Las curvas de Borrell

Carlos Punzón
Carlos Punzón PUNZADAS

O PORRIÑO

03 oct 2015 . Actualizado a las 04:00 h.

Aquel había sido uno de esos días realmente odiosos para todo aquel al que por sus venas circule a partes iguales sangre y periodismo. Como al ganado, nos subieron a un autobús y nos llevaron hasta la entrada de O Porriño a esperar un buen rato a que llegase el ministro de Obras Públicas. Aguardando en el arcén con la vista puesta en el horizonte viario a la espera de Josep Borrell, un rosario de motos de la Guardia Civil irrumpieron por todos los flancos del tráfico para cortarlo, en seco, como si de la punta de las botas de los agentes hacia delante se abriese el abismo.

Recuerdo aquel silencio imposible en una carretera tan transitada como lo ha sido siempre la autovía de Vigo a O Porriño. Y de repente surgió el ruido, el viento mecánico como anticipo del helicóptero que dejó al señor ministro en medio de la autovía, en medio de la paralización del tráfico, en medio de la distancia que los gobernantes de despacho siempre han mantenido con quienes les pagan.

No hacía mucho que las crónicas habían contado cómo Alfonso Guerra usó un Mystére de la Fuerza Aérea para eludir un colapso de tráfico en la frontera de Vila Real de Santo Antonio, por lo que crear un atasco en acto de servicio podía presentarse como más justificado. En un acto de democracia informativa, Borrel se subió al bus de la prensa y de camino hacia las obras del túnel de A Cañiza concedió dos o tres preguntas. Caliente por el sol, por el alistamiento autobusero del acto y el constreñimiento informativo, acerté a preguntarle al ministro: ¿Cuándo va a reformar las peligrosas curvas de la nueva autovía? Me fulminó con la mirada y sin pestañear dijo: «Los gallegos nunca están contentos, vengo a visitar una obra y me piden que les arregle otra que acabamos de hacer», dijo. Aún ahora, veinte años después, seguimos sin estar contentos, sobre todo con las curvas de Borrell.

@carlospunzon