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La reinvención de las orejas de carnaval

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Oscar Vazquez

Natalia Torres no se siente panadera, sino una investigadora a la que le apasiona hacer pan y repostería sana. Comenzó vendiendo en ferias y ahora lo despacha en local propio: Pan A Gusto

07 feb 2016 . Actualizado a las 14:10 h.

Natalia Torres todavía se acuerda del primer día en que decidió llevar sus panes a vender, más que nada porque era San Blas, hacía un frío que pelaba y estuvo 14 horas en un puesto al aire libre en una mesa plegable, para sacar 90 euros. Pero no hay mal que por bien no venga, porque conoció a una pareja que vendía quesos y chorizos, allí y en Bouzas, y tras tratar con el responsable, consiguió autorización para tener dos metros de espacio en la feria de los domingos. Su padre le hizo la estructura del puesto, su madre y ella, las telas y su pareja, la mesa. Eso fue hace tres años, después de perder su empleo en una empresa de automoción que despidió a todos los que, como ella, tenían contrato temporal. «Y me vi en la calle, con 45 años, sin oficio ni beneficio», resume la emprendedora, natural de A Estrada aunque lleva afincada en Vigo 30 años, a donde llegó para seguir sus estudios.

En Bouzas empezó a tener unos clientes tan fieles que asegura que son los causantes de que comenzara a especializarse en un tipo de panadería y pastelería personalizada. Con la mercancía, que hacía en su propia casa, «amasando a mano y cociendo en dos hornos normales», estuvo yendo al mercado cada domingo durante dos años, aunque la gente le hacía pedidos y por la semana los llevaba a sus casas, tiendas ecológicas y despachos de pan. «También me preguntaban si les enseñaría a hacerlo. Y empecé a hacer talleres y cursos, de pan y rosca sin gluten, por ejemplo». Y de vez en cuando aún los hace, anunciándolos en su Facebook, al igual que sigue admitiendo pedidos.

Ya estaba pensando en montar su propio negocio cuando empezaron los problemas con la feria de Bouzas que el Concello decidió prohibir. Estaba cansada de vivir pendiente de las nubes, siempre mirando al cielo, y no tardó en decidirse. Hace poco más de un mes puso en marcha su propio local: Pan A Gusto, en Tomás A. Alonso, 17.

A las 9.30 abre las puertas, pero ella llega más de dos horas antes. El despacho se cierra a las 15.30 horas, pero a Natalia aún le queda recoger y preparar las masas para el día siguiente. Su horario es ahora completamente distinto. En el mercadillo de Bouzas trabajaba para la jornada dominical y ahora, el domingo es el único día que descansa.

«Yo soy autodidacta. Siempre me gustó la cocina y hacía pan en casa, pero como aficionada», reconoce. Su interés por este producto básico lo relaciona con su infancia en Alemania, a donde se fue con sus padres de niña hasta que regresaron cuando ella ya tenía 11 años. «Aquí no hay cultura del pan y en Vigo la gente se queja de que en general no es muy bueno», comenta. «Yo, el trigo más barato que tengo me cuesta el kilo a 1,50 y la harina unos 3 euros. No puedo vender una barra a 50 céntimos. Y además no las hago. No practico la panadería tradicional», admite.

Para diferenciar su oferta, solo emplea harinas ecológicas de cereales como espelta, kamut o tritor deum, que según explica, es una mezcla de trigo duro y cebada que nació de una investigación desarrollada en España durante 30 años. El más normal que se puede hallar en su local es de trigo molido a la piedra mezclado con centeno. «No uso trigo refinado ni para repostería, que no hago con lácteos ni mantequillas, sino con aceite de oliva y bebidas vegetales y panela en vez de azúcar refinado, que no tiene valor nutritivo y solo aporta calorías», advierte.

Natalia Torres también elabora postres veganos que no llevan huevo, y dada la época, se afana creando unas orejas de carnaval con harina de espelta blanca que tampoco llevan leche. Y lo más sorprendente es que además de parecerlo, saben a las orejas de toda la vida. Las filloas de espelta sin lácteos que también tiene a la venta esta temporada completan el menú dulce de entroido

Con sus propias manos, la ayuda de una amasadora y un horno, su producción es limitada aunque sigue dando servicio a dos tiendas de Vigo y otra de Redondela. «A veces me quedo sin nada aquí», reconoce la panadera experta en pedidos especiales que sabe cuál es su público. «A mucha gente no le interesa este tipo de pan. Mi clientela no es de bocata. Los que viven lejos, lo rebanan, lo congelan y tienen para toda la semana. Si te quejas por el precio es que no sabes nada de precios. Los hay que me dicen: «?Desde que compro aquí, ahorro porque no tiro pan que al día siguiente ya no se puede comer?».

Harina, agua, sal, masa madre. Y tiempo. Ese es el truco. «Para hacer mucha producción echan levadura a tope para que fermente rápido. Yo hago hoy la masa, la meto en la nevera, descansan toda la noche y mañana las cuezo. La masa madre fermenta poco a poco y coge sabor», revela.

«Con 45 descubrí mi vocación, pena no fuera con 20, cuando empecé a trabajar», lamenta.