García Barbón

Jorge Lamas Dono
Jorge Lamas EL ÁTICO

VIGO CIUDAD

04 ago 2016 . Actualizado a las 09:37 h.

¿Por qué surge ahora la segunda campaña de recogida de firmas para solicitar que el teatro Afundación vuelva a llamarse García Barbón? No lo sé. Se me escapa la razón porque el nombre del teatro ya fue cambiado hace treinta años, cuando Caixavigo compró el edificio, que entonces ya mostraba claros síntomas de deterioro.

Así que no puede ser una reacción contra un cambio inesperado e inexplicable. No lo es porque el teatro que construyó Antonio Palacios en los años veinte del pasado siglo luce hermoso debido a que Caixavigo, primero, y después todas sus secuelas hasta llegar a Abanca, mostraron interés por mantener en Vigo un símbolo arquitectónico semejante. Por ello, invierten a diario en él. Por ello, también es lógico que quieran que su nombre luzca en el teatro.

Desde los años ochenta, cuando fue adquirido por La Caja, Julio Fernández Galloso, primero, director general, y después, presidente del ente, se propuso que nadie emplease el nombre de García Barbón para referirse al teatro. El poder que tenía «don Julio» era tal que pocos se atreverían entonces a llamar a su puerta para decirle que respetara el nombre original del teatro. Y si alguno se atreviese, el resultado sería el mismo.

Estoy seguro que son nobles las intenciones de los impulsores de la campaña, pero creo que llega con treinta años de retraso. Vigo sigue contando con un excelente contenedor cultural, que está muy bien cuidado por sus actuales propietarios. El mecenazgo cultura debe aportar alguna ventaja a quienes lo ejercen. Claro que siempre queda la cosa de hace una suscripción popular y recuperar el edificio.