El ciclista inválido por la trampa de Vigo pasó media hora solo

e. v. pita VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

El ciclista que auxilió a Diego, en el lugar del accidente.
El ciclista que auxilió a Diego, en el lugar del accidente. M. MORALEJO

El lesionado en el monte Alba relata a la jueza que oyó el ruido de sus huesos rotos y tardó 10 minutos en sacar su teléfono móvil

26 mar 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

El ciclista vigués Diego González, que sufrió una lesión medular en el monte Alba al chocar contra una trampa el 4 de septiembre del 2014, ha prestado declaración por primera vez ante la jueza de instrucción número 5 de Vigo que investiga el incidente. En su comparecencia, la víctima, que acudió en silla de ruedas, relató cómo impactó contra una piedra de grandes dimensiones colocada en medio del camino y cómo pasó solo entre 20 minutos y media hora postrado en una senda de bajada hasta que otros ciclistas lo rescataron.

El siniestro le pudo haber costado la vida y causó gran indignación entre los deportistas ante las sospechas de que no fue un accidente fortuito. Cuatro miembros de la mancomunidad de montes de Valadares fueron imputados como sospechosos de haber colocado obstáculos contra los ciclistas en los caminos porque se oponen a que usen sus pistas para entrenar con bicis de montaña.

El interrogatorio a Diego González se celebró el lunes y era el único que faltaba por declarar. Ya lo hicieron en octubre la presidenta de la comunidad de montes y otros colaboradores. La jueza dejó pasar unos meses hasta asegurarse de que estaba restablecido. Sigue inmovilizado y necesita andar en silla de ruedas, pero su calidad de vida ha mejorado en los últimos meses, desde que salió del hospital y regresó a su casa.

El lesionado se desmoronó y sollozó emocionado ante la jueza cuando le mostraron las fotos de su accidente. Un siniestro que quebró su vida de deportista a los 38 años. En el despacho de la magistrada recordó esos angustiosos minutos en los que nadie podía oír sus gritos de socorro porque se encontraba en una zona alejada del circuito. Estuvo consciente en todo momento porque no perdió el conocimiento. Fue entonces cuando se quedó «ido» porque se dio cuenta de que no se podía mover de cintura para abajo. Inicialmente, su falta de movimiento llegaba hasta los hombros.

Comprendió que debía continuar tumbado para evitar agravar sus lesiones en la columna. Según contó, sabía que sus vértebras estaban rotas porque oyó el ruido que hizo el hueso al romper cuando cayó sobre la piedra. Al notar el crujido, comprendió que aquello no auguraba nada bueno. «Se quedó ido al entender el alcance de sus lesiones», dicen fuentes cercanas al caso.

No obstante, con mucha paciencia y a base de pequeños movimientos, consiguió sacar su teléfono móvil y marcar los números para pedir socorro a la centralita de Emergencias del 112 o a la Policía Local de Vigo. Habló lo justo para dar su localización y facilitar su rescate.

Rehabilitación

Su interrogatorio se produce medio año después de la lesión que le obligó a ser hospitalizado varios meses en estado muy grave y luego seguir sesiones de rehabilitación. Ha sido una historia de superación que contó con el apoyo de sus allegados y sus compañeros de deporte. En seguida, montaron una página en Facebook para darle ánimo y pedir justicia bajo el lema: «Todos somos Diego». Los ciclistas también organizaron concentraciones de protesta para que no se repitan incidentes como este.

Tras tomarle declaración, la jueza ordenó que la víctima fuese examinada en la clínica forense. El médico evaluará sus lesiones de cara a cuantificar la indemnización que deberá percibir en caso de que los cuatro imputados sean condenados. Lo que está claro es que el daño es irreversible en las piernas mientras que el tronco y los brazos los mueve.

La Fiscalía cree que, con esta declaración, ya tiene todas las pruebas que necesitaba y no pedirá más informes. Es posible que pronto pase a redactar su escrito de calificación del delito pero los cuatro abogados defensores aún están a tiempo de solicitar la realización de más pruebas.

La colocación de trampas en el monte Alba surgió a raíz de un conflicto entre los comuneros y los ciclistas que los fines de semana invadían los senderos fuera del circuito. Un vecino confesó que había colocado obstáculos como ramas en los caminos para bloquear el paso a tractores.