Bolos y bolas para todas las edades

O.S.

VIGO CIUDAD

Patricia Gago

Un recorrido por las boleras gallegas Las boleras ya no son para minorías. Familias enteras se agolpan en las pistas para lograr un pleno.

11 abr 2007 . Actualizado a las 07:00 h.

Sin llegar a la pasión de EE.UU., donde la afición de jugar a los bolos llega a tal nivel que hay una pista por cada 1.500 habitantes, en Galicia conseguir un pleno tiene cada año más adeptos. La incorporación de los bowling a los centros comerciales a finales de los noventa y la reciente apertura de nuevos establecimientos, ha convertido las boleras en lugares de ocio preferentes, donde mayores y pequeños rivalizan y dan rienda suelta a su muñeca. Concebidas para satisfacer las expectativas lúdicas de un público muy variado, son las familias uno de sus principales usuarios. Y es que, desde hace años, el 90% de los establecimientos gallegos tienen adaptadas sus instalaciones a las necesidades de los niños. Tanto en el pujante Areal Bowling Pool de Vigo, como, por ejemplo, en el Bowling Santa Cristina o en LaCentral Bolera de Santiago, cada vez que los mayores de 6 o 7 años (edad recomendada para empezar a jugar) hacen un lanzamiento, unas barreras se levantan a ambos lados de la pista, y posibilitan que siempre se tire algún bolo. Si los adultos no tienen mucha puntería, las risas están garantizadas. Carlos Serra, un padre que reconoce no haber vuelto a jugar desde hace más de veinte años, no duda en alabar la destreza infantil. «Y si no, mire hacia el marcador», reconoce con una sonrisa. El suyo marca 43 y el de su hija de 7 años, 59. Otro de los grandes atractivos de estos establecimientos es la posibilidad de organizar cumpleaños, una opción, por otra parte, muy demandada. En algunos casos, las reservas ya alcanzan, como en el Bowling Vigo de Samil, los tres meses de antelación, una espera que crece si la fecha buscada son los viernes por la tarde o los fines de semana. La oferta suele incluir, a un precio popular (que va, aproximadamente, desde los 9 hasta los 12 euros por niño) la posibilidad de disfrutar de una merienda y después jugar dos partidas o, incluso, como ocurre en el centro de Oleiros, la de competir, comer, y, volver de nuevo a la pista. Aun así, y tal como reconoce Elena Balado, una madre abonada a estas celebraciones, lo importante son los bolos «porque aquí hasta los niños pasarían sin comida». Horarios flexibles y ajustables a la salida de los colegios, bolas de tan sólo 6 libras (3 kilos) y ofertas de ocio añadidas como salas infantiles, son otras de las bazas a favor de este mercado en auge, al que las familias acceden y suelen repetir. Para los principiantes, algunos centros ofrecen clases gratuitas, de las que sólo se abonaría el tiempo de pista ocupado. Asimismo, y debido a la calidad de muchos de estos centros, las boleras gallegas, como es el caso de Areal Bowling Pool, pueden presumir de organizar torneos oficiales de la Federación Gallega de Bowling y de la Asociación Española de Bowling y de acoger entre sus instalaciones a jugadores de élite. En este deporte, disfrutar es casi una obligación. De lo que se trata es de dar tres pasos, subir la bola, flexionar el brazo y, de atrás hacia delante, afinar la puntería. Y tirar los diez bolos antes que nadie.