«Yo puedo hacer las fotos de boda en una cocina, en el baño o en una cuadra»

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Oscar Vazquez

El vigués acaba de ser elegido por los especialistas en reportajes nupciales como el fotógrafo revelación del año

22 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El vigués Javier Collazo es el fotógrafo relevación de España. Al menos, así lo han considerado los miembros de Unionwep, una asociación internacional de fotoperiodistas de bodas que agrupa a profesionales de la imagen especializados, como él, en fotografiar ceremonias nupciales. El galardón le fue entregado en Madrid en BodaF, una reunión anual que congrega a cientos de profesionales de medio mundo.

-¿Qué importancia le da a un reconocimiento como este?

-Para mí tiene mucha porque lo otorga la asociación que tiene más nombre en este sector. Hay otras, pero esta es la que está renovando un panorama que era algo rancio. Además el premio revelación se lo dan a gente que no forma parte de su colectivo. Nos presentamos más de 200 personas de toda España. Al final quedaron once y el jurado me eligió a mí.

-¿Se dedica a las bodas porque le gusta o es algo circunstancial?

-Me gusta. Yo estudié fotografía en la Escuela de Imagen de Vigo. Soy técnico superior. He hecho mil cosas durante muchos años. Entre ellas, trabajar en Citroën a los 18 años para poder pagarme los estudios de fotografía, que eran muy caros. En este ámbito hice cosas diferentes hasta que un día tuve que hacer una boda y me encantó. Era algo que, como todos los que estudiamos fotografía, ni se nos pasa por la cabeza. Pero a raíz de aquello empecé a indagar, a ver qué hacían en países como Estados Unidos o México, que es donde han innovado más. Empecé en el 2009 y hasta hoy.

-¿Qué le atrae de fotografiar bodas?

-Que es un reto. Me gusta improvisar, innovar y no atarme y creo que las bodas, al menos las que yo hago, van mucho con mi personalidad.

-¿Cóm definiría lo que hace?

-Yo hago fotografía documental. Es fotoperiodismo aplicado a una boda. Lo que trato es de narrar una historia en imágenes pero no me gusta usar mucho ese término porque mucha gente dice que hace eso y lo que le sale es una pesadez. Cogen 400 fotos, pero no hay una intención narrativa.

-¿Para eso necesita conocer bien a los novios?

-No necesariamente. A veces, sí. Les paso un cuestionario o me cuentan para hacerme una idea, pero me baso mucho en la observación. Lo veo, estoy pendiente de las pequeñas cosas e intento anticiparme a las acciones y estar bien posicionado para plasmar algo un segundo antes de que ocurra.

-¿Desde el 2009 cuántas bodas ha hecho?

-Alrededor de 150. Hay semanas que no tengo ninguna y otras, dos o tres. Pero no hago más de una boda al día, que es un trabajo mayor de lo que se piensa la gente. Yo hago una labor previa. Entreno, voy a cursos... y luego, el día de la ceremonia, son unas 10 o 12 horas cargado de tensión. Yo como en diez minutos y el resto del tiempo estoy haciendo fotos o editándolas para hacer un resumen el mismo día de la ceremonia. No paro. Y ahora ya estamos en temporada alta, que en Galicia va de marzo a noviembre.

-¿Cuántas fotos suele tener un álbum de los suyos?

-Alrededor de noventa o cien son suficientes para contar la historia. Procuro sintetizar en lo mejor. Entregar mil fotos es un error.

-¿Cuándo empieza el reportaje?

-Sigo a los novios todo el día, desde los preparativos hasta el baile. Pero lo que me interesa es la gente, la interacción humana. Puedo hacer algún detalle, pero que no esperen que les haga un catálogo de flores, floreros, bicicletas, etcétera. A mí me importan las personas.

-Entre los fotógrafos, dedicarse a las bodas no está muy bien visto ¿Cree que es justo?

-No, pero empieza a cambiar. Yo creo que es por desconocimiento. La fotografía de bodas ha evolucionado mucho. Es un campo creativo con capacidad de crecer. Por ejemplo, muchos estudiantes quieren hacer moda, pero ahí tienen muy poco margen para la creatividad.

-Entonces, si le marcan mucho las pautas ¿ya no le interesa?

-Claro, necesito un margen para estar a gusto. Como antes procuro enseñar lo que más me define, ya no hay lugar a confusión. Mis clientes me dan mucha libertad y suele ser gente que le da importancia a la fotografía y por ello, sé que van a ser exigentes con mi trabajo. Me cuido también mucho de minimizar riesgos. Es decir, llevo el equipo por triplicado. Tres cámaras con doble ranura de tarjetas, tres copias guardadas en sitios diferentes...

-¿Cómo soluciona las escenas románticas?

-Huyo del empalago y del almíbar. Si hay romanticismo en la pareja, yo voy a ser un fotógrafo romántico. Si hay humor entre ellos, en mis fotos habrá humor.

-Al popularizarse tanto la fotografía, hay quienes piensan que si se las hace su primo con el móvil, ya está ¿Qué les diría?

-Que allá ellos. Hay un problema. La gente no se suele casar muchas veces y hay escenas que no volverán a ocurrir. Si se lo encargas a alguien que no es profesional, depositas en él una responsabilidad muy grande. También hay fotógrafos que se dedican a cubrir bodas y no les gustan. Las detestan. A mí eso me parece el primer gran error. Si no te gusta, aplícate con lo que te gusta para hacer otra cosa. A mí me resultaría imposible dedicarme a ellas si no lo disfruto.

-¿Qué escenarios elige?

-Hago fotos en donde sea, donde estén los novios. En cocinas, en baños o en una cuadra... Me adapto a lo que hay. Como si es en el aparcamiento. De lo que huyo es de los jardines y los tópicos.

-¿Defiende que el reportaje de boda no es caro?

-No lo es. He visto cosas como una fuente de chocolate de 800 euros o una tarta de mil euros y no creo que mi trabajo sea caro.

El estudio. Tuvo un estudio fotográfico en Vigo, pero lo cerró al trasladarse a vivir a Nigrán, donde acaba de abrir uno en Playa América.

Temática nupcial. Antes hacía también sesiones familiares, pero ahora mismo está totalmente centrado en los reportajes de boda.