La rotonda del millón de euros

Juan Manuel Fuentes Galán
juanma fuentes VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Oscar Vázquez

La polémica colocación del «Bernardo Alfageme» en la glorieta viguesa de Coia ha supuesto un gran desembolso en cuidar el barco y en su traslado

22 feb 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

La operación rotonda emprendida por el alcalde de Vigo para encajar el que se ha convertido en el pesquero más famoso de la historia local no le ha salido barato al contribuyente. El cálculo realizado por La Voz sitúa este proyecto en el entorno del millón de euros, una cantidad astronómica teniendo en cuenta que el Bernardo Alfageme fue donado años atrás al Concello.

El relato de la colocación del pesquero en una rotonda interior de la ciudad es la crónica de un fracaso que en su origen estuvo teñido de buenas intenciones. Se trataba de conservar uno los últimos pesqueros de altura construidos en el astillero Barreras, allá por los años 40 del siglo pasado, diseñado todavía con chapas y remaches. Cuando le llegó el momento de su jubilación, hace quince años, se colocó la embarcación en manos del Concello para garantizar su pervivencia y futura exhibición.

Empezó entonces un proceso que ha culminado con la colocación por la fuerza del pesquero en el barrio de Coia, lo que solo ha sido posible con más de 200 policías ante la oposición de colectivos sociales y vecinales y el rechazo de todo el arco político.

Una parte del dinero se gastó en los años en los que estuvo pendiente de destino, que según el acuerdo municipal de hace una década sería para su exhibición en una zona próxima al litoral. Y otros cientos de miles, lo más difíciles de constatar, los de la fase final para poder exhibirlo en buen estado.

El astillero Francisco Cardama, donde lleva desde la cesión al Concello, ha recibido del orden de 100.000 euros en los últimos tiempos por dejarlo en estado de revista. Ha tenido que vaciarlo, sacar sus motores y pintarlo, un trabajo realizado en solo dos meses.

Desde el mes de diciembre el Concello también se ha gastado también una importante cantidad en la vigilancia de la rotonda, que ha obligado a realizar miles de horas extras a los agentes municipales. En este período se ha ordenado la presencia de al menos una dotación durante las 24 horas del día, festivos incluidos, con el desplazamiento de docenas de agentes en los momentos más conflictivos. Por ejemplo ayer, cuando una veintena de policías se pasó allí la mayor parte de la mañana para vigilar a los opositores, algo que se repite casi a diario. El cálculo realizado por este periódico cifra el costo en unos 100.000 euros en menos de tres meses.

Finalmente, la empresa que se ha encargado de adaptar la rotonda, Civis Global, ha ingresado del orden de 75.000 euros por el arreglo del recinto. A todo es preciso añadir el contrato de traslado y el despliegue de grúas gigantes por parte de la firma Donitz, que implica otra factura de varias decenas de miles de euros.

Pese a todo ello, el grueso de la factura viene de atrás. En diciembre del 2005 hubo que pagar 274.000 euros a Remolcanosa por la reparación del buque, que a su vez percibió otros 91.000 dos años después. Previamente, entre el 2000 y el 2005, Cardama recibió alrededor de 100.000 euros por reparaciones de urgencia, mantenimiento y estancia en el varadero. No son todas las facturas pero dan idea de la factura de la rotonda de Coia.

Coia ingresa en la lista de las glorietas más polémicas de España

El proyecto de Caballero es una realidad y de nada ha servido que el caso haya tenido amplia repercusión, en Galicia y en toda España. Cadenas de televisión estatales han seguido en primera línea la accidentada colocación del barco en la madrugada del jueves y han realizado conexiones en directo al día siguiente desde la rotonda. También la imagen del barco apareció de manera reiterada en el programa El Objetivo, de Ana Pastor, en La Sexta, donde comparecieron dos de los creadores de la web Nación Rotonda, especializada en dar a conocer las glorietas más frikis de todo el país.

   Rafael Trapiello, ingeniero de caminos y uno de los cuatro fundadores de esta página, cree que su proliferación en España tiene que ver con los nuevos desarrollos urbanísticos y con el hecho de que las rotondas computan como zonas verdes. Junto con la periodista Pastor, coincide en que en muchos casos «se trata de auténticos disparates que hacen reír, pero casi son para hacer llorar ya que para construirlas se utiliza dinero público».

En esta web se han documentado hasta 500 rotondas de toda España, algunas de Galicia, con decoraciones, diseños y estructura de lo más peculiar, en ocasiones incluso inútiles al no llevar a ninguna parte, y cuatro de estos ejemplos aparecen en esta página. Para el mes de junio cuenta con sacar a la calle un libro en el que resumen sus experiencias y conocimientos tras años de estudiar las rotondas que se construyen en España. «Queremos que sea un cauce para concienciar a la gente», explicó Trapiello en el programa de Pastor.

Caso a caso

Eso sí, los creadores de Nación Rotonda no creen que las glorietas «sean malas en sí como sistema para gestionar la circulación rodada». Sin embargo, cuestionan el resultado en muchos casos por su exageración, el dispendio en el coste o su escasa o nula funcionalidad. Y mientras hablaba Trapiello, la imagen de fondo era el barco de Coia.

   En Vigo, ayer, un grupo de vecinos debatía en la puerta del hipermercado Alcampo sobre la colocación del Alfageme en la rotonda de Coia. A pocos metros de la concentración de opositores, una señora de edad expresaba su disgusto con la colocación del barco mientras dos conocidos suyos lo defendían. Las alabanzas y críticas a la decoración elegida por el alcalde y su gobierno municipal se extendían también al colectivo que lo rechaza, y como no existían punto de encuentro decidieron finalizar el debate para no crispar la discusión.

A pequeña escala, es un debate que recorre desde hace años la geografía española. Las rotondas proliferan y con ellas las decoraciones más insospechadas, un fenómeno al que Vigo no ha sido ajeno pero que hasta el caso de Coia no adquirió relevancia. En la ciudad existen numerosos ejemplos, algunos, como el de Travesía de Vigo y Aragón o la paellera de Areal, con esculturas que posibilitan polémicas sin fin, pero sin mayor trascendencia.

Otras actuaciones, como la pequeña rotonda de O Berbés, con una construcción destinada a cubrir una instalación de la red de saneamiento, o bien la vieja grúa portuaria de Beiramar con la calle Coruña, han originado críticas en conversaciones ciudadanas, aunque no han tenido resonancia.   

Gana la minoría

Este panorama de tranquilidad con la decoración de las rotondas se rompió con el proyecto de Coia, sin duda por la especial situación política de la ciudad. En Vigo gobierna un alcalde en minoría que, contra lo que suele ser habitual, no fue la lista más votada. Pese a ello, el grupo con menor representación, el BNG, le dio el gobierno de la ciudad y acto seguido pasó a la oposición. Con lo que no contaban los nacionalistas es que ese regidor, Abel Caballero, decidiera gobernar como si tuviera mayoría, para lo que contó con la ley de grandes ciudades, de tintes presidencialistas, y con la seguridad de que el Bloque nunca iba a firmar una moción de censura. Desde entonces Caballero ha jugado con los grupos de la oposición para regir la ciudad y aprobar los presupuestos, utilizando al PP o al BNG a su conveniencia.

En este contexto, lo ocurrido en Coia justo al final del mandato no es, a nivel político, más que una muestra más de lo ocurrido en la gestión de la ciudad. El alcalde tomó una decisión que fue rechazada por los grupos de la oposición y sucedió en dos ocasiones, lo que supone que 16 de los 27 concejales vigueses están en contra de la ubicación del Alfageme.