Coros y danzas

VIGO CIUDAD

05 may 2015 . Actualizado a las 10:02 h.

Vivimos en una ciudad preciosa. De hecho, últimamente, no me digas que no parece el escenario de un musical. Siempre hemos tenido los vigueses afición a la música y al canto, pero es que en los últimos tiempos le das una patada a un a piedra y te sale una coral cantándote Maitechu mía. Tanto es así que el alcalde de Vigo ha visto el filón, porque cada coral tiene un mínimo de medio centenar de gargantas si quiere ser una formación con un poquito de prestancia. Y cada garganta es un voto. Y cada voz ocupa un asiento en el auditorio Mar de Vigo. Hay cerca de una treintena de corales en la ciudad (30x50 son 1.500). Y 1.500 butacas hay en el palacio de congresos de Beiramar. Justo los que se necesitan para que el mundo coral se retroalimente de su propio éxito cada vez que se citan. Siempre hay lleno total. Cantar es muy bueno para todo. Nuestras madres, padres, tíos, tías, primos, hermanos y sobrinos lo hacen divinamente. No lo dudamos y por eso los apoyamos siempre, cada vez que salen al escenario, con aplausos y vítores. Pero las corales no se inventaron hace seis años. Existían mucho antes e igual que en el pasado, sus integrantes actúan porque les gusta, en su tiempo libre. No reciben una paga del erario público. Por eso, decir que el municipio apoya a las corales y a las bandas de música, es como decir que les compran los trajes, los clarinetes, el bombo y las partituras. Pues va a ser que no. El Concello de Vigo apoya a las formaciones musicales aficionadas como apoya a los grupos de teatro amateur. Como mucho, les deja un espacio para que actúen. Pero a los hijos, primos, hermanos y sobrinos, además de ir a cantar a su coral, les gusta ver espectáculos de profesionales, nacionales e internacionales. Y ahí Vigo lleva unos cuantos años perdiendo fuelle. El populismo funciona, pero no a todo el mundo le gusta el coro de los esclavos hebreos del Nabucco, de Verdi .

begona.sotelino@lavoz.es