«¿Qué me espera ahora? ¿Ser asesinada como mi amiga?»

e. v. pita VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

El asesinato de Silvina de Oliveira ha hundido a la ucraniana Olga K., que denuncia acoso y amenazas de su expareja

09 oct 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

La ucraniana Olga K. teme correr la misma suerte que su amiga Silvina de Oliveira, la portuguesa que la semana pasada murió por la brutal paliza que le propinó su pareja, quien envolvió el cadáver con plásticos, lo metió en el armario y se suicidó.

Silvina era la única amiga de Olga en Vigo. Ambas eran extrañas en la ciudad y se conocieron en un bar del barrio. Tenían en común que denunciaron malos tratos. «Me quedé alucinada. Hubo quien pensó que la muerta era yo. Ella tenía un mal roce con su pareja, él estaba encima y le controlaba el teléfono, era muy celoso. Ahora no tengo a nadie. Mi única amiga fue asesinada y ahora ¿qué me espera a mí? ¿Ser también asesinada? Tengo 24 años, una hija y me queda toda la vida por delante. No quiero morir», dijo ayer, entre sollozos, a la salida de un juicio contra su marido mozambiqueño y nacionalizado portugués, del que está separada. Ambos tienen una hija en común que vive con ella.

El hombre suma dos condenas en Vigo, en el 2012 y 2013, por delitos de violencia de género. Además, compareció ayer en un juicio rápido en el penal número 3 de Vigo acusado de un supuesto delito de amenazas leves en el ámbito familiar, vertidas por teléfono y tras cruzarse con ella por la calle hace 2 semanas. El acusado tenía vigente una orden de alejamiento desde el 9 de septiembre. Se declaró inocente y pidió que le se haga justicia. Su abogada mostró un papel que prueba que él estaba en la consulta del ambulatorio con su actual novia, que lo corroboró.

Olga teme que, ante la falta de pruebas, lo absuelvan. «Me busca y me sigue, está obsesionado conmigo, ya no sé qué es andar libremente por la calle y ahora parece que soy yo la víctima mentirosa», lamentó. La batalla legal contra su marido seguirá con otro juicio el día 29. Lo denunció por, supuestamente, acercarse a ella con un cuchillo cuando fue al colegio a matricular a la niña.

La inmigrante ha rehecho su vida con un camionero vigués. Su novio la apoya: «La recogí llena de moratones». Es el único que las sostiene económicamente porque «mi esposo no nos pasa la pensión desde el 2012 y los juzgados lo consienten». Pide a la Justicia que actúe para obligar al marido, del que quiere divorciarse en Portugal, a cumplir el alejamiento de 100 metros. «No ven lo que vives día a día, tengo miedo de estar sola y que él aproveche para matarme. O hacen algo o la próxima seré yo», suplicó.