Historias del ferrocarril

VIGO CIUDAD

Olimpia Valencia abrió una clínica en el centro de la ciudad donde trabajó hasta los años sesenta.
Olimpia Valencia abrió una clínica en el centro de la ciudad donde trabajó hasta los años sesenta.

La entrada en servicio ayer del tren rápido con A Coruña recuerda viejas aventuras de su llegada a Vigo hace 134 años, en el lejano 1881

20 abr 2015 . Actualizado a las 12:24 h.

Ayer entró en servicio el tren rápido entre Vigo y A Coruña. Gracias a él, en 80 minutos los vigueses podrán ir a dar un paseo y admirar la torre de Hércules. Y los coruñeses, disfrutar del sol en verano en hermosas playas como Samil y O Vao. Sin duda, se trata de un gran adelanto.

Para dar ejemplo de lo rápido que va a ir el tren, los políticos lo inauguraron dos semanas antes de que estuviese terminado. La ley electoral les hubiera impedido hacerlo ayer. Así que el triunvires formado por Pastor, Feijoo y Negreira hicieron el primer viaje el pasado 30 de marzo, en asientos con mesa para jugar al mus.

Sin embargo, la pompa y boato del acto preelectoral no se acercó, ni de lejos, a la que Vigo vivió hace 134 años, en 1881, cuando llegó a la ciudad su primer tren. También entonces fue inaugurado antes de que entrase en marcha. El acto fue en marzo y el ferrocarril con Ourense no entraría en servicio hasta julio. Pero está visto que estas majaderías políticas son moneda común desde los tiempos de Mesopotamia.

«Vigo y Orense serán como dos cuerpos fundidos en un alma pues, en breves horas, lo mismo pueden los de allá venir a estas playas que los de aquí subir a sus riberas», proclamaban los diarios de la época, ya augurando en 1881 el abarrote para conseguir mesa de merendero en los pinares de Samil.

En 1881, el tren era tan deseado como ahora. Porque, al igual que hoy, llegaba con un gran retraso sobre las fechas prometidas. En concreto, entonces se tardaron 18 años desde que se colocó la primera piedra hasta el fin de las obras. Ahora, han pasado 14 desde que Manuel Fraga inauguró los trabajos. Sin duda, vamos mejorando...

Las obras del ferrocarril entre Ourense y Vigo habían comenzado en 1863. Y el proyecto llevaba años pasando de cajón en cajón por sucesivos ministerios. Tanta era la impaciencia viguesa que en la ciudad llegó a aparecer un periódico llamado «El Ferrocarril», que entró en circulación en 1861 con el objetivo primordial de defender la línea férrea que enlazaría a los vigueses con Ourense y, desde ahí, algún día con Madrid.

El 20 de abril de 1863, cuando se inauguran las obras, el entusiasmo es conmovedor. El poeta José María Posada y Pereira reparte por las calles un folleto con un poema ensalzando el progreso, palabra a la que los vigueses, como en otras ciudades, acabarían poniéndole el nombre de una calle: «Bienvenido el que esperamos -como a estrella precursora- de los prósperos destinos que anhela Galicia toda/ Bienvenido que ya llega: la sien ceñida de gloria, con lauros inmarcables, premio de luchas heroicas/ Venció del feo egoísmo, las pretensiones odiosas, que en nombre del amor patrio, labraban nuestra deshonra/ Hoy viene ¡Dios le bendiga!, para inaugurar la obra, que levantará a Galicia del desmayo que la postra». El que llegaba para inaugurar la obra era el diputado José Elduayen, para quien el poeta pide nada menos que la bendición de Dios.

A lo largo de casi dos décadas, las obras se paralizarán varias veces. Y se produce un gran revuelo. En 1867, tras dos años de interrupción, se publica el manifiesto «Justicia para Galicia y Asturias en la cuestión del ferrocarril del Noroeste y de Ourense a Vigo», de Lorenzo Gómez Quintero. La publicación se reparte por varias ciudades.

Además, el ferrocarril para Vigo tiene grandes enemigos. En Pontevedra surgen voces contrarias, que se acallarán cuando nuestros amigos de la capital caen en la cuenta de que la línea les beneficia. Los pontevedreses serán los siguientes en conectarse. La verdadera inquina llega del norte, en concreto de A Coruña.

Los coruñeses están indignados con el ferrocarril a Vigo. Aunque, para ser más exactos, son sus periódicos los que se muestran contrarios. La opinión pública, incluso en nuestros tiempos, muchas veces no coincide con la opinión publicada.

Lo cierto es que queda para la historia el editorial de un periódico coruñés creado para combatir a Vigo y titulado «El Clamor». Entre sus argumentos en 1863 están: «Si Vigo llegase a tener ferrocarril, no lo tendrá el resto de Galicia sino por incidencia».

Curros Enríquez llegará a mediar en la disputa, asustado por la campaña mediática coruñesa contra Vigo. Que se personalizaba en nuestro diputado más entusiasta, Eduardo Chao: «Sensible es decirlo, pero los obstáculos mayores para su realización no los encontró Chao en las esferas del gobierno; los encontró en Galicia, en las rivalidades, en las mañas, en los celos de localidad, nunca más atractivos ni temibles que cuando una población, que se distingue de alguna forma, obtiene algún beneficio o conquista algún progreso».

Como escribiría Xosé María Álvarez Blázquez: «Hubo recias polémicas en la prensa, porque otras ciudades, celosas de Vigo, intentaban demorar el logro de su ferrocarril, arguyendo sutilezas dialécticas que ni a los propios autores convencían».

Habrá que terminar con el mismo genial autor, que a su sabiduría unía un formidable sentido del humor: «Veinte años de lucha titánica costó a Vigo su ferrocarril, aquella máxima ilusión de los prohombres enchisterados, para quienes la trepidante locomotora constituía un dorado sueño de progreso».

Pues eso: historias del ferrocarril de antes para leer a bordo del ferrocarril de ahora.