De surcar las olas venezolanas a las de Patos

míriam. v. f. VIGO / LA VOZ

NIGRÁN

Rey es uno de los monitores de la escuela de surf más importante de Galicia, con sede en Nigrán y 2.000 licencias

01 feb 2016 . Actualizado a las 12:51 h.

Comenzó a surfear de niño en la playa de Los Cocos, en su Venezuela natal, y hoy es él quien guía en el aprendizaje de este deporte a jóvenes entre nueve y 18 años. Ha cambiado, eso sí, su centro de operaciones, porque Derick Rey -descendiente de gallegos- es uno de los monitores de la escuela Prado Surf, la más importante de Galicia con 2.000 licencias en sus tres centros, más de la mitad en el de Nigrán. En ella enseñan también algunos de los pioneros de la disciplina en Galicia, así como otros expertos que se formaron en la escuela desde su fundación, en 1997, y que ahora ejercen de instructores.

Rey habla del surf como «el deporte más duro que existe y también el más divertido», descartando por completo que ambas cualidades sean incompatibles. «Trabajamos en un medio en constante movimiento. Las olas y el viento no se pueden comprar, y siempre dependes de ellos. Entras en una sesión con un objetivo y a veces se frustra por esos factores que no controlas», analiza. Por todo ello, la evolución es «lenta», pero la dedicación acaba dando sus frutos.

«Puedo tener un chico habilidoso que se esfuerza menos y otro al que le pasa al contrario y el mejor siempre va a ser el de más dedicación», comenta. Entre sus alumnos hay varios campeones gallegos, así como otros a los que no les gusta competir. El afán por mejorar sí que es común a todos y para ello se requiere también un intenso trabajo fuera del agua. «Grabamos las sesiones para que los chavales vean sus errores. A veces coges una ola, haces una maniobra que piensas que te salió perfecta y con el vídeoanálisis compruebas que todavía se podría mejorar mucho».

Al estar siempre en función de la meteorología, ciertas épocas del año son más propicias para potenciar la parte teórica sobre la práctica. «Entrenamos todos los días del año, incluidos 25 de diciembre o 1 de enero, por ejemplo. Pero según la estación las sesiones se plantean de un modo diferente», dice Rey. En primavera y verano se centran en la parte física al haber peores condiciones. «También nos desplazamos a otras playas en busca de olas mejores cuando es necesario», aclara.

Los comienzos son complicados porque «tienes que hacer cuatro cosas muy simples, pero necesitas una adaptación al medio. mantener el equilibro...». A medida que se incrementa la exigencia, se requiere ya, por ejemplo, una buena forma física. Aumenta la dificultad, pero también la diversión. «Esa dependencia del mar y de las condiciones hace que cada sesión de entrenamiento sea diferente, y eso engancha mucho». Tanto, que tienen alumnos que rondan los 60 años. «Seguramente no puedes empezar con esa edad, o sí, pero lo que está claro es que si llevas haciendo surf toda la vida puedes seguir con 80».

Con solo tres años se puede ya empezar, aunque en Galicia no es frecuente. «Llevamos 30 años de retraso respecto a otras comunidades. En el País vasco surfea el niño y lo hacían el padre y el abuelo. Aquí eso no se da. El padre y el abuelo jugaban al fútbol y algunos chicos también llegan rebotados de otros deportes», comenta. Eso tiene parte buena y mala. «La presencia de surfistas en las playas es menor, pero el nivel también lo es», constata.

Riesgo mínimo

La seguridad es un factor primordial, si bien Rey recalca que, frente a lo que pueda pensarse, «el surf es de los deportes menos peligrosos que hay». «Es raro ver una lesión, como mucho algún corte. Si se hace con cabeza y bajo las instrucciones de un técnico titulado, el riesgo es mínimo». Al neopreno -irrenunciable tanto en verano como protección- se suman tablas de diferentes tamaños (en función de la edad, la estatura y el peso, pero también del oleaje y el viento), aparte de la sujeción del pie a la tabla, parafina para no resbalar mientras se surfea y una licra con el color correspondiente al nivel para una mejor organización de los grupos. Las sesiones deben ser «lo más personalizadas posible para que todos avancen», subraya el monitor.

Prado Surf se aprovecha también de un entorno envidiable. «En Galicia hay mucha diversidad y eso la convierte en uno de los mejores lugares del mundo para practicar surf». De ahí que contribuyan, destaca, a generar riqueza a través del turismo. «En invierno, si no es por el surf, no había nadie en Patos. Sin embargo, un domingo nos juntamos 200». Y así cada día del año desde hace ya cerca de 20.