nos hemos pasado o estamos a punto de hacerlo si continúa la presión para que aumenten las capturas. Como dice el refrán, «a la fuerza ahorcan». Y en paralelo al agotamiento de los caladeros de peces salvajes aumenta exponencialmente el desarrollo de las granjas de peces. El 2014 marcó un hito de referencia: por primera vez la población mundial consumió más pescado procedente de la acuicultura (73,8 millones de toneladas) que de la pesca en el medio natural. La idea parece buena: si no quedan peces en el mar, los criamos en cautividad, ¿qué puede salir mal? Pero, entre otras cosas (destrucción de ecosistemas litorales, aporte de contaminantes químicos y orgánicos al mar etc.), falla el balance global. Para conseguir un kilo de pescado de acuicultura se necesitan, para la fabricación de los piensos con los que se alimentan, una media de tres kilos de pesca silvestre. A efectos de pérdida de biomasa en los océanos. la acuicultura nos sale a deber y lejos de resolver el problema de la sobreexplotación de los mares contribuye de manera importante a agravarlo.

No sorprende por tanto que WWF nos confirme que las poblaciones de especies marinas se han reducido de media un 39 % en todo el planeta. Cuando se habla de conservación de recursos y ecosistemas y de reducir el esfuerzo pesquero siempre nos encontramos en la misma disyuntiva: peces versus pescadores. Los peces, dice el sector, son importantes, pero los pescadores también. ¿Alguien lo duda? Por supuesto, no los ecologistas, en contra de la imagen distorsionada que se pretende mostrar. El problema es que esa interdependencia no está equilibrada. Tenemos claro el futuro de unos peces sin pescadores, pero no tanto el de los pescadores sin peces. No existe conflicto ni contradicción alguna: conservar los recursos es la única vía posible para garantizar el futuro de los más de mil millones de personas que en todo el mundo viven de la pesca. Lo que tenemos por delante son distintas opciones y hay que tomar decisiones. Lo sensato sería escuchar, para decidir con conocimiento de causa, lo que nos dice la comunidad científica, a la que todos los agentes implicados apelan. Hay una novedad al respecto: hace unos días, nada menos que 4.000 científicos que trabajan en España en distintos ámbitos de la investigación marina (sorprende que sobrevivan tantos) firmaron un manifiesto muy claro para solicitar al Gobierno unos límites de pesca a niveles sostenibles. Afirman los firmantes que en nuestra parte más cercana del océano el análisis más reciente demuestra que el 48 % de los stocks del Atlántico Nororiental están sujetos a la sobrepesca y más del 60 % de las poblaciones se encuentran fuera de los límites biológicos de seguridad. Lo peor es que ni siquiera sabemos todo. Alrededor del 50 % de las poblaciones en el Atlántico Nororiental y aguas adyacentes son pobres en datos. Aun así, consideran, la falta de datos científicos no debe ser una excusa para favorecer la sobrepesca.

Este es el preocupante diagnóstico. La buena noticia es que hay tratamiento, empezando por lo local. Lo contaremos la próxima semana.