La policía da por zanjado el caso de Redondela como asesinato machista

e. v. pita VIGO / LA VOZ

REDONDELA

Oscar Vazquez

Los investigadores ya solo cierran flecos como el octanaje de la gasolina empleada

24 feb 2017 . Actualizado a las 09:30 h.

La Policía Nacional de Vigo da por prácticamente cerrado el caso de la pareja muerta en una explosión de gas en una casa de Chapela (Redondela) la tarde del lunes 20. La comisaría de Vigo tiene claro que Emilio Fernández liberó gas de dos bombonas de butano y vertió gasolina en la vivienda de su expareja María José Mateo, Sesé, y luego la voló con los dos dentro. Conocidos los resultados de la autopsia, la policía concluye que se trata de un asesinato machista en el que murieron víctima y agresor.

Aún le quedan flecos a la Policía Científica, pero son detalles secundarios como, por ejemplo, averiguar si el implicado usó gasolina de 95 o 98 octanos o si es una mezcla. La diferencia está en que la del 98 tiene mayor poder de combustión. El juez del número 2 de Redondela está a la espera de que le lleguen los distintos informes científicos y los atestados para estudiarlos y decidir qué actuaciones seguir, según explicó ayer el Tribunal Superior de Xustiza.

La policía da por hecho que el autor lo planificó todo para que la víctima no tuviese oportunidad de defenderse o escapar. Por eso, todo apunta a que la explosión de Chapela será considerada judicialmente como un delito de asesinato con el añadido de que se trata de un caso de violencia sobre la mujer. No tendrá consecuencias penales porque el autor ha muerto, pero el resultado de la investigación sí podría tener trascendencia a la hora de que los herederos de la víctima reclamen daños y perjuicios por la vía civil o pidan una compensación a las aseguradoras. La segunda planta de la casa quedó en ruinas, con una placa y las paredes del dormitorio rotas. Esa vivienda quizás deba ser demolida y la madre de la víctima ha tenido que mudarse del primero al bajo, donde vive su otra hija.

En las últimas horas, los investigadores se han dedicado a cerrar los últimos flecos. En primer lugar, necesitaban certificar que las huellas dactilares impresas en las dos mangueras cortadas del butano correspondían a las del implicado. Las muescas en la goma revelarán si fue seccionada.

Por otro lado, los investigadores han examinado las grabaciones de las cámaras de vigilancia de varias estaciones de servicio de los barrios de Chapela y Teis, los más cercanos a la casa, para comprobar si el exmarido compró allí una lata homologada de gasolina que luego vertió en el suelo de la casa antes de que llegase su exmujer, de la que se separó a finales del 2016. Sus allegados creían que mantenían buena relación.

La pareja tenía un hijo en común de 8 años y el padre lo recogía y lo devolvía a la casa casi a diario. Por eso, el día del suceso, los vecinos y la familia de la víctima creyeron que el niño estaba desaparecido entre los escombros pero, en realidad, el padre lo había dejado con sus abuelos paternos. Atrajo a la exmujer con el engaño de que el niño ya estaba en la vivienda.

Todo apunta a que el hombre descubrió hace dos semanas que su exmujer tenía un amigo especial y amenazó con volar la casa con ella dentro. El lunes puso a salvo a su hijo pequeño, montó un dispositivo de deflagración en la casa, atrajo a la víctima y la retuvo mientras salía gas, encendió un mechero y lo voló todo. Los cuerpos fueron hallados juntos y entrelazados. La autopsia confirmó que murieron por una doble causa: la inhalación de monóxido de carbono y un choque térmico generados por un incendio que levantó una densa humareda y por una explosión.