El director que hacía magia en el Retiro

manu otero VIGO / LA VOZ

REDONDELA

Oscar Vazquez

El dramaturgo Luís Crespo lleva ocho años compaginando la dirección del festival internacional de títeres de Redondela con la producción de obras de teatro

23 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Las escuelas municipales de Redondela hicieron subir a Luís Crespo por primera vez a un escenario. Eran unas clases en las que los más pequeños aprendían las nociones más básicas de dibujo, pintura o teatro. El sabor del primer aplauso lo cautivó y desde entonces nunca más se quiso alejar del tablado. Ahora, con más de cuarenta primaveras a sus espaldas, presume de hacer carrera en el arte de la escena. Tiene dos obras de teatro en cartel y acaba de dirigir su octavo Festival Internacional de Títeres de Redondela.

El circo del teatro nacional tiene un hueco ya para la compañía Teatro El Zurdo, que Luís Crespo fundó en Madrid con su compañero Luis Bermejo. Pero antes de llegar a meta, el redondelano pasó por todos los niveles del arte dramático. «Yo hice de estatua en la puerta de un Corte Inglés en Madrid», recuerda como una de sus primeras aventuras cuando desembarcó en la capital con solo diecinueve años y muchas ganas de triunfar.

Pero no fue ese primer contacto el que marcó su etapa estudiantil en la academia madrileña de Cristina Rota, en la que decidió matricularse por la ausencia de escuelas de arte dramático en Galicia. Su mejor recuerdo está en el parque del Retiro, al que acudía como artista callejero para conseguir un dinero con el que costear su estancia en la capital.

«Estudiábamos de lunes a viernes y el sábado y domingo nos íbamos al Retiro. Muy temprano para coger un buen sitio. Y allí probábamos nuestros números de títeres, magia clown... Era un buen momento porque sacábamos un dinero. No la recuerdo como una temporada difícil, más bien como una época entrañable», revive el dramaturgo redondelano, que reconoce que obtenía un buen sueldo. «En la calle, como en la vida, uno tiene que ofrecer algo sincero, sólido y si lo hace, hay una devolución proporcional», explica con seguridad.

Fue en esa etapa cuando recibió el encargo de organizar en su Redondela natal un festival internacional de artistas de calle que se celebra cada año en el mes de agosto. Los primeros programas se nutrieron en buena parte de compañeros de Crespo, director de este festival durante dieciocho años, que exhibían sus números en el parque madrileño.

Antes de poner rumbo a la Meseta, Crespo comenzó a labrar su carrera en una Galicia en la que la disciplina de arte dramático era para autodidactas. «Empecé con Suso Ben en las escuelas, luego monté una pequeña compañía con la hermana de Miguel Morines, de Paxariña, y ahí empezamos a hacer nuestros pinitos. Luego me fui a Madrid, monté una productora de teatro con Luis Bermejo y nos dedicamos a hacer obras de teatro», relata satisfecho el cofundador de Teatro El Zurdo.

Dos décadas después de lanzarse a la creación de obras de teatro y con la eterna demanda de la bajada del IVA cultural como telón de fondo, «trabajamos a un alto nivel, hacemos gira nacional y en esta temporada hemos logrado estar en el teatro Lliure y en el Español, que no es fácil», afirma satisfecho el dramaturgo redondelano. En agosto volverá a salir de gira con la comedia El extraño caso de la marquesa de Vadillo, una obra escrita y dirigida por Crespo en la que el espectador, como si estuviese jugando al Cluedo, debe adivinar quién asesinó en su mansión a la marquesa.

Otra comedia en cartel es El minuto del payaso, de la que es productor ejecutivo, y con la que estará esta misma semana de gira después de disfrutar en los últimos días de un regreso a sus orígenes en Redondela, con los títeres como hilo conductor y rodeado de decenas de artistas llegados de todas partes.