El carrito circula por la carretera

Monica Torres
m. torres NIGRÁN / LA VOZ

NIGRÁN

Monica torres

Un vecino de Nigrán camina a diario por la carretera con un chaleco reflectante en el que denuncia el mal estado de las aceras

29 nov 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Un simple bache en la acera puede ser, para una persona con problemas de movilidad, un obstáculo insalvable. O lo más parecido a «cruzar los Pirineos», según afirma José, un octogenario vecino de Nigrán, que cada día tiene que enfrentarse a las barreras arquitectónicas que se encuentra cuando sale de su casa y que, según afirma, no son pocas. Con un chaleco reflectante en el que puede leerse «acera intransitable» se justifica cuando invade la carretera por si algún policía local decide ponerle una multa o, disculpándose de antemano, si interrumpe la circulación.

Este vecino de A Xunqueira perdió la estabilidad hace años por una deformación degenerativa de la columna vertebral. Nunca sale de su casa sin un carrito en el que se apoya para poder mantenerse en pie y desplazarse. «Lo necesito para andar porque estoy mal de la columna y así voy más seguro», dice.

Su problema es que, cuando sale de su casa, se encuentra con una senda peatonal llena de dificultades para quien ha perdido la agilidad y la opción de saltar o dar grandes zancadas. «Vivo a 500 metros de la rotonda de A Ramallosa y, para poder llegar por la acera, tengo que levantar el carrito unas 20 veces para sortear obstáculos que para un peatón normal no lo serían, pero que para mí son muy grandes», se lamenta.

Recuerda que en un punto de su camino había una torreta de Unión Fenosa y que, cuando la quitaron, «quedó un agujero tremendo que taparon. Echaron unos trozos de cemento y ahora pasar por ahí se me hace como cruzar los Pirineos», afirma. Un día, al pasar por este lugar, tropezó y se fue al suelo. Fue cojeando como pudo hasta un comercio, donde le dieron celofán para arreglar el zapato, hasta que llegó a un comercio chino donde se compró otro par por diez euros.

Mensaje a la Administración

Para evitar más sustos, desde hace tiempo prefiere hacer parte del recorrido saliendo a un lado de la carretera, con el riesgo que ello implica ya que el vial que une A Ramallosa con Gondomar es de las más transitadas de O Val Miñor. «Voy por el arcén, que está prohibido, pero llevo un justificante, que es este», afirma mientras señala el mensaje-denuncia que porta a la espalda.

Le gustaría que alguna administración pública adecentara el tramo peatonal que discurre paralelo a la carretera. No solo por él mismo, sino también por centenares de personas que atraviesan el lugar cada día a pie. Por esta senda se llega al centro de salud de A Xunqueira y muchos usuarios son personas de la tercera edad con problemas de movilidad y que tienen que acudir al médico por sus propios medios. Principalmente, por las deficiencias del transporte público para desplazamientos dentro de la comarca. Sin embargo, lamenta que hasta ahora ningún responsable político de Nigrán haya escuchado sus demandas. «El anterior alcalde, Alberto Valverde, no me hizo ni caso, mientras que el actual me dijo que no me preocupara, que me lo iba arreglar porque reconoce que es una vergüenza como está, por lo que estoy esperando a ver si hacen algo», manifiesta.

Hace años se barajó un proyecto para hacer una senda peatonal paralela al río Miñor. Autoridades municipales de Gondomar mantuvieron reuniones con los propietarios de las fincas, pero el proyecto no prosperó y llegaron incluso a perderse subvenciones que habían sido concedidas para tal fin. Este vecino de Nigrán reconoce que se han hecho cosas positivas como, por ejemplo, el pintado de la zona peatonal, para distinguir claramente el espacio que se encuentra vedado a los automóviles. «Pintaron la raya, que va muy bien, pero ocurre que sirve también de aparcamiento para los coches, lo que me obliga a salir de la calzada, exponiéndome a los vehículos que pasan a toda velocidad», lamenta.  José sale todos los días a pasear con su carrito. Anda un promedio de cuatro kilómetros diarios con su utensilio reciclado. Los lunes suele acudir a la feria de Sabarís y también le gusta ir a Praia América. Nunca sale sin su chaleco reflectante con el que no deja indiferente a nadie.

«El anterior alcalde no me hizo caso; este me ha prometido arreglarlo»