El vigués Monet del Barrio se sitúa al frente del Ministerio de la Guerra

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Monet, en el grupo de la izquierda, durante la firma de la capitulación de la batalla de Ayacucho.
Monet, en el grupo de la izquierda, durante la firma de la capitulación de la batalla de Ayacucho.

Entró en la milicia a los 12 años y alcanzó la capitanía general en dos regiones y falleció el 3 de abril de 1837

07 abr 2015 . Actualizado a las 04:00 h.

El 3 de abril de 1837 fallecía en Madrid uno de los militares vigueses con mejor hoja de servicio de toda la historia. Juan Antonio Monet del Barrio había nacido en Vigo en 1782 y era hijo de un sargento de una compañía de Inválidos, unidad militar compuesta por soldados con graves secuelas físicas producto de su exposición al enemigo en el campo de batalla.

Monet fue programado para ser militar, ya que entró en el ejército a los doce años aprovechando una autorización que regía desde 1784 por la cual se permitía reclutar a dos muchachos de doce años por cada regimiento a fin de educarles para el mando militar. Finalizado este período de instrucción, que incluía el aprendizaje de la lectura y la escritura, Juan Antonio Monet se incorporó al servicio activo en 1799, con el cargo de primer subteniente.

El militar vigués fue gravemente herido en la batalla de Bailén, primer y sorprendente derrota del ejército francés en suelo español. Cuando concluyó al Guerra de Independencia, Monet ya había alcanzado el grado de teniente coronel de cazadores. No acabó ahí su relación con los campos de batalla. En 1816, fue destinado a América del Sur, donde los independentistas habían aprovechado la guerra europea para expandirse por todo el continente.

Aprovechando el triunfo de los liberales en España, un grupo de militares derrocaron al virrey Joaquín de la Pezuela, pero Monet fue de los pocos que se mantuvieron al margen de la operación. En 1823, fue ascendido a brigadier. La situación militar no era entonces nada favorable a los españoles en Sudamérica. No obstante, Juan Antonio Monet logró, a comienzos de marzo de 1824, ocupar por la fuerza Lima y El Callao durante unos días. Ya es curioso que El Callao estuviese, años después, ligado a la vida militar del también vigués Casto Méndez Núñez.

Antes de rompernos la crisma

Meses más tarde, Juan Antonio Monet mandó la primera división en la batalla de Ayacucho, la tumba del colonialismo español en Sudamérica. Aquel 9 de diciembre de 1824, Monet protagonizó un curioso hecho antes del inicio de la batalla. «En nuestro ejército, como en el ustedes, hay jefes y oficiales ligados por vínculos de familia o de amistad. ¿Sería posible que antes de rompernos la crisma, conversasen y se diesen un abrazo?», le atribuye la historiografía latinoamericana al general vigués la frase dirigida al general Córdova. Aquella mañana, Monet fue herido tras el ataque de sus tropas, que finalmente fueron derrotadas. Él acompañó al general José de Canterac en la capitulación del ejercito español. Aunque España no renunció a la soberanía hasta 1836, de hecho, Sudamérica era independiente.

Monet regresó a España donde participó en la guerra de los Agraviado, en Cataluña, un conflicto de la corona con los más reaccionarios absolutistas. Posteriormente, ocupó el puesto de comandante general del Campo de Gibraltar, antes de ser ministro de la Guerra en el Gobierno de Cea Bermúdez. Sus últimos años de servicio los empleó como capitán general de Castilla La Nueva y de Baleares.

Capitalidad

En Vigo, la corporación escribía al general, en enero de 1833, para solicitarle que influyera a favor de la capitalidad de Vigo. «Con tal motivo, la misma corporación, creyendo firmemente no serán a V.E. indiferentes los intereses de su buena ciudad y sabiendo que el Ministerio de Fomento de la Riqueza del Ynterior del Reino se halla perentoriamente trabajando en la división de las cuatro provincias que han de formar en lo sucesivo la de Galicia se apresurA a suplicar a V. E. se digne interponer sus más altos respetos a fin de que sea esta benemérita ciudad electa capital de una de las cuatro referidas» (sic), reclamaban, sin éxito posterior, los miembros de la corporación viguesa.