Del ideal de prosperidad al evidente abandono

xosé manuel rodríguez OURENSE

VIGO CIUDAD

La vieja cárcel es el icono del deterioro de un buen número de inmuebles de esta céntrica vía

24 jul 2016 . Actualizado a las 18:21 h.

Siguiendo el paradigma de un aclamado escritor de los años dorados del realismo mágico lationamericano se podría aseverar aquello de que hay nombres que definen a una persona. O a un personaje literario. Uno de esos nombres con carácter y rotundidad definió su día, y lo hizo con notable acierto, a una de las principales arterias de la ciudad ourensana. Progreso se denominó al tramo de la carretera Vigo-Villacastín que discurre por el centro de la urbe y en las placas de cerámica que se instalaron hace unos años se recuerda, junto a la denominación de la calle, que es un «nombre alusivo ao progreso que supuxo para a cidade a construcción en 1844» de dicho trazado.

Una realidad que la crisis, la falta de relevo generacional en algunos proyectos o iniciativas, el deterioro y el abandono ha transformado en un catálogo -de forma más evidente en el tramo entre el cruce con Concordia y la Alameda- de locales tapiados, cornisas protegidas para evitar desprendimientos y toda una colección de carteles dando cuenta de que se venden edificios o se alquilan. Y en algunos casos ni una cosa ni la otra. En otros, la fallida venta ha servido para reactivar locales que estaban condenados al abandono tras algunos años esperando nuevo propietario.

Un recorrido por el Progreso y los vestigios de un tiempo no tan lejano aportan referencias a ferreterías de toda la vida, tiendas de fotografía cuyos nombres aún atesoran la memoria de los álbumes familiares, viejos colmados, hostales, jugueterías de columnas de hierro forjado, bares, recordadas droguerías de rebotica ilustrada, bancos... y en algunos casos la ausencia del abandono y la victoria del desarrollismo también alcanza a traer recuerdos del antiguo esplendor pasado -como el del desaparecido Hotel Roma-.

El ejemplo de la vieja cárcel

Y junto a edificios sellados a cal y canto, como salidos de una guerra fraticida, también adquiere notoriedad uno de los puntos de desencuentro político de las últimas semanas. La vieja cárcel podría ser el icono del deterioro y el abandono que lucen algunas de las edificaciones del Progreso -en algunos casos lo de lucir es un eufemismo, como ocurre con la casa abandonada y el solar del cruce con Marcelo Macías-. Hace más de dos décadas que en el Concello se gestan las propuestas más peregrinas para hacer de este patrimonio municipal un espacio de referencia. El reciente desprendimiento de parte de su fachada es el certificado de autenticidad de los fracasos que han ido reuniendo los políticos municipales.