Éxodo

Eduardo Rolland
Eduardo Rolland LA BUJÍA

VIGO CIUDAD

17 abr 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Muchos vigueses nos criamos en una ciudad que, cada viernes, vivía un éxodo. En cuanto el reloj marcaba el fin de la jornada, se formaban en la avenida de Madrid unas caravanas de dimensiones bíblicas. El sábado, Vigo amanecía desierta. Había domingos en que te sentías como Charlton Heston en El último hombre vivo.

Por eso muchos aún nos asombramos al vivir una fiesta como A Brincadeira, el pasado fin de semana, cuando miles de vigueses abarrotaron Bouzas. Poco importaba la excusa para un día formidable. La antigua villa marinera en realidad no tuvo una presencia especial en la Reconquista de Vigo. Aunque colaborase activamente su alcalde, Cayetano Parada Pérez de Limia, que en esa época firmaba sus documentos como «Comandante principal de la alarma del valle del Fragoso». Bouzas tuvo en aquella gesta tanto protagonismo como Valadares, Zamáns o Cangas, por ejemplo.

Pero el motivo para la celebración es lo de menos. Lo importante es que funciona y se convierte en otra gran cita en el calendario vigués. Se suma así a la Reconquista, en el Casco Vello, que ya está consolida como la gran fiesta popular de la ciudad.

Vigo ha cambiado en las últimas décadas. Es otra ciudad. Apenas fue en los años 90 cuando los nacidos aquí superaron a los foráneos.

Y hoy el éxodo a la aldea, cada fin de semana, ya no es inmensamente mayoritario. Los vigueses, ahora, se quedan, salen a la calle y participan. Y exigen espacios y actividades de ocio.

A mí me asombra cada año que, en pleno agosto, triunfe O Marisquiño. O que la gente abarrote el Casco Vello con la Reconquista. O que se vuelque en Bouzas con A Brincadeira.

Probablemente mi estupor sea un trauma infantil de aquellos niños sin aldea que nos criamos en el Vigo del Éxodo.

eduardorolland@hotmail.com