Así funcionaba el lazareto de San Simón

VIGO CIUDAD

El lazareto que trajo nueva prosperidad a la ría de Vigo dejaría de utilizarse en el año 1923.
El lazareto que trajo nueva prosperidad a la ría de Vigo dejaría de utilizarse en el año 1923.

El reglamento de 1842 creaba un puesto avanzado en Cíes, otro en Vigo y las funciones de médicos y sangradores

31 ago 2015 . Actualizado a las 19:04 h.

La creación del lazareto de San Simón en la ría de Vigo marcó el crecimiento de la ciudad a mediados del siglo XIX. El servicio, con sus edificios construidos en la isla, sirvió para supervisar el tráfico marítimo y acoger a las tripulaciones que llegasen enfermas o con sospechas de provocar contagios. Para ponerlo en marcha, en 1842 se publicó un detallado reglamento, con las normas a aplicar y el personal adscrito al centro, que se llevaba 74.280 reales de vellón cada año en salarios.

Una Junta de Sanidad era el mando supremo ante cualquier emergencia, con «toda la autoridad que para conservar ilesa la salud pública», evitando «todo peligro real o presunto de cualquier enfermedad pestilente o contagiosa», con potestad para actuar con dureza: «procederá de plano y sin fórmulas solemnes contra los que infringieren las ordenanzas sanitarias».

Vigo coordinaba todos los municipios de la ría: «En todos los pueblos del litoral de la ría de Vigo que tengan ayuntamiento habrá junta de Sanidad (...) Estas juntas municipales serán dependientes todas de la principal de Vigo». Se establecieron juntas en los concellos de la época: «Redondela, Meira, Cangas, Bayona, Negrán y Bouzas».

Por supuesto, era necesario un intérprete, ante el elevado tráfico de buques mercantes extranjeros: «La plaza de intérprete se proveerá en persona de buena moralidad y versada en idiomas extranjeros, y que tenga que entenderse con los capitanes, pasajeros o tripulación de los buques y traducir todos los documentos que la junta le ordene».

La falúa de sanidad

Además, tanto en Vigo como en las islas Cíes se establecieron puestos avanzados, para actuar ante la llegada de cada buque: «Habrá constantemente en el puerto un marinero de la falúa de sanidad, que tendrá el carácter de guarda. Este, en el momento en que aviste un buque conducido por los empleados del puesto avanzado de las islas Cíes que se dirija al puerto, lo avisará al diputado de semana para que, con la mayor prontitud, salga al reconocimiento».

En las Cíes, la dotación era importante: «Habrá en las islas Cíes un diputado de salud elegido por el gobierno a propuesta en terna de la junta suprema, y después de oír a la principal de Vigo. Para desempeñar debidamente sus funciones, tendrá en las islas a sus órdenes dos prácticos, cada uno con bote propio, y cuatro marineros».

El reglamento establece los cometidos del funcionario de las Cíes: «Este empleado tendrá la precisa obligación de salir al encuentro de toda embarcación que con dirección al puerto se aviste; hacer las más exquisitas indagaciones acerca de su procedencia, estado de salud y demás circunstancias (...) y disponer que el buque sea acompañado y vigilado hasta el puerto en el caso que induzca la menor sospecha»

El lazareto estaba bajo el mando de un alcaide, como una prisión, quien tenía la obligación de residir en la isla de San Simón. También, de ser muy estricto con los usos de las tripulaciones acogidas: «Cuidará muy particularmente de que entre todos los habitantes del lazareto reine la armonía y buen orden debidos, y al efecto prohibirá toda clase de juegos que puedan turbar la tranquilidad de aquel sitio».

Entierro en cal viva

Aún no llegado el ecuador del siglo XIX, se tomaban ya algunas prevenciones científicas, para favorecer la investigación: «Si un incomunicado falleciese, el médico deberá dar la orden para el entierro por si dispone la disección anatómica del cadáver». Y «cuando llegue el caso de darle sepultura, cuidará de que se abra una zanja profunda, cubriéndole con una capa de cal viva». Además, había un médico «versado en el ramo de las epidemias y contagios», acompañado de un sangrador «destinado a practicar todas las operaciones».

El lazareto de San Simón también cuidaba de la salud espiritual de los internados. Así que fue creada una plaza de capellán, convertido en «párroco del Lazareto» que debía ser una persona «inteligente en idiomas extranjeros». Además, «todos los domingos y días de precepto celebrará misa», y se le invita a que lea «algún punto del evangelio» para «exhortar especialmente a los empleados al cumplimiento de sus obligaciones».

El reglamento de San Simón fue aprobado en Madrid, el 15 de agosto de 1842. El lazareto que trajo nueva prosperidad a la ría de Vigo dejaría de utilizarse en el año 1923.