El día que Podemos Vigo no consiguió reunir ni al diez por ciento de su militancia para decidir si participaban de alguna forma o no en las elecciones municipales, ese día los integrantes del partido de los círculos levantaron en la autopista que se les había abierto ante sí un muro frente al que siguen atascados. A ojos de la ciudadanía viguesa, e incluso de parte de su propia militancia, Podemos estaba muy preocupada por cambiar el Gobierno, por transformar el país, por modificar radicalmente el tablero político, pero no en Vigo, sino en otro plano menos alcanzable para los 2.784 inscritos en el círculo local y sus posibles votantes. Por ello, los 32.884 votos logrados en la ciudad en las elecciones europeas, con los que Podemos superó incluso al BNG, se quedaron huérfanos en las municipales, y eso contribuyó notablemente a que la mayoría absoluta de Abel Caballero fuese más absoluta aún.
Parte de los integrantes de Podemos Vigo reconocen la frustración que les acabó produciendo no estar en la pelea política más cercana que puede vivir un militante de cualquier partido como son las municipales.
Cualquier acción que Podemos protagonizó durante esa campaña perdió valor ante la avalancha de los demás políticos, que cuando menos semejaron hacer propuestas frente a los problemas de los ciudadanos. Desde ese vacío en el que cayó Podemos en el círculo, en teoría, más nutrido de Galicia, las dimisiones se han sucedido por goteo, y justo ahora, cuando les llega el momento que tenían marcado para «asaltar el cielo» se encuentra en Vigo sin máximo responsable ni casi la mitad de los integrantes de su consejo ciudadano. Así de extraña es la política, las discusiones y las asambleas lo aguantan todo, pero es la ciudadanía quien al final tiene la palabra, esa que Podemos en Vigo prefirió no escuchar y que ahora resuena con eco dentro de sus reuniones.
@carlospunzon