Cuatro de cada diez bajos cuelgan el cartel de se alquila

Jorge Bravo VIGO

VIGO CIUDAD

ALBA PEREZ

Los comerciantes remodelan sus negocios y renuevan su oferta para atraer clientela

02 ago 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Un fantasma recorre la calle del Pino. El cierre de negocios. En los últimos años los dueños de los locales, en su mayoría personas mayores, no aguantaron la caída de clientes en la zona y optaron por cerrar las puertas de sus negocios. Hasta dieciocho locales están actualmente abandonados con el cartel de se alquila, algunos desde los años 90, sin que nadie opte por esta zona para montar un nuevo negocio. El polvo se acumula en los bajos comerciales que un día fueron símbolo del buen estado de salud del barrio.

La calle del Pino transcurre paralela a la Travesía de Vigo desde el cruce de Urzaiz con Pizarro hasta la plaza de San Lorenzo. Los vecinos del barrio recuerdan tiempos mejores. Hostelería, quioscos, droguerías, reprografías, panaderías, carnicerías, peluquerías o asociaciones de diversa índole sucumbieron en una zona que se convierte de la tradición a la adopción de nuevas confesiones culturales, contando con la única mezquita de Vigo y una iglesia evangelista.

Antonio Martín, dueño del bar Antonio, recuerda que «antes había 13 bares, ahora apenas quedan 5». Son en realidad cuatro. De cabeza, recuerda las tabernas que cerraron en los últimos años: «Bar Alfonso, Sotanillo, Luzcón, Casa Fausto, San Lorenzo, bar Blanco, bar América o el Bar Mansilla». Martín los recuerda porque su familia lleva en el barrio «desde los años 20, el local lo abrió mi abuela Amelia para dar comidas y hospedaje».

No todo es restauración. El Minirrastro lleva desde el año 1984 ofreciendo artículos de segunda mano y compraventa. Celia Martínez lleva tres décadas en el negocio, y afirma que «en los últimos 3 años hemos notado una bajada de clientes», debido a dos motivos. «La facilidad de vender en Internet, que para nosotros también es una gran oportunidad, y el cambio de la mercancía tecnológica», en la que «es impensable un mercado de segunda mano». Por ese motivo decidieron renovarse. Ahora, se centran en las antigüedades, sin dejar nunca de lado los libros, discos y hasta incluso videojuegos de los años noventa.

Un caso extraordinario de cierre lo cuenta una vecina del Pino, María Guntín, que explica que «la droguería Pino cerró al día siguiente de morir la dueña». 

Desde ese día, la tienda permanece cerrada con toda la mercancía en el interior, sin que nadie se haya hecho responsable del bajo. De eso hace casi 10 años.

Los propietarios supervivientes, en cambio, readaptan sus negocios para continuar abiertos. «Ahora somos hamburguesería y aparecemos en la guía de turismo de la Xunta», cuenta Antonio Martín, que también ofrece en su bar «sellar la lotería y la primitiva». Este cambio ha sido necesario porque «los clientes eran vecinos mayores», que con los años van falleciendo, «y los jóvenes ahora prefieren otros sitios o van a los centros comerciales».

El mismo problema lo asume el bar Jovi, situado en la parte alta de la calle Pino. Regentado por Pablo Vidal, cuenta como hace seis años reformaron el local «pasamos de ser una taberna tradicional a un bar más moderno». La clientela que tenían antes eran fundamentalmente personas mayores «que pasaban la tarde en el bar». Además, en los tiempos de bonanza económica, que quedan lejos en su memoria, recuerda «vender 20 menús al mediodía, los peores días». Actualmente, no puede ofrecer si tan siquiera un menú a sus clientes. Es optimista, y dice que aguantarán en el local. «El invierno se soporta mejor que el verano, ahora se va la gente a sus aldeas».

Aunque los comerciantes de la zona no terminan de ver la luz al final de túnel, se han establecido dos negocios. Uno de ellos es una tienda de cosméticos profesionales, para peluquerías. El otro, un bar que solo abre los fines de semana. Mientras tanto, los bajos comerciales siguen esperando a que alguien se atreva a modernizar un barrio que desde que comenzó este milenio, solo ve como los comerciantes se marchan.