Pánico a enfermar

Manoli Sío Dopeso
M. Sío Dopeso VISIONES

VIGO CIUDAD

26 ago 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Qué ganas van a tener los enfermos de cáncer (o de lo que sea) que van a un hospital de ponerse a hacer una protesta?

¿Qué ganas pueden tener las familias de los pacientes que acuden preocupados y con el tiempo justo, casi siempre robándole horas al trabajo, de quejarse y ponerse a cubrir hojas de reclamación que nunca llegan a ningún sitio?

Bastante tiene ya uno con sus dolencias y sus males, con sus preocupaciones y sus miedos, como para tener que gastar energías, tiempo y posiblemente más salud en reclamar una buena atención sanitaria, un tratamiento humanitario y que eso no sea un negocio más allá de lo que corresponde.

El nuevo hospital de Vigo no está pensado para las personas. Nunca lo ha estado. Su construcción en Beade, es decir, fuera del centro de la ciudad, puede que sea la última tendencia urbanística en materia de complejos hospitalarios. Y hasta puede que los autores del diseño arquitectónico reciban un premio cualquier día.

Pero, ¿de verdad era necesario hacerlo así? ¿No había otro sitio más a mano? ¿Nadie tuvo una idea mejor? Y esas prisas para inaugurarlo. ¿Es que se va a caer el Xeral de un momento a otro? Nadie quiere ponerse enfermo, pero solo pensar en que, en algún momento, tarde o temprano, habrá que ir a ese sitio en el que los enfermos muy enfermos tienen que manifestarse para que les escuchen; en donde las resonancias se hacen en un camión aparcado en la puerta; en donde aparcar o comer un bocadillo es una estafa y una encerrona, porque no hay alternativa, hace que el miedo lógico a tener que ir un hospital se convierta en pánico.

La última tecnología en materia sanitaria y los mejores profesionales no bastan para salvar vidas. Urbanismo, macroconstrucción, concesiones y contratas son palabras que suenan a negocio, que deshumanizan y dan miedo, cuando se habla de salud.

manoli.sio@lavoz.es