Arresto domiciliario para un hombre que duerme en un cajero

alejandro martínez VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

M.MORALEJO

Condena a un sintecho por robar unos guantes, unas gafas y una bicicleta

22 mar 2015 . Actualizado a las 10:56 h.

Un hombre que no tiene hogar deberá cumplir cuatro días de arresto domiciliario. El juzgado de lo penal 1 de Vigo ha condenado a Miguel Ángel Moya Domínguez, de 42 años de edad, a una pena de localización permanente por una falta de hurto. El acusado duerme siempre en el cajero de La Caixa de la zona peatonal de Urzaiz. Ese es el techo que lo cobija cada noche desde hace más de un año. Allí suele pernoctar con Antonio Lamas, su amigo y compañero de fatigas, abrigado con una manta y en un improvisado lecho de cartones.

La sucursal bancaria realizó esta semana obras de reforma en la entrada del establecimiento, por lo que se han tenido que mudar al cajero del BBVA situado en misma calle y que es algo más incómodo. «Siempre es nuestro último recurso», afirma.

Miguel Ángel tiene esta cuenta pendiente con la Justicia por robar unos guantes de fútbol, unas gafas y una bicicleta en Baiona. La sentencia considera probado que el 29 de diciembre de 2013 distrajo a la dependiente del establecimiento Dorna Sports de la calle Carabela Pinta y se apoderó de los guantes, valorados en 17.50 euros. Al día siguiente se llevó la bicicleta tasada en 200 euros del portal de un edificio de la Avenida de Monterreal y unas Rayban de 150 euros de una óptica. Cuando la Guardia Civil le sorprendió días después en el mercado de Sabarís montado en la bicicleta sustraída dijo que se la había comprado a un rumano. Pero no le creyeron. También llevaba los guantes y las gafas, cuyo hurto había sido previamente denunciado, por lo que fue detenido.

Miguel reconoció los hechos ante el juez de instrucción, pero posteriormente no se presentó al juicio para poder defenderse, por lo que la condena por hurto parecía segura, como se confirmó en el fallo judicial que data del pasado 21 de noviembre.

Pero por más que quiera, ahora no puede cumplir la condena que le han impuesto. Estar localizado de manera permanente en el cajero de un banco es tan surrealista como imposible. Los responsables de la entidad bancaria se oponen rotundamente a tenerlo de inquilino durante las 24 horas del día. Ya les llega con que duerma allí cada noche. A veces se instala ya por la tarde con su amigo, lo que ha motivado las quejas de algunos usuarios que acuden a sacar dinero. La policía ha tenido que echarlos en más de una ocasión.

Albergue

La sentencia estima que el acusado tiene su domicilio en el albergue municipal de la calle Marqués de Valterra. Teóricamente debería de ser allí donde tendría que cumplir los cuatro días de localización permanente. Pero responsables del albergue confirman que tampoco es posible. Los beneficiarios del centro no pueden estar 24 horas seguidas en el mismo. Los que acuden a pasar la noche deben marcharse a primera hora de la mañana. A lo largo del día, el centro presta otros servicios a personas en situación de exclusión social y sus instalaciones no están concebidas para el cumplimiento de ningún tipo de condena.

Además, ellos van muy poco por allí porque reconocen que no les gustan los albergues. «En el de la calle Marqués de Valterra se come muy bien, pero no nos gusta porque a la hora de ducharse es una desgracia humana», afirma su amigo Antonio. «Además nos viene muy a desmano, porque nuestra zona es la del Calvario», añade Miguel. Tampoco suelen acudir a los comedores sociales y se alimentan gracias a lo que les dan en algunos bares de la zona.

Miguel Ángel Moya también fue condenado recientemente por un delito de robo con fuerza a un año de prisión. El fallo considera probado que rompió el cristal del escaparate de una tienda de ropa de O Calvario y se llevó doce pares de calcetines.

los efectos de la crisis

«Que me paguen un hostal»

«Sin vivir en ninguna casa, no me pueden condenar a una localización permanente, lo veo ilógico total», afirma Miguel Ángel Moya. «Si quieren que cumpla la sentencia, que me paguen un hostal, que vale 12 euros la noche», dice este sevillano que lleva seis años en Galicia. De hecho, cuando consiguen un poco de dinero suelen alojarse en una pensión para poder dormir con mayor comodidad. Pero eso ocurre de vez en cuando, puesto que tanto él como su amigo carecen de ningún tipo de ingreso para salir adelante. «La vida en el cajero se hace dura, a veces pasamos frío y alguna vez algunas personas nos llaman asquerosos, pero nosotros nos duchamos todos los días en Érguete», afirma.