Aves de rapiña en torno al Plan Xeral

Diego Pérez Fernández
Diego Pérez CONTRAPUNTO

VIGO CIUDAD

06 dic 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Suso, el dueño del café Don Gregorio, tiene que lidiar cada día con una plaga. El voraz apetito de las gaviotas y las palomas que deambulan por la Porta do Sol las lleva a atacar sin piedad las mesas de la terraza. Las aves andan al acecho de las generosas tapas que sirven los camareros del local: cruasanes, patatas fritas, lentejas, canapés... El caso es que resultan muy molestas tanto para los clientes como para el hostelero, que a la postre paga todos los platos rotos. Pensaba en ello mientras leía las noticias sobre la suspensión del Plan Xeral por parte del Tribunal Supremo. El urbanismo de Vigo vuelve a ser campo abonado para las aves de rapiña que quieren darse un festín. Recurrentes profesionales, especialistas de la extorsión y especuladores tienen varios años por delante (por lo menos tres o cuatro) para ponerse las botas gracias a la generosidad de nuestros gobernantes y su empeño en servir inseguridad en bandeja: un plan parcial por aquí, un peri por allá, una licencia exprés, un derribo a la carta...

Nadie se hace responsable. Porque lo más gracioso es comprobar que ni uno solo de los múltiples autores de esta chapuza se dan por aludidos. Ni los que diseñaron el plan ni los que lo aprobaron, ni los del Ayuntamiento ni los de la Xunta, ni los del BNG ni los del PP ni los del PSOE, por cuyas manos fue pasando el documento desde que estalló la burbuja local en el 2002 hasta el pinchazo final del 2008. Los nacionalistas Lois Castrillo y Xabier Toba, los populares Corina Porro y José Manuel Figueroa, los socialistas Abel Caballero y María José Caride...

Habría mucho donde mirar para exigir responsabilidades políticas, en mayor o menor medida, pero todos encuentran algún tipo de justificación. Es como si unos no hubiesen dibujado 120.000 nuevas viviendas de las que no se han construido casi ninguna, o como si otros no las hubiesen bendecido sin ofrecer garantías medioambientales y dándose mucha prisa. Ellos no son culpables de nada, al parecer. Quieren hacernos creer que entonces se equivocaron los técnicos, a los que ellos mandaban, y que ahora se equivocan los jueces, que son de fuera y para más inri no tienen ni idea.

Viaje de ida y vuelta. Es normal que el alcalde encuentre sintonía con Santiago en este tema y no quiera hacer sangre. Al fin y al cabo tendría que empezar por irle a la yugular a su actual concejala de Urbanismo en el Ayuntamiento y exconselleira de Política Territorial en el bipartito. No deja de ser una tremenda ironía del destino que a quien pudo evitar en aquel momento este desaguisado le toque en adelante intentar arreglarlo. Porque esto del pacto Concello-Xunta para acelerar los proyectos estratégicos es otra. Resulta hilarante. ¿A qué tantas prisas? ¿Qué tienen que salvar, lo que no hicieron en siete años? ¿Alguien puede citar una sola gran obra que se haya acometido al abrigo del difunto Plan Xeral de Vigo? ¿Algún polígono industrial para captar empresas y generar empleo? ¿Alguna de las múltiples macrourbanizaciones previstas? ¿Equipamientos como la Ciudad de la Justicia o la estación intermodal? No. Aquí, de momento, el legado es alguna peatonalización, una Gran Vía florida y humanizaciones con dinosetos.