Lo que es posible

Ángel Paniagua Pérez
Ángel Paniagua LA TRAPALLADA

VIGO CIUDAD

16 abr 2015 . Actualizado a las 09:46 h.

Ardía fieramente el Bernardo Alfageme, bajo un enorme nubarrón de un negro intenso. Era una imagen poderosa. Seguro que usted la vio, porque circuló por los Whatsapps de medio Vigo. El pesquero moría en su reciente lecho de Coia víctima de unas llamas rabiosas. Moría ante la pasividad general, ni siquiera se veía un camión de bomberos. Era una foto imposible, pero mucha gente se lo creyó y no pocos llamaron al periódico para avisar. «Oye, ¿sabéis que está ardiendo el barco?». Desde aquella madrugada de febrero en que el Concello sacó a todos los agentes de la policía para custodiar la instalación del barco delante del Alcampo, medio Vigo cree que puede pasar de todo. Todo es posible. «Cualquier día le ponen una bomba», pensaron muchos, ya entonces. Haber caído en la trampa de la imagen y haber creído que el Alfageme ardía no es lo preocupante. Lo preocupante es creer que podía arder, o que todavía puede arder. Y que eso no sorprenda en absoluto. Porque convierte toda la democracia en un simulacro en el respeto de las decisiones solo cuando concordamos. Nos pone frente el espejo. No toleramos fracasar y ni siquiera sabemos perder. Y como no sabemos perder, ha dejado de extrañarnos que cualquier persona haga lo que sea para no fracasar, o sea, para no convertirse en un fracasado o en un perdedor. Hasta quemar un barco, si no estás de acuerdo. Hasta llamar nazis a los que te llevan la contraria.

El fracaso es tan intolerable que los gerentes dimiten por «razones personales», que aquel al que no le gusta algo puede prenderle fuego en cualquier momento, que la mitad de las decisiones políticas acaban en los tribunales y que cuando los jueces no dan la razón es porque están comprados. Como si todo lo injusto fuese necesariamente ilegal. Y lo injusto a veces solo es estúpido, necio o, simplemente, injusto.

angel.paniagua@lavoz.es