Cien años de Compañía en Vigo

María Jesús Fuente Decimavilla
maría jesús fuente VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

El Apóstol Santiago se mantiene fiel a sus valores, aunque ya ningún jesuita da clase

27 nov 2016 . Actualizado a las 17:55 h.

El 10 de diciembre de 1916 se inauguró oficialmente el primer colegio de los jesuitas en Vigo. Pero no era una inauguración, sino un traslado del centro Apóstol Santiago, que ya llevaba funcionando más de 40 años en A Guarda. Lo que sí constituyó una novedad fue la presencia de la Compañía de Jesús en la ciudad. Entonces estaba en la fábrica de harinas La Molinera. Después se trasladó a la finca Vista Alegre, en Teis, donde permanece.

Lo que empezó como una experiencia docente casi familiar ha ido evolucionando hasta convertirse en la actualidad en el colegio concertado más grande de Vigo y uno de los mayores de Galicia, con 1.600 alumnos. La clave de su éxito ha radicado en la búsqueda de la excelencia, un término del que en la actualidad se habla mucho, pero casi desconocido hace un siglo. No se trataba de ser los mejores, sino de hacer las cosas lo mejor posible e intentar sacar los mejor de los estudiantes. El resultado se ha traducido en grandes personas, grandes profesionales y premios.

El propio director, Iván Mirón Cabaleiro, fue alumno del centro y conoce muy bien los entresijos: «Creo que de alguna forma el cambio más significativo es la propia metodología de la educación, cómo se concebía antes y cómo ahora». La relación con el alumnado ha dado un giro de 180 grados, igual que la sociedad. Nada que ver la rigidez y distancia de entonces con la cercanía actual. «Ahora la comunicación va en las dos direcciones con el ánimo de entender el contexto del otro, de entender que cada niño es distinto y de no hacer una tabla rasa. No es que antes fuera malo y ahora sea bueno», explica el director.

Otro ámbito en el que los cambios han sido espectaculares es el de las nuevas metodologías y tecnologías, presentes en el día a día con pantallas, ordenadores y equipos muy alejados de las pizarras de otras épocas.

Iván Mirón es el tercer director laico del colegio, tras Fernando López Paz y María Alonso. Este paso supuso todo un hito en la Compañía, empeñada en responder a la realidad de una sociedad secularizada. «Las obras de las congregaciones religiosas tienen que ser sostenidas también por los laicos en una misión compartida con los jesuitas», indica el director. De hecho, la presencia de los religiosos es en este momento testimonial. Ya no imparten clases, pero colaboran de distintas formas, como el apoyo a las tutorías, charlas, misas... Su impronta se mantiene intacta en lo que se refiere al trabajo en valores. Es su seña de identidad.

En lo que ha cambiado el Apóstol es en llevar la formación integral al exterior. «Antes era más endogámica. Ahora se pretende que entre el aire y que los alumnos tengan experiencias que les hagan poner los pies en la tierra, en el mundo en que vivimos, no en una burbuja», aclara Mirón. Si algo tienen claro él y el resto de los docentes es que educan para que los estudiantes puedan cambiar, den lo mejor de sí y contribuyan a hacer un mundo mejor.

Otro de los grandes momentos del colegio de Teis fue su paso a centro concertado. Fue interpretado por los responsables como una gran oportunidad y un enriquecimiento para el colegio al entender que sería un reflejo más fiel de la sociedad con la aportación de los retos de las familias de todo tipo y condición.

 

1916. El colegio llega a Vigo, al edificio de La Molinera, antigua fábrica de harinas, en García Barbón.

1928. Se inaugura el edificio en Teis, comprado por 400.000 pesetas.

1932. Disolución de la Compañía y nacionalización de sus bienes. Se abandona el colegio.

1940-42. Regreso progresivo a Vigo y ampliación del edificio central.

1994-95. Por primera vez se admiten alumnas en educación primaria.

1998. Medalla de la ciudad de Vigo.

2009-2010. María Alonso se convierte en la primera mujer directora del colegio.

Por sus aulas pasó hasta un premio Nobel

«Los colegios jesuitas no eran para la formación del clero, sino para los niños y jóvenes de cualquier lugar o condición social. No enseñaban las ciencias ‘sagradas’, sino los saberes ‘profanos’. Eran gratuitos y preparaban para la vida civil», explica el superior de los jesuitas de Vigo, Pedro Armada. Por las aulas del colegio vigués han pasado alumnos de todo tipo, como el premio Nobel Camilo José Cela, que fue expulsado.

Entre sus valores añadidos está el plurilingüismo: asignaturas como Sociales, Naturales, Física y Química e Informática se imparten en inglés. Hay intercambios con otros países y la colaboración de auxiliares nativos.

Cuando se celebran los cien años del colegio en Vigo, la Compañía reconoce que mirar hacia el futuro «ya no es tan fácil». Entiende que su historia es tan pródiga en sorpresas que no parece prudente aventurarse mucho en predicciones. «Un colegio como el nuestro no puede encarar el futuro enredándose en su historia pasada, en su casi siglo y medio de vida. Tiene que volver la vista a las fuentes originales, al impulso primigenio, a la vocación inicial», indica Armada.