El descontento del celtismo llega a las taquillas de Balaídos

míriam vázquez fraga VIGO / LA VOZ

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alba pérez

Los aficionados presentaron reclamaciones y se vivieron momentos de tensión

24 sep 2016 . Actualizado a las 17:03 h.

El enfado de los aficionados afectados por las obras y que tendrán que ser reubicados en Balaídos empezó a manifestarse el jueves -tras recibir la primera comunicación- y se trasladó ayer a las taquillas del estadio municipal vigués. Una vez que se les advirtió de que tendrían que abandonar sus asientos para que el club pueda cumplir con la normativa de la UEFA, les tocaba tramitar el cambio y el descontento se tradujo en discusiones con los empleados del club. El malestar quedó reflejado en varias hojas de reclamaciones.

«Me pasan del número 9, en el centro, al 101. Sin ninguna explicación ni ningún tipo de compensación económica. Se ríen de nosotros», lamenta Andrés Álvarez, abonado que ya ha decidido que no renovará la próxima temporada. Como le sucedió a él, los socios se encontraban con que llegaban a las taquillas y se les ofrecía un nuevo sitio sin más. «Es como una ruleta rusa. Te dan lo que ellos quieren, eligen por ti sin que puedas decidir nada», denuncia Santiago Mariño.

Esta circunstancia ha provocado el agravante de que el orden de llegada sea clave; además, cuando algunos socios recibieron el aviso el jueves y a otros no les llegó hasta ayer mismo. «Me llamaron a las cuatro de la tarde. ¿Qué pretenden, que cierre mi negocio y me vaya allí? Y cada vez que vas allí no se tardan dos minutos precisamente», reflexiona Marta Saiz. Esta aficionada no da crédito a la situación: «Nos toman el pelo. Si pago un dinero extra en mi abono por los partidos de Europa, me tienen que informar y yo decido si quiero ir a un partido fuera de mi asiento o no. Se merecen un campo vacío porque se está viendo que a esta gente Europa se le queda muy grande».

Los afectados comparten la sensación de que el Celta tiene conocimiento hace tiempo de la exigencias que llevan a estos cambios y no entienden que no se les haya avisado con un mínimo de tiempo. «Se hace tarde, mal y arrastro, solo un mes después de haber renovado el carné», dice Mariño. Álvarez va más allá: «Sabían que si lo decían en el momento de renovar habría gente que se cambiaría a otras gradas directamente y eso suponía menos ingresos. Los aficionados somos lo último».

Otra idea común es que si el club no tiene más remedio que actuar así, al menos las formas podían ser otras. «Los socios sabemos que si queremos una remodelación eso exige pasar por procesos incómodos. Pero al menos que no nos hagan sentir que nos están vacilando. Podrían tener algún gesto con nosotros», señala Saiz. Y añade que debería haber algún criterio más justo para la asignación de los nuevos asientos, como por ejemplo el número de socio. «Quiero que me enseñen las cláusulas y de dónde sale que pueden hacer esto de acuerdo con el contrato que yo tengo con el Celta», dice.

Como ella, Mariño ve cómo se queda sin «un asiento privilegiado». «En los años de Segunda, cuando no iba nadie, pude acceder a un sitio centrado, una ventaja por mi antigüedad que ahora me quitan. Es una chapuza».