Un aeropuerto en el Val Miñor

Antón Lois AMIGOS DA TERRA VIGO@TIERRA.ORG

NIGRÁN

m. moralejo

Un otoño más la Foz de Nigrán se convierte en una pista de aterrizaje para centenares de aves migratorias

26 sep 2016 . Actualizado a las 13:04 h.

Tiene que existir una razón muy poderosa para que un pajarito de apenas 200 gramos atraviese todo el norte de Europa para llegar a la Foz del Miñor, en Nigrán, para pasar aquí el otoño y el invierno. Algo vital tiene que impulsar a nuestro amigo para que se decida a emprender semejante viaje a lo largo del cual se jugará la vida bastantes veces. Desde hace unos días no solo un pajarito, sino centenares de ellos, están aterrizando en Nigrán para pasar el otoño e invierno tras largos viajes de miles de kilómetros.

Nuestras plumadas visitantes se reencontrarán allí con sus primas residentes todo el año. El encuentro será fugaz en algunos casos porque muchas de ellas estarán solo unos días descansando y reponiendo fuerzas antes de seguir el viaje hasta sitios como Doñana pero la mayoría pasarán aquí el otoño e invierno disfrutando de la gastronomía local. Esa es una de las claves que justifican el viaje.

La Foz del Miñor es una variada despensa natural en la que nuestras amigas encuentran alimento en abundancia. La explicación de semejante despliegue alimenticio tiene que ver con una excelente combinación de aguas dulces y saladas, de los nutrientes que aporta el río, de las aguas someras ricas en zooplacton. En ningún otro espacio natural se concentra tal cantidad de biodiversidad como en las marismas litorales precisamente por ese amable encuentro de las aguas que convierte en difusas las fronteras de tierra y mar. Por ello, conviene recordarlo, la Foz del Miñor es uno de nuestros espacios naturales reconocidos y protegidos internacionalmente como parte de la Red Natura 2000 y como zona de especial protección para las aves. No es la primera vez que citando a Proust decimos que nada se considera un tesoro hasta que se pierde. La Foz del Miñor debería ser, con todo merecimiento, incluido como espacio Ramsar, el convenio internacional para la protección de los humedales, y aquí le dejamos la idea al Concello de Nigrán.

En definitiva, un impresionante vivero natural del que nuestra especie tampoco es ajeno. Allí nacen y se desarrollan muchas de las especies de pescados y mariscos que tiempo después terminan en nuestra mesa. Como buen vivero precisa su correspondiente depuración para que los alimentos sean aptos para el consumo, y eso viene siendo en el fondo la Foz del Miñor, una enorme depuradora natural en el que las plantas acuáticas filtran y retienen en sus tejidos las sustancias contaminantes que transporta el agua.

Como ya dijimos alguna vez estos espacios naturales son el equivalente a los riñones del planeta y al igual que no podríamos vivir sin ese órgano fundamental nuestro planeta empieza a acusar igualmente un serio problema de fallo renal que se encuentra en pleno proceso crónico y degenerativo.

El aporte cada vez mayor de contaminantes que enviamos al mar hace mucho tiempo que excede la capacidad de las marismas y humedales para depurarlos, con el agravante de zonas que en los meses de verano triplican su población. A ese incremento de coniformes fecales (que viene siendo una forma elegante de decir pis y caca, si nos disculpan) que llegan a la Foz del Miñor se le añaden compuestos químicos y microplásticos. Si le suman unas depuradoras poco eficientes, cuando existen, nos encontramos con la tormenta perfecta.

En cualquier caso, como bien saben los guías y las guías intérpretes de la naturaleza que estos días se forman allí mismo, el espectáculo de la Foz del Miñor empieza a desplegar su mejor aspecto otoñal, cuando los turistas humanos se van y ocupan su espacio los turistas alados, igualmente estimados, pero considerablemente más pacíficos.

El pequeño pajarito con el que comenzaba nuestra historia está aquí por eso, porque solo aquí encuentra alimento y refugio en los duros meses que se avecinan, y de que su estancia vaya bien dependerá que, cuando a principios de primavera regrese a sus cuarteles de verano, consigan sacar adelante a una nueva generación

Es un buen momento, el mejor, para acercarse a ver el espectáculo natural y si lo consideran pertinente también pueden verlo como un indicador y respirar con alivio al menos un año más, porque ver el aterrizaje otoñal de las aves en la Foz del Miñor significa que sigue siendo un espacio vivo y vital.

Si alguna vez, algún otoño, no vemos llegar a nuestras amigas podemos ir despidiéndonos de nuestros seres queridos. Si ellas desaparecen será la señal de que no mucho tiempo después desaparecerá todo, incluidos nosotros y nosotras.

Debía estar protegido por el convenio internacional de humedales