Viajando en carromato

VIGO CIUDAD

Hace 150 años, la diligencia conectaba Vigo con Santiago en un día completo y, a Madrid, se iba vía A Coruña

04 may 2015 . Actualizado a las 09:25 h.

En apenas unas semanas, cuando pasen las elecciones, viajaremos en tren a Madrid vía Santiago. Volvemos así 150 años atrás, cuando se primó un camino real para A Coruña, relegando las obras del camino carretero a Benavente, que era el inicialmente previsto y que conectaba con más eficacia Galicia con la Corte. Como diría Nietzsche, vivimos en el «eterno retorno», que era lo que le pasaba a Zaratustra cada vez que se echaba una siesta.

Viajemos pues a 1854 y veamos cómo viajaban los abuelos de nuestros tatarabuelos. Podemos leerlo en un anuncio en la prensa de la época, donde se publicitan las diligencias que enlazan con Pontevedra en apenas tres horas: «Los carruajes de la empresa titulada del Poniente salen diariamente de Vigo a las cuatro de la mañana en la época de verano y a las seis en la de invierno, llegando a Pontevedra en la primera época a las siete de la mañana y, en la segunda, a las nueve».

En la ciudad del Lérez, hay un descanso para desayunar y continuar el trayecto hacia el norte: «En esta ciudad, se concede a los viajeros una hora de descanso para almorzar, saliendo pasada ella para Santiago y, al día siguiente, para A Coruña, desde cuya ciudad hay diariamente para Madrid correo y diligencia».

Los precios de asiento son: en berlina, a Pontevedra, 28 reales; en coche, cupé y pescante: 24; a Santiago, en berlina, 74; en coche, cupé y pescante, 64», reza el anuncio, que incluye especificaciones que hoy encontraríamos en cualquier línea aérea de bajo coste: «A cada pasajero se le concede gratis una arroba de peso y el exceso de peso se paga a 4 reales hasta Pontevedra y a 10 hasta Santiago».

Desde hace una semana, el tren de «cierta velocidad» -llamarlo de «alta velocidad» sería humorístico- que enlaza Vigo con A Coruña, tiene unos horarios absurdos, a los que se añade el lío de dos estaciones provisionales, de forma que sales de una y regresas a la otra. Los de fuera alucinan, cuando no se pierden. Para colmo, los gerifaltes de Renfe han diseñado toda la tabla de horarios con una inverosímil mentalidad radial, como si el centro del mundo estuviese localizado en A Coruña. Desde ahí, a horas exactas de salida y llegada, siempre útiles a esa ciudad, han decidido los horarios hacia el resto, lo que da por resultado un despropósito como un tren.

Pero volvamos un siglo y medio atrás. No conviene molestar con la más candente actualidad. Solo resaltemos que nada de lo que nos pasa es nuevo.

En 1854, aunque se iba en diligencia a Madrid, vía Coruña, las frecuencias eran bastante buenas: «De Vigo pueden salir, en caso necesario, tres carruajes hasta A Coruña. Muy en breve se establecerá una línea para que los viajeros que desembarquen en Vigo de los vapores procedentes de cualquier punto puedan obtener billetes directamente para la Corte, llegando a Coruña en un día y en cuatro desde esta ciudad a la capital, para cuyo efecto las respectivas empresas de esta ciudad, Pontevedra, Santiago y A Coruña se están poniendo de acuerdo con la de Poniente establecida en la Corte, que ya tiene diligencias diarias para las demás provincias de España en cómodos carruajes».

Además, había un servicio con Portugal que era notablemente peor que el tren bastante malo que tenemos actualmente. «Carruajes de Vigo a la frontera. Salen de Vigo para Tui los días pares y de Tui para Vigo, los impares. Precios del pasaje: en berlina, 24 reales; en coche, 20», rezaba el anuncio.

Por desgracia, no existía un camino carretero que enlazase con la ciudad de Oporto, de forma que los viajeros habían de cubrir este tramo a caballo: «Los pasajeros que quieran ir por tierra a la ciudad de Oporto, pueden hacerlo en carruaje hasta Tui, de donde continuarán su viaje a caballo, por carecer de carreteras y carruajes el país vecino». El precio completo de ir de Vigo a Oporto estaba cifrado en 140 reales, el doble que ir hasta A Coruña.

El anuncio remata con un tal señor Martínez, convertido en el gran agente de viajes de la época: «Los pasajeros que desembarquen en Vigo pueden dirigirse al señor Martínez, en la calle Real 1». En esa época, todavía no existía ni el «Independence of the Seas» ni la Renfe. Pero la gente viajaba. Dando un gran rodeo, como el que el Gobierno ha diseñado para la mayor ciudad de Galicia en el tren rápido a Madrid, vía Santiago. En otros tiempos, en diligencia, la ruta era vía A Coruña. Por cierto, en 1854 aún faltaban 28 años para que Nietzsche escribiese La gaya ciencia y Así habló Zaratustra. Y enunciase así su interesante teoría del eterno retorno.

El rodeo que darán los trenes por Santiago para ir

a Madrid retrotrae a hace 150 años

Los vigueses tenían que ir hasta A Coruña desde donde partían diligencias diarias