La depuradora estará en pruebas en el 2017, con un año de retraso

Juan Manuel Fuentes Galán
Juanma Fuentes VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

XOAN CARLOS GIL

El Gobierno justifica la demora en «la extraordinaria complejidad» de la obra

18 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Construir una depuradora en la misma parcela en la que se encuentra la anterior ha sido un reto que la empresa pública Acuaes (Aguas de las Cuencas de España, dependiente del Ministerio de Medio Ambiente) está a punto de solventar. Sin embargo, lo va a hacer dejándose pelos en la gatera. Principalmente, el retraso de un año en la ejecución de los trabajos.

Fuentes de este organismo confirman que las obras siguen avanzando a toda velocidad y que confían que su desarrollo «permitirá la entrada de agua en la nueva instalación en los primeros meses del 2017». En otras palabras, que para entonces dará comienzo el período de pruebas del recinto, que tampoco será una operación sencilla ya que se estima que puede durar hasta un año.

En el cronograma inicial de la obra el momento de poner a punto la estación depuradora de aguas residuales (EDAR) del Lagares era el 2016, después de haber empleado los tres años anteriores en su construcción. En este cometido, el Gobierno central y la Xunta de Galicia han invertido 240 millones de euros, una obra que supera en coste a la proyectada estación del AVE de Urzaiz. El Concello ha colaborado con la aportación de los terrenos, alrededor de diez millones de euros.

Medio Ambiente reconoce que queda pendiente todavía alguna obra civil en el complejo, pero que el impulso de los trabajos es máximo. Como prueba, destaca que el pasado mes de septiembre estuvieron trabajando de forma directa 149 operarios. Los técnicos de Acuaes destacan «la gran complejidad de los trabajos» como causa del retraso, pero asumen que «se ha prolongado más allá de lo inicialmente planificado».

Al contrario de lo que ocurrió con las negociaciones previas hasta lograr un acuerdo entre las tres administraciones, el alargamiento de la fase de construcción no ha generado polémica alguna. Tanto la Xunta como el gobierno local de Vigo guardan completo silencio sobre los trabajos que se desarrollan junto a la Xunqueira do Lagares, a la espera de que concluyan y pueda iniciarse el saneamiento de la ría.

Lo que Acuaes rechaza de plano es que las obras se hayan ralentizado, y mucho menos por motivos financieros. La empresa pública insiste, a través de un portavoz, en que la obra civil está prácticamente concluida, «lo que pronto permitirá la entrada de agua residual a la nueva EDAR». Mientras, se centra en «el desarrollo de las pruebas que permitan verificar tanto el correcto funcionamiento individual de cada uno de los equipos instalados como su integración dentro de las secuencias y procesos de depuración definidos para la nueva planta».

Precisamente, la simulación previa del funcionamiento es lo que más tiempo y recursos demanda a día de hoy en los trabajos que allí se realizan. Destaca Acuaes que este proceso «tiene un carácter preventivo que permitirá minimizar los riesgos asociados a la puesta en marcha de una instalación de esta envergadura una vez se derive hacia la misma el agua residual de la ciudad de Vigo».

Al margen, siguen avanzando los trabajos de urbanización de la parcela de la nueva EDAR. Aunque previstos inicialmente para una subfase de ejecución posterior, Medio Ambiente confía en que podría estar muy avanzados de cara al inicio de las pruebas de funcionamiento con agua residual de la nueva instalación».

El tercer intento en veinte años para que una EDAR consiga sanear la ría de Vigo

Mucho más largo que la conexión por autovía o que la llegada del tren de alta velocidad a Vigo. Ambas infraestructuras llevaron su tiempo, 5, 10 o incluso más años, pero ni mucho menos se aproxima a lo que ha costado construir una depuradora diseñada con capacidad para sanear las aguas residuales de la mayor ciudad de Galicia.

El proceso se inició en los primeros años 90, tras un arduo debate sobre su ubicación. Por exclusión se eligió la Xunqueira do Lagares, a sabiendas de que era un lugar con valores ambientales que debían protegerse. La primera depuradora se inauguró mediada la década de los noventa, pero en cuestión de meses se comprobó su ineficacia. La Xunta respondió con una costosa ampliación de las instalaciones existentes que tampoco dio resultado.

Ante ello, se llegó a la conclusión de que era preciso una estación depuradora mayor, pero llevó años poner de acuerdo a las tres administraciones públicas implicadas. De entrada, se estudiaron numerosas ubicaciones para sacarla de una zona poblada y con un centro escolar en las inmediaciones. Pese a las protestas vecinales, tras años de soportar malos olores, no fue posible localizar una técnicamente viable. Ante ello, se expropiaron una veintena de viviendas y los expertos garantizaron que no habría ningún problema con los olores.

Después de tres años de construcción, a día de hoy el proceso esta a punto de concluir. Solo falta confirmar que la tercera depuradora funciona.