El vinilo contra viento y marea

Adrián Viéitez VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

XOAN CARLOS GIL

La tienda de discos viguesa Honky Tonk suma ya casi dos décadas dedicándose a la venta de discos para coleccionistas

24 ago 2016 . Actualizado a las 09:26 h.

Corría 1997 cuando Samuel González, un estudiante de empresariales de Vigo, decidió abrir una tienda de discos. «El cedé estaba reventándolo y nadie vendía vinilos. Iván [Misa, copropietario de la tienda] y yo queríamos vinilos. Así que decidimos empezar a venderlos». Así nació Honky Tonk, un lugar de encuentro para coleccionistas ubicado en la calle Falperra, en pleno centro de la ciudad.

El objetivo inicial de la tienda era «ofrecer la posibilidad de elegir entre los diferentes formatos físicos», además de «crear un lugar de encuentro para los coleccionistas, la gente loca por la música». El propio Samuel posee, en gran parte gracias a Honky Tonk, una enorme colección de la que ha perdido la cuenta, situándola entre los 5.000 y 10.000 vinilos. «Empecé a comprar música mucho antes de montar la tienda, pero después la cosa se disparó», afirma, antes de confesar que, cuando mira sus estanterías llenas de vinilos, suele pensar en «lo cara que puede salir una pasión». «A lo largo de los años, me he convertido en mi mejor cliente», concluye entre risas.

A diferencia de la mayor parte de las tiendas de discos, Honky Tonk siempre ha facturado mucho más por los vinilos que por cedés, al estar especializada en ellos. Sin embargo, esta diferencia se ha incrementado en los últimos años, aunque no tanto por el incremento en las ventas de los primeros como por el brutal descenso de los segundos. «Ahora quizá vendemos el doble de vinilos que hace, por decir algo, 8 años, y sin embargo estamos facturando menos», explica.

Samuel da mucha importancia, en este sentido, a la subida de precios de los productos. Señala que «la industria vende menos y quiere ganar lo mismo, es un círculo vicioso que acaba resultando contraproducente». Además, destaca que la reaparición del vinilo es algo «entendible dada la llegada de los formatos digitales». «Al tener toda la música en Internet por un precio reducido, la gente que se decide por un formato físico lo hace por el vinilo, porque son personas que buscan la mejor textura de sonido, gente entendida», resalta.

En cuanto a género, en Honky Tonk no se realiza ningún tipo de discriminación musical, exceptuando la música clásica y el house o música electrónica, con los que no trabajan. Por lo demás, la tienda ofrece desde los clásicos rockeros de los Rolling Stones, Led Zeppelin o The Beatles al soul, la música latina o el heavy metal, que tiene un «público muy fiel». «Se está experimentado un crecimiento en las ventas de música nacional en vinilo con grupos como Love of Lesbian, Vetusta Morla o León Benavente, aunque los clásicos siguen siendo los que más venden», señala. Además, cabe resaltar que la mayor parte de su facturación procede de discos de segunda mano, al ejercer también como punto de compra-venta.

Sobre el retorno económico de la tienda, Samuel es tajante: «Lo haces porque te gusta. Ahora mismo dudo que ninguna tienda en España se esté haciendo rica vendiendo discos». Con la llegada de los nuevos formatos digitales y la irrupción de Internet, el propio concepto de la tienda también ha evolucionado. «Antes la gente nos pedía más consejo a nosotros, ahora cualquiera puede autoaconsejarse con un click, aunque los clientes más fieles siguen fiándose de nosotros», cuenta, remarcando que el grueso de su clientela se encuentra en un margen entre los 30 y los 50 años. Sobre el incipiente interés de la juventud en este tipo de cultura es escéptico: «Lo veo más como un tema estético, la mayoría compran discos puntualmente, motivados en mayor medida porque es algo cool que porque realmente les guste la música».

A Samuel le parece importante «saber en qué entorno te mueves», siendo consciente de que, pese a luchar por el vinilo «contra viento y marea», la especialización en Vigo tiene limitaciones, de que no puede «cerrar puertas». Pese a todo, no tiene miedo de cara a los avances que puedan llegar en un futuro, porque «no se trata de luchar contra los tiempos, sino de ocupar tu lugar en ellos».