El dinosaurio

Diego Pérez Fernández
Diego Pérez CONTRAPUNTO

VIGO CIUDAD

21 may 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

A Augusto Monterroso le bastaron siete palabras y una coma para escribir el cuento más breve y célebre de la historia. «Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí». Tres adverbios, dos verbos, un artículo y un sustantivo. Suficiente para provocar sesudos estudios literarios e innumerables tesis doctorales. El relato es una broma de enorme fuerza que se presta a todo tipo de interpretaciones. Miles de personas siguen discutiendo 56 años después de su publicación qué puñetas quiso decir el escritor hondureño. Nunca tan poco dio para tanto.

Los vecinos de la calle Rosalía de Castro se despertaron este martes con un dinosaurio que a las pocas horas ya no estaba allí. Operarios del Ayuntamiento de Vigo colocaron en una rotonda, a las nueve de la mañana, un seto con la forma del animal prehistórico. Las fotos del reptil empezaron a circular como la pólvora por las redes sociales. Pronto se sucedieron los comentarios jocosos y las burlas, como había ocurrido meses atrás con la polémica del barco pesquero para la glorieta de Coia. El caso es que al poco tiempo se produjo su retirada. Sin más, el alcalde acabó achacando lo sucedido a un error de emplazamiento (quizás un error de cálculo, porque el adorno todavía no se ha reubicado). De nuevo se generó la extraña sensación de que las ocurrencias dan para mucho, incluso para adueñarse de algo tan serio como un debate de ideas y propuestas. Lo que antaño eran las campañas electorales en Vigo, vaya.

El cuento de Monterroso fue un referente de la política mexicana. La gente llamaba dinosaurios a los dirigentes del PRI, el partido que llegó a gobernar durante más de setenta años sin interrupción. A lo mejor los vigueses también podemos empezar a llamar dinosaurios a nuestros gobernantes. El lunes nos despertaremos y seguirán ahí, haciendo chorradas.

diego.perez@lavoz.es